POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Ya con el nuevo alcalde Venancio Prado González, el Ayuntamiento solicitó el día 5 de mayo de 1967 al cura párroco Manuel Riera Prida, la cesión de terreno para construir una acera desde la antigua estación del tranvía a Covadonga (1908-1933) hasta el barrio de La Sala, pasando por delante de la iglesia parroquial, por lo que había que derribar el muro existente a lo largo del campo de la iglesia que limitaba con la calle José Antonio.
Alegaba con toda razón la Corporación que era un peligro para los feligreses el circular por ese lugar sin acera, especialmente para los niños que corrían grave riesgo, dado que se calculaba que circulaban ya por el lugar más de 4.500 vehículos diariamente.
El Ayuntamiento se haría cargo de construir un muro sin coste alguno para la Iglesia. Los terrenos fueron cedidos por el Arzobispado de Oviedo pocas semanas después.
Era Ismael Cortés el dueño de la casa más próxima a la iglesia parroquial -casi al pie del campanario de la misma- y se le pidió que cediese una franja de 1.80 metros de ancho a lo largo de todo el frente del solar de su propiedad, para hacer la acera antes mencionada y llegarla a La Sala.
Así lo hizo Ismael, de modo que este propietario y el Ayuntamiento pactaron el derribo del muro, comprometiéndose la Corporación Municipal a levantar otro por su cuenta, como así se hizo tiempo después.
En septiembre el Ayuntamiento se dirigió a la Compañía Telefónica Nacional de España pidiéndole que se hiciese cargo de la demolición del viejo muro existente frente a la iglesia parroquial, el cual contenía el terreno que marca el desnivel entre la misma y la carretera general Oviedo-Santander.
No sólo le pedían a Telefónica que se hiciese cargo del derribo del muro, sino también de la “fabricación” de uno nuevo, retirado 1.80 metros más hacia el templo, así como de la correspondiente acera y de las necesarias escaleras de acceso.
El Ayuntamiento solo se comprometía a la retirada de escombros que generase el derribo.
¿Qué razones alegaban para pedirle a la Compañía Telefónica Nacional esta notable inversión de dinero y no a otros organismos, entidades, particulares, vecinos, bancos, etc.?
Pues remitieron a Telefónica un escrito con seis razones, a saber.
1.- Que sólo la demolición con una pala excavadora le supondría al Ayuntamiento unas 4.000 pts. incluida la retirada de los escombros.
2.- Que lo verdaderamente importante y costoso era levantar el nuevo muro y hacer las escaleras y la acera.
3.- Que el Ayuntamiento se encontraba sin medios económicos para hacer frente a la obra (añade este cronista que esta razón es la misma de todos los consistorios parragueses durante 150 años, sin excepción).
4.- Que retirar el muro le convendría a la Compañía Telefónica Nacional, puesto que el nuevo afirmado previsto en la carretera tendría unos 60 centímetros de profundidad mínima y afectaría al cable coaxial que Telefónica preveía instalar y que se vería afectado por la instalación de agua y alcantarillado que debía acometer el Ayuntamiento.
5.- Que derribar el muro era muy buena oportunidad para instalar dicho cable al menor costo.
6.- Que el Ayuntamiento, de acuerdo con el propietario de la casa y finca próxima (Ismael Cortés) se encargaría de la demolición del muro de éste y de la ´fabricación´ del nuevo muro y de la acera correspondiente a dicha finca particular.
Y lo curioso es que la Compañía Telefónica Nacional de España aceptó la propuesta, y el día 26 de julio de 1968 confirmó que había remitido al Ayuntamiento la cantidad de 143.415 pts. para la construcción del muro de la iglesia parroquial, según el proyecto que se había redactado en semanas anteriores.
Así se pudo adjudicar la obra al contratista que les pareció más idóneo para realizar la misma y -vista la propuesta presentada por Ceferino Díaz Montes, contratista y vecino de Santiago de Arenas (Carbayín)- se le adjudicó la obra exactamente por el importe antes señalado.
Acordaron que el pago se realizaría de la siguiente manera:
Abono de 100.000 pts. al finalizar la obra (previa certificación del aparejador municipal) y las 43.415 pts. restantes durante el mes de febrero de 1969.
El contratista tuvo que depositar una fianza previa equivalente al 4% del importe total del presupuesto.
Se pactó que la obra debería comenzar el día 26 de agosto de aquel año 1968.
Aún a finales de ese año se dirigieron por cuarta vez al vecino de Cangas de Onís Ismael Cortés para agradecerle el haber cedido gratuitamente el terreno necesario para hacer la acera desde la iglesia hasta La Sala, en esos metros paralelos a la carretera general que también afectaban a la cabecera del muro que cerraba (y sigue cerrando) -de Este a Oeste- la zona que es colindante con el campo de la iglesia, tras la que conocemos como Cruz de los Caídos.
El Ayuntamiento le prometió reconstruirlos en su nueva ubicación cuando dispusiese de medios económicos para ello, haciéndole saber que entre ambos muros le dejarían un acceso con apertura suficiente para el paso de vehículos a su casa y solar.
Ese muro que se conserva es idéntico al que fue derruido y -aunque prometieron reutilizar los mismos materiales del que se eliminaba para construir el nuevo- al final se levantaría en ladrillo.
El mismo agradecimiento se hizo extensivo a las dos hermanas -vecinas de La Sala- Azucena y Leonor Rodríguez Cibrián (maestra jubilada esta última) e hijas de Cipriano Rodríguez Lavilla, maestro tantos años en Arriondas, cuyo nombre recibió la biblioteca pública tras su muerte.
Las dos hermanas también habían donado el terreno ante su casa para construir la acera y -por ello- la Corporación municipal les concedió un “voto de gracias” por “haber dado ejemplo de verdadera ciudadanía y buena vecindad”.