POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
En los inicios del año 1968 se adquirió en San Andrés de Pilanegro un terreno para vertedero de basuras, una decisión con algunos ´tropiezos´, tanto en sus inicios como al término de la existencia del mismo.
Pero a finales de este mismo año nos encontraremos con el Ingeniero Jefe Provincial de Carreteras denegando a la Corporación parraguesa la autorización que había solicitado para ubicar el basurero en el citado lugar, exactamente -se dice- en el kilómetro 6 de la carretera de Arriondas a Colunga, en su margen izquierda.
Replicó el Ayuntamiento que presidía Venancio Prado alegando diversas razones, en una de las cuales se atrevió a citar el artículo 24 del Reglamento de Policía y Conservación de Carreteras de fecha 29 de octubre de 1920 -casi cincuenta años atrás- según el cual se prohibía establecer estercoleros y arrojar animales muertos a una distancia menor de 25 metros de los márgenes de caminos, bajo multa de 5 a 25 pts., alegando que el Ayuntamiento de Parres no iba a autorizar el vertido de excrementos ni de animales muertos, por lo que no se creían obligados a guardar la distancia citada de 25 metros de la carretera.
Suplicaron de nuevo a la Jefatura Provincial de Obras Públicas que se les concediese un nuevo plazo para realizar obras en el previsto vertedero municipal.
En el verano de 1969 el Ayuntamiento adquirió “dieciséis kilogramos de cadenas” por un valor de 2.639 pts. para cerrar el vertedero, ya ubicado definitivamente en el lugar que nos ocupa.
En marzo de 1970 la Delegación Provincial de Información y Turismo remitió un escrito felicitando al Ayuntamiento por haber establecido un vertedero de basuras, evitando así que se arrojasen a los ríos materiales que ocasionarían graves perjuicios tanto a las riberas de los ríos como a las playas donde desembocan.
Pasados unos años este vertedero dará lugar a algún episodio conflictivo, y acabaría siendo clausurado cuando estaba a punto de colapsar.
Mientras, Máximo Llamedo Olivera se interesó y ofreció sus servicios en aquel mes de abril de 1968 para la recogida de basuras -de acuerdo con las bases que se habían establecido- y se le aceptó el ofrecimiento.
Una de las primeras veces que en las actas municipales encontramos la expresión “Puente Romano” será en este año que nos ocupa de 1968, cuando se solicita una carretera desde el mismo hasta Soto de Dego y Aballe, con terminal en el puente de Caño.
En los últimos 500 años se le conoció como La Puente Vieya, El Puentón, El Puente Cangues y -en documentos del Archivo Municipal de Parres- lo encontramos citado algunas veces como El Puente de Piedra, con su cercano molino, propiedad del Monasterio de San Pedro de Villanueva.
La referencia parraguesa más antigua sobre este puente dice:
“En las consistoriales del Ayuntamiento de Cuadroveña (que era la capital del concejo de Parres) el 24 de mayo de 1766, don Domingo Antonio González de Argandona, como Juez Primero de los caballeros hijosdalgo, Alférez Mayor y Regidor perpetuo de número, además de Comisario en la Corte de Su Majestad por el Principado, en reunión en pleno con los demás cargos de aquel Ayuntamiento dijeron: “Que habiendo padecido ruina una gran parte del Puente de Piedra, paso preciso a este concejo y los de su circunferencia para los Puertos de Mar, de Castilla, al insigne Santuario de Covadonga, giro, comercio, y tránsito preciso, y Montañas de Santander, y que la retardación de su reedificación además de los graves perjuicios que se experimentarán, aumentan la ruina y el costo, y a fin de acudir a su remedio se mandó por el Sr. D. Domingo Antonio González de Argandona, que Bernardo González y Ramón Quesada, maestros de cantería, le reconociesen y declarasen la necesidad e importe del reparón y habiéndolo hecho, declararon que para levantar lo caído y fortalecer lo que ha quedado eran precisos cuatro mil reales de vellón y hallándose este concejo sin propios, determinaron solicitar del Principado la ayuda precisa”.
Argandona (cuyos restos descansan en la capilla del Palacio de Coviella) había sido también procurador por Cangas de Onís y se había casado con Josefa de Jovellanos y Jove-Ramírez (una de las hermanas de Gaspar Melchor de Jovellanos), cuya historia ya contó este cronista con todo lujo de detalles en otra ocasión.
En el conflicto de intereses entre Camila Beceña y el Ayuntamiento de Parres respecto a una finca en el pueblo de Aballe -sitio de Las Mestas- de unas 24 áreas, entre concejales, abogados y el administrador, se acordó que los árboles que se iban a talar correspondían al 50% a ambos litigantes. De forma que las 600.000 pesetas que debían abonar el adquiriente de la madera se distribuyó a partes iguales entre Ayuntamiento y la Sra. Beceña.
Aunque hoy nos parezca extraño, ya se celebraba una modesta Cabalgata de Reyes hace más de cincuenta años, concediéndosele una subvención de 1.000 pts. a la de 1968.
En Soto de Dueñas (el topónimo varias veces centenario de Soto de las Dueñas había comenzado a desaparecer a principios de siglo) se creó una plaza de taxi a favor de Ángel Allende Gutiérrez.
Hacía las veces de secretario municipal Fernando Pérez García, un funcionario con seis quinquenios en la Casa Consistorial.
A otro empleado municipal le fue concedida la jubilación por imposibilidad física notoria, fue el caso de Manuel Pendás Vega.
La Corporación decidió solicitar a la Compañía Telefónica Nacional que procediese al cierre del pequeño edificio que había construido en terrenos propiedad de José Aquilino Pando, en El Sucón, con motivo de la instalación del cable coaxial y que -de acuerdo con el plano presentado- se le diese la belleza estética necesaria para la zona en la que estaba ubicado (en el mismo lugar donde hoy se levanta otro edificio de la misma Compañía).
Llama la atención esta decisión de solicitar el cierre (y derribo consiguiente) de una edificación por carecer de “belleza estética”, cuestión desgraciadamente poco habitual, porque muchos consistorios descuidan algo tan elemental y dan el visto bueno a ´engendros´ arquitectónicos y de otro tipo en espacios públicos en los que -después- quedan durante generaciones.
En febrero de 1968, con la finalidad de adquirir los inmuebles que eran propiedad del antiguo tranvía de Arriondas a Covadonga, presentó el Ayuntamiento de Parres ante la Delegación de Hacienda de Oviedo, el importe de talas que se llevarían a cabo aquel año forestal, una especie de garantía de que podían pagar lo que se pidiese por este espacio.
La intención era dedicar el lugar a un Centro Asistencial de urgencia, como veremos en el capítulo CXXII.
Un destino frustrado que nunca se llevaría a efecto, como los “colegios menores” previstos y viviendas para profesores de EGB en El Barco, lo mismo que con el cuartel de la Guardia Civil -tantas veces proyectado y otras tantas aplazado a lo largo de décadas interminables-…y en esas estamos en el año 2020.
En el mes de abril se le recordó al industrial y anterior alcalde Amador Nachón Pando que -como ya se le había indicado nueve meses antes- se abstuviese de seguir arrojando serrín y otros productos derivados de la madera desde su taller al parque de La Llera en construcción, ya que perjudicaba las obras que en el mismo se estaban realizando para concluirlo y que -además- debería sacar este tipo de materiales por otro lugar de su industria.
Rafael González Llano cedió tierra vegetal para cubrir parte de los escombros arrojados para el nivelado de dicho parque con su entorno.
Una comisión de vecinos de Hueges (ahora Güexes) y Cuadroveña solicitó la conducción de aguas para ambos pueblos, presentando el escrito en nombre de todos los vecinos Jesús Lagarón (que era maestro en San Juan de Nevares).
Mientras, a Lagarón se le denegaba la subvención para instalar el agua corriente en dichas escuelas y casa-habitación de San Julián, dado que el Ayuntamiento dijo no disponer de las 10.000 pts. necesarias para esta obra.
Fueron los vecinos los que aportaron esta cantidad para dicha obra en San Julián de acuerdo con el proyecto redactado por el ingeniero Alejandro Checa Ladrón de Guevara (que en los años noventa desempeñaría la Jefatura de la Demarcación de Costas de Asturias y dirigió varios tramos de la autovía del Cantábrico).
Lo mismo hizo Leandro Otero Fuentes en nombre de los vecinos de Fuentes, pero la decisión municipal se pospuso hasta que se presentase el preceptivo proyecto y presupuesto confeccionado por un ingeniero.
Los vecinos de La Vega de Los Caseros próximos a la carretera solicitaban el aprovechamiento de las aguas de “La Fuentona”, pero se opusieron los vecinos del Barrio de Arriba, que alegaron quedar así privados de los derechos que tenían desde tiempos inmemoriales sobre dichas aguas.
Estas cuestiones llegaban al Ayuntamiento y debía decidirse qué hacer, a veces tomándose un tiempo para hacerlo, como fue este caso concreto.
Facilitó por aquellos días Camila Beceña González la instalación de conducción de aguas a Lago, Vallobil, Bada y San Martín, concediéndole la Corporación un “voto de gracias”.