POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
En el mes de enero de 1970 aún los vecinos del pueblo de Castañera seguían solicitando poder entroncar con la traída de agua potable de Arriondas, pero diríamos que la Corporación le pasaba “la pelota” al fontanero municipal.
Entretanto, la fuente pública que estaba en el Corral de Abajo se pensó trasladarla de lugar a petición del concejal -antes alcalde- Emilio Blanco Vega.
La razón fue que estorbaba para el proyecto de apertura de la calle.
Realmente -unos meses después- se acordó eliminar esta fuente por considerar que ya no era útil al vecindario.
La Corporación cedió en El Barco 3.000 m2 a la Delegación Nacional de Deportes con el fin de que se construyese un Centro polideportivo junto al Instituto de Enseñanza Media.
Al vecino de Oviedo Luis Martínez Estrada se le autorizó a construir una piscifactoría en Soto de Dueñas, con un presupuesto de 922.539 pts. de acuerdo con el proyecto que previamente había presentado.
También se le autorizó a Marina Vázquez Blanco para abrir una peluquería e instalar un letrero exterior para anunciarla, dedicación que ocuparía a Marina los siguientes diecinueve años de su vida, hasta que abra el «Mesón Principado» el día 21 de diciembre de 1989, al que dedicará los siguientes diecisiete años.
Y a Aníbal Villar Corteguera -vecino de Bode- se le autorizó para abrir un local dedicado a la venta de “productos de pesca”, en la calle conocida como Travesía de Oviedo (desde 1988 nominada calle Nicanor Piñole).
Emilio García Rosete y Benito González Llano habían sido los presidentes de las comisiones para recaudar fondos para construir una escuela mixta en la parroquia de Cayarga y habían depositado en la Caja de Ahorros 19.650 pts. en 1962; de modo que pasados ya ocho años, solicitaron la devolución de esa cantidad, la cual se encontraba a nombre del Ayuntamiento de Parres, accediendo a su petición la Corporación.
La ambulancia era municipal, de forma que el Ayuntamiento tuvo que hacer frente a un juicio cuando el chófer V. que la conducía y la estrelló contra un coche, causando heridos.
Meses después el Ayuntamiento tuvo que pagar 50.000 pts. en una sentencia del Juzgado de Oviedo como responsable subsidiario del accidente provocado por esta ambulancia.
El día 2 de abril de 1970 la Delegación de Hacienda solicitó la revisión y actualización de la solicitud municipal que había sido formulada tres años antes, donde había pedido que se le cediesen gratuitamente varios solares y edificios en el entorno de la antigua estación del tranvía para destinarlo a un Centro Asistencial de Urgencia, para el cual el Ayuntamiento dispondría de 100.000 pts. anuales que se sumarían a las aportadas por el benefactor Ángel Abarca Portilla, más otras ayudas provinciales y estatales.
Concretamente era un solar de 136 m2 en la antigua estación, el cual tenía un edificio de 12 m2 (antigua casa de agentes del tranvía), una antojana de 24 metros, antiguo edificio de 9 metros cuadrados destinado a venta de billetes, el edificio de dos plantas destinado a vivienda del jefe de estación de Arriondas, de 63 m2, cuya planta baja la ocupaba el Ayuntamiento, mientras la primera se utilizaba como dormitorio para el empleado que prestaba servicio en el tren que -los domingos- pernoctaba en Arriondas.
Además del quiosco que Cándida Iglesias Pandiello utilizaba para la venta de chucherías, intercambio de pequeñas novelas, etc.
Concluidas las gestiones para poner en marcha la sala de fiestas “TOYPE-CLUB” mediante la instancia suscrita por José Antonio Villar Toraño -que fue quien solicitó la licencia de apertura- y tras la información pública sobre este tema de acuerdo con los artículos 3 y 4 del conocido como “Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas” de 30 de noviembre de 1961, se acordó acceder a la solicitud de apertura de la sala el día 9 de abril de 1970.
Realmente, la apertura se había realizado ya algunas semanas antes, exactamente el día 27 de diciembre de 1969, como recuerdan algunos vecinos de Arriondas, entre los que se encontraban los que habían asistido a una boda ese mismo día y acabaron pasando a conocer la nueva sala de fiestas “TOYPE” (Toraño y Pérez) a última hora de la noche de aquellos días navideños.
El encargado de la recogida de basuras era -como dijimos en otro capítulo- Máximo Llamedo Olivera y desde 1970 se encargó también de hacer la recogida los domingos por la mañana, especialmente por la basura que se había generado en los bares la tarde-noche del sábado.
Le incrementaron el sueldo en 1.000 pts. mensuales más.
Concluida la (siempre truncada) calle de La Estación, la vecina de la misma Serafina García Pérez cerró la finca y casa de su propiedad según el presupuesto que presentó de 7.000 pts.
Se les exigía a los municipales que fuesen estrictos con quienes hacían obras sin autorización, aunque fuesen obras menores en los interiores de los domicilios, como fue el caso de un vecino al que se le multó con 50 pts. por haber iniciado obras sin permiso previo, más otras 50 pts. por arrojar los escombros a la calle. Al policía municipal que estaba encargado de controlar esa zona o barrio se le sancionó con un día de haberes y apercibimiento, considerando como una irregularidad en el servicio, por no haber dado cuenta a la alcaldía a su debido tiempo.
De forma que los vigilantes también eran vigilados, puesto que -pocos días después- el mismo municipal -junto con otro colega- fue sancionado por no haber denunciado al propietario de un automóvil que había estado aparcado durante horas sobre la acera, delante de la confitería Campoamor.
Sanción: al reincidente dos días sin sueldo, y uno al otro. Además les hicieron saber que tales hechos serían tenidos en cuenta para la gratificación de final de año, con motivo de la Navidad (y aún estaban en abril cuando ocurrieron estos “descuidos” municipales).
No escapaban los barrenderos de este tipo de sanciones, a veces con días perdidos de sus jornales por “incorrecciones en el servicio”.
Se da por hecho que el aparejador municipal Rafael Alonso desconocía estas irregularidades hasta que se le pasaba el informe.
De modo que llaman la atención multitud de permisos que se presentaban para pintar la cocina, o un dormitorio, o el salón, o las ventanas, cambiar un inodoro, o la cocina de leña y cosas similares.
Y todo ello cuando aún vemos hoy -aquí y en cualquier lugar de España- vecinos que cierran las terrazas sin permiso, ponen ventanas de materiales impropios o de otro color diferente al del resto de los vecinos, no unifican el color de los toldos o de las persianas, ponen una puerta de PVC en un hórreo o convierten la parte inferior del mismo en un trastero (muy habitual en muchos pueblos) y lo cierran con somieres viejos a la vista pública, algo que sonroja al más descuidado, o quienes no pintaron la fachada en los últimos 50 años, dejan a la vista en sus terrazas todo tipo de trastos, desde escobas y fregonas hasta zapatos, viejas bicicletas, escaleras y similares.
Una especie de tercer mundo aún en esta España nuestra del siglo XXI que -algunas veces- no tiene de europea más que la bandera de la UE en el balcón de la Casa Consistorial.
Se autorizó en aquellos días a la empresa DIAFRESA (Sociedad dedicada a la distribución de periódicos) para que instalase un quiosco en la que se conocía como Plazuela de Monasterio, quiosco en el que después encontraríamos al popular Tiburcio.
La instancia la presentó Manuel Espárrago Patiño y la sede central de DIAFRESA estaba en la calle General Zuvillaga nº 6-6.º, en Oviedo.
Se precisaba que se dedicaría a la “venta de prensa, revistas, librería, caramelos, chucherías y aprovechamiento publicitario”.