POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
El abastecimiento de agua a Arriondas y Castañera se resentía cada verano y la idea de acabar con este problema para siempre fue la posibilidad de captar agua del río Piloña y -tras pasar por un pozo de drenaje- bombearla hasta el depósito general.
El estudio para hacer viable esta idea se lo encargó la Corporación Municipal a Urbano Arregui, ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Norte.
Fue ese mismo día (21 de diciembre de 1974) cuando se presentó otra sugerencia que acabaría llegando a buen puerto, como fue el caso de hacer un paseo por la orilla izquierda del río Piloña que uniese el pequeño tramo entre la Panificadora del Sella y la Cooperativa Parraguesa del Mueble, cuya finalidad era embellecer la zona del nuevo puente de Santianes.
Otro buen proyecto -pero que se quedó en nada- fue el de construir una Escuela de Maestría Industrial, mientras se comenzó a ponerse en marcha la concentración escolar del municipio.
Collado de Andrín seguía incomunicado, sin caja de carretera para acceder al pueblo. Desde el Ayuntamiento les dieron 200.000 pts. como ayuda para esta imprescindible obra.
La población de derecho del concejo al iniciarse el año 1975 era de 6.707 habitantes (3.446 mujeres y 3.261 hombres).
En enero de 1975 abriría su negocio de tintorería Ramón Balsera Peláez, al que llamaría “RAMAR” (Ramón y Margarita, su mujer).
El vecino de Bode, Ubaldo Macías Díaz, abrió su bazar de regalos del hogar ”Waldo”, en un bajo comercial, propiedad de Florentina Quesada Arnedo, situado en la calle José Antonio de Arriondas.
Y Ramón Llaneza Somoano abrió su sastrería-exposición en la misma calle José Antonio.
Era concejal delegado de fiestas y deportes Emilio Llamedo Olivera, al que encontraremos a partir de ahora en sucesivas y futuras actas municipales por diversas razones que iremos explicando.
Emilio era uno de los componentes de las sesiones permanentes semanales, junto con el alcalde Jesús González Llenín, Fernado Cuenco Pría, Félix González Suárez y Liberto Álvarez del Bustio (el secretario siempre escribía ´Heriberto´).
Registrados quedaron los nombres de los vecinos que donaron “una serie de pájaros” para el hórreo instalado en el parque de La Llera: Víctor Almeida, hermanos Somoano Corteguera, Francisco Pérez y Ramón Llamedo.
Con motivo de su jubilación se le agradeció a la maestra María Jesús Cuesta del Canto el trabajo realizado durante tantos años, entregándole un obsequio en metálico de 5.000 pts. como homenaje.
Abría por esas fechas -al final de la calle Ramón del Valle- su taller de cerrajería, Luis Antonio Prieto Colmenero.
Para ello tuvo que cumplir con los informes técnicos reglamentarios, -trámites habituales para estos casos- dado que se trataba de actividades que eran conocidas como molestas, insalubres, nocivas y peligrosas (lo mismo una fragua que una discoteca, igual un taller mecánico que una gasolinera).
Apenas nueve años después, la empresa de Prieto Colmenero había crecido notablemente, tanto en trabajo como en número de operarios, trasladándose desde este primer lugar de instalación al Polígono Industrial Santa Rita.
El día 10 de mayo de 1975 la Comisaría de Aguas del Norte de España -mediante la comunicación n.º 4.130- concedió a Virgilio Navarro Garrido el aprovechamiento hidroeléctrico de la cabecera de la cuenca del posterior río Sella, con un embalse de 523.000 metros cúbicos de capacidad, en términos municipales de Oseja de Sajambre y Ponga.
De esa forma desoyeron la oposición al proyecto de la Corporación parraguesa que -como ya vimos cuatro años antes- se opuso a este proyecto, alegando que afectaría gravemente a la riqueza piscícola y al turismo del municipio y que al bajar el nivel del caudal del Sella en Arriondas, afectaría a la red de saneamiento de la villa, especialmente en la época del estiaje, en verano.
Y es que el chovinismo localista suele tener estos traspiés de corto recorrido, al no mirar por el bien general, sino solo por el de sus intereses particulares, los del “terruño” cercano.
La actual empresa Navarro Generación S. A. proyectó y construyó tres unidades fundamentales en el río Dobra: la presa de La Jocica, la central del Restaño y la central de Camporriondi.
Empresa a la que el Descenso del Sella agradece cada año la aportación extraordinaria de agua que libera horas antes, con la finalidad de que el caudal del Sella sea el mejor durante la prueba deportiva de cada mes de agosto.
Como ya dijimos en otro momento, el Ayuntamiento abonaba una póliza de 51.400 pts. al año por los servicios sanitarios de los funcionarios municipales, de acuerdo con el convenio que tenía con el Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ) de Oviedo.
Asimismo, a la farmacia local de Ramón Hevia Miyares se le abonaban las recetas de los funcionarios, aproximadamente unas 25.000 pts. anuales, además de un promedio de 125.000 pts. más cada año por las recetas de la beneficencia municipal, con muchos vecinos inscritos en la misma.
Sería el día 24 de junio de 1975 cuando el citado farmacéutico trasladó su oficina de farmacia al lugar que había ocupado la cafetería Rívoli, esquina calles José Antonio y prolongación de Ramón del Valle, donde sigue.
Ese bajo era propiedad de Jaime Martínez Vera y la renta que le comenzó pagando Ramón Hevia fue de 9.000 pts. mensuales.
Aquel mes de septiembre quedó vacante -una vez más- la plaza de secretario municipal que había estado en manos de Eduardo García de Diego, el cual también fue secretario municipal en Noreña hasta su jubilación, donde fallecería en el año 2013, con 78 años.
Su plaza fue ocupada de manera provisional por el oficial Manuel Emilio Longo Díaz (que no debe confundirse con el que -años después- será concejal y alcalde de Parres, Emilio Manuel García Longo).
Como asesor fue nombrado el secretario de Las Regueras, Ángel de Prada Castillo.
A petición del Club Arenas de Sella se acordó contribuir con una subvención de 39.000 pts. para llevar a cabo el cierre del que llamamos campo municipal de fútbol.
Por esos días vendía Nazario Pérez Díez la licencia de su vehículo O-110.029 a Armando López Vega, cumpliendo con los requisitos legales, como que el vendedor tuviese la titularidad de su licencia desde hacía más de diez años y que el adquiriente fuese vecino del municipio con más de dos años de antigüedad.
Muy larga le resultaría la espera a Vicente San Martín Blanco para intentar abrir su taller de chapa y pintura de automóviles en la calle Covadonga, pues su solicitud entró en el Registro Municipal el día 12 de mayo de 1971 y aún en febrero de 1976 el asunto estaba pendiente de aprobación definitiva.
La férrea oposición de los vecinos del edificio en el que se iba a instalar, supuso una catarata de obstáculos al controvertido proyecto.
Este tipo de instalaciones debía pasar muchos controles, al ser consideradas como actividades nocivas, peligrosas, molestas e insalubres.
En este caso concreto la evacuación de posibles emanaciones y vapores por encima de la cubierta del edificio y la continuada oposición y denuncia de los vecinos de la Cooperativa de viviendas Ntra. Sra. de Covadonga -en uno de cuyos bajos se instalaría- no parecía encontrar solución entre el promotor, los vecinos, la legislación y las exigencias municipales.
La licencia no se le concedería a San Martín Blanco hasta enero de 1977, después de haber instalado una evacuación de emanaciones y vapores a base de filtros de agua, dentro de un circuito cerrado.
Aún los vecinos presentaron recurso ante lo que calificaron como “viejos, inoperantes, incompletos, inválidos…” informes del Aparejador Municipal y del Jefe de Sanidad, así como del Técnico de Industria.
Pero, la Corporación Municipal acordó desestimar este último recurso de reposición de los vecinos.
También los vecinos de la calle Ramón del Valle se opusieron a la instalación de un taller mecánico y de chapistería del automóvil por parte de José Ramón González Martínez.