POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Llegamos al capítulo cincuenta de estas ´memorias´ con el paréntesis obligatorio que nos dejan los archivos municipales, dado que de los meses que van desde agosto de 1923 hasta octubre de 1925 no hay libros de actas. Vaya usted a saber qué habría en ellos o cual sería la razón para que alguien los hiciese desaparecer.
De modo que seguimos en octubre de 1925, con José Aquilino Pando Blanco ya como alcalde, cuando se crea una tercera plaza de médico titular por la diseminación de la población y lo quebrado del terreno.
El concejo se dividió en tres “partidos médicos”.
Pertenecían al Partido Norte: San Martín de Cuadroveña, Sto. Tomás de Collía, Cofiño, Fíos, Pendás, Bode, Cayarga y Toraño.
Partido Sur: Villanueva, San Juan de Parres, Huera de Dego, Romillo, Granda, Tospe y Carrio.
Y, por último, al Partido Médico de Suroeste: San Cosme de Llerandi, Montes de Sebares (con ´b´), Nevares, Castiello, Llames de Parres, Arobes y Soto de las Dueñas.
Los tres médicos percibirían 2.000 pts. anuales y deberían asistir a la beneficencia municipal sin cobrar a sus usuarios.
Se presentaron para esa tercera plaza de médico titular Constantino Romay, de 30 años, médico de Villayón, y Benito Díaz, de 32 años, soltero, de Soto de las Dueñas.
Por unanimidad se le concedió la plaza titular del distrito Suroeste a Benito Díaz, que debería residir en Soto.
Los plenos municipales dejaron de ser semanales y pasaron a ser mensuales, incluso bimensuales, como en la actualidad.
El 6 de febrero de 1926 nos encontramos la dura acusación del concejal Manuel Miyares por los -según él- amaños del secretario a favor de uno de los antiguos médicos y de un farmacéutico concreto.
Enrique de la Grana Valdés era abogado y llevaba como secretario municipal desde 1904, y su respuesta fue contundente frente a esta acusación contra su persona. Afirmó que dicho concejal mentía, creaba insidias y se ensañaba con él sin educación ni cortesía a base de calumnias e injurias que no eran de recibo. Esta sesión estaba cerrada al público y la Corporación no daba crédito al enfrentamiento, pues consideraba tanto al concejal como al secretario como personas correctas y muy bien valoradas. Se aceptó la dimisión del concejal y -recordemos- que estas cosas las sabemos porque el mismo secretario nos las dejó en los cientos de actas que redactó. Su sueldo de 6.000 pts. era el mismo que el de los tres médicos juntos.
Los impuestos que pagaban los parragueses en 1926 eran de diversos tipos, como por tener carruajes de lujo, motos y bicicletas, perros de ´lujo´ y guardianes, más los impuestos habituales de luz y agua, entre otros. Hicieron cuadrar los ingresos y gastos exactamente en la misma cantidad de 99.999 pts. en ambos casos.
Era Felicidad Suárez la maestra titular y le pusieron otra auxiliar. Con 500 pesetas se subvencionaban las academias privadas de 1ª y 2ª enseñanza a condición de que admitiesen entre sus alumnos a un 10% de niños pobres, por sorteo entre todos los solicitantes de plaza.
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Con capital privado de la familia Abarca se concluyó la escuela de Fíos en el verano de 1926. Su coste total fue de 40.000 pts. (una suma considerable si la comparamos con el presupuesto anual del Ayuntamiento, como acabamos de ver). El Ayuntamiento aportó para esta escuela un total de 15.000 pts. que abonó en tres veces a lo largo de varios meses.
El día de Navidad de 1926 (que aún no era festivo) se decidió que se reservasen 750 pts. para la siguiente Fiesta del Árbol y se reservaron otras 300 pts. para celebrar el Día del Maestro.
En esa sesión navideña se desalojó al público asistente al pleno para tratar un asunto delicado. Se le hizo saber al alcalde que uno de los más destacados funcionarios municipales no guardaba una conducta demasiado ejemplar dentro del ayuntamiento, puesto que apenas 48 horas antes había recibido en el local de su oficina -en los bajos de la Casa Consistorial- a una mujer con la que -según el rumor público- venía sosteniendo una relación ´sospechosa´, cerrando la puerta y las contraventanas que daban a la plaza durante largo rato, lo que provocaba entre el vecindario “comentarios mortificantes” que afectaban a la Corporación. Los concejales por unanimidad autorizaron al alcalde para que hablase con dicho funcionario y tomase las medidas oportunas si se demostraba que eran ciertos los comentarios y -en ese caso- le pidiese su dimisión. Si no aceptaba la dimisión se le abriría un expediente.
(No entrará este cronista en más detalles y casi se excede en su cometido citando un tema tan intrascendente, pero son cosas que forman parte de la vida de nuestros pueblos, ayer como hoy).
No se vuelve a hablar después de este caso en concreto con detalle, pero el 12 de febrero de 1927 (apenas mes y medio después) la plaza que ocupaba dicho funcionario quedó vacante y salió a concurso en el Boletín Oficial de la Provincia con un sueldo de 2.400 pts. anuales, la condición de que el interesado no sobrepasase los 45 años de edad y que pagase una fianza de 10.000 pts.
Estas cuestiones sentimentales siempre fueron “comidilla” en los pueblos y Parres no iba a ser una excepción, además hablamos aquí de aquella España de nuestros antepasados tan rígida, inflexible y escrupulosa en cuestiones de moral y sexualidad.
Por cierto, al funcionario dimitido o expedientado lo encontraremos de nuevo trabajando en el ayuntamiento no muchos años después.
Aquel 12 de febrero los maestros del Partido Judicial de Cangas de Onís presentaron una instancia manifestando que se habían reunido para tributar un justo y merecido homenaje al “culto e inteligente compañero” D. Cipriano Rodríguez La Villa, recién jubilado tras 35 años que consagró en la villa de Arriondas a las “difíciles y espinosas labores de educar, enseñar e instruir a los niños”, por todo ello suplicaban al Ayuntamiento se dignase dar a una de las calles de su pintoresca villa el nombre de D. Cipriano Rodríguez La Villa.
Los concejales Blázquez y Mier (también maestros) señalaron que había prestado otros muchos servicios al concejo, y todos acordaron estudiar el asunto y -de paso- buscar nombres para las demás calles, puesto que no lo tenían.
Nosotros sabemos que exactamente no ocurrió así y que -con el tiempo- sería la Biblioteca Municipal la que recibió el nombre del señor Rodríguez La Villa, como muchos recordamos aún el cartel luminoso que así lo indicaba en la esquina que la actual Casa de Cultura hace entre las calles Nicanor Piñole y Lilián de Celis (en los años cincuenta-sesenta conocidas como Travesía de Oviedo y la parte del patio de recreo de los niños que estaba entre la Escuela Graduada Nacional y el Ayuntamiento).