POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
El día 7 de septiembre de 1933 se leyó en el pleno municipal un amplísimo dictamen solicitado a un letrado en el que se justificaba la incautación de los cementerios y en el que se habla de la “tradicional avaricia de los clérigos” que construyeron los cementerios sin gastar los fondos de fábrica, emplazándolos en terrenos de los mansos con obras y aportaciones de los vecinos, alegando que el vecindario hacía sus aportaciones con la intención y el deseo de remediar una necesidad de la comunidad del mismo modo que contribuía a la construcción de fuentes, caminos, etc. y no con la de enriquecer a la Iglesia y a sus clérigos, añadiendo que dijesen lo que dijesen los clérigos, el vecindario siempre hablaba de su cementerio y no del cementerio de la Iglesia.
Como ya dijimos, el Ayuntamiento de Parres se incautó de todos los cementerios y colocó placas esmaltadas que servía una casa bilbaína de la que Lino Cofiño era representante en Arriondas.
Debe añadir este cronista que mansos eran terrenos libres de tributos alrededor de las iglesias, para las necesidades del culto. En el Concilio de Coyanza (1050) se fijaron los mansos parroquiales en treinta pies de radio en torno a las iglesias y otros concilios los fueron aumentando hasta el Concordato de 1851 en el que mansos eran también las huertas adyacentes, hasta llegar al 4 de enero de 1867 cuando un Real Decreto declaró mansos todos los terrenos que los párrocos hubiesen venido disfrutando para sus necesidades, comodidades y recreo, fuesen o no anexos a las iglesias y rectorales.
La ley de Congregaciones religiosas de 2 de junio de 1933 declaró en España que pertenecían a propiedad pública nacional y eran inalienables e imprescriptibles los templos de todo tipo y las casas rectorales con sus huertas, anexas o no.
En nuestro concejo constituyó una excepción el cementerio de Collía adquirido y administrado por una comunidad o comisión de vecinos, siendo un patronato el que lo regía, algo que ocultó el cura de la parroquia y sometió a la aprobación del obispo como si lo hubiese adquirido la Iglesia en su totalidad. De forma que era ya el cementerio de Collía un auténtico cementerio municipal.
En Arriondas se derribó el muro que separaba el cementerio civil del católico y se le abonaron 38 pts. por ello a Antonio Castaño.
Recordamos que el cementerio de Arriondas abría dos veces a la semana y se le abonaban 100 pts. al año a Rafael Cofiño por cumplir esta misión.
Como el cementerio de Cofiño estaba lleno se propuso habilitar otro en el terreno comunitario de “Pan de Llevanco”.
El 28 de diciembre de 1933 la Corporación adjudicó las obras de construcción del Grupo Escolar de Arriondas por el que tantos años se llevaba esperando. El único postor fue Eduardo Díaz Tuero, vecino de Colunga y -en dicha subasta- ofreció 170.085,20 pts. firmándose un acta notarial ante Antonio Turón y Boscá.
La cimentación de las nuevas escuelas graduadas tardó en encontrar terreno firme más allá de los cuatro metros previstos, sino a siete u ocho en la zona más próxima al río, lo cual encareció el presupuesto en unas 45.000 pts más, por lo que se le sugirió al Ayuntamiento que buscase otro solar. Así ofrecieron otro solar cerca de La Llera “donde se colocaba la bolera en las fiestas de Sta. Rita”.
Era Julio Galán el arquitecto municipal y -en este caso- el escolar, el cual debía dar el visto bueno a todas estas operaciones imprevistas, pero desde Madrid se les denegó el cambio alegando que eran terrenos inundables (la misma historia que lleva toda la vida ´persiguiendo´ a la villa), pero Galán decía que -en ese caso- se inundaría toda la villa, puesto que la solera del edificio quedaría un metro más alta que las calles de Arriondas y todos enviaron telegramas de protesta al Ministerio de Instrucción Pública para que las obras no se detuviesen… (pero quince años después las escuelas graduadas aún no se habían entregado al Ayuntamiento, como iremos viendo en sucesivos capítulos).
Los terrenos para la escuela de Collía fueron donados por la familia Martínez Noriega.
Una comisión de vecinos de Sto. Tomás de Collía administró los fondos aportados por ellos mismos para la construcción de las escuelas, otras ayudas fueron las del Estado, Ayuntamiento y emigrantes en Cuba. Concretamente, el depositario de fondos en La Habana fue Celestino del Valle y se construyeron dos unitarias para niños y niñas.
En la citada comisión figuraban Pío Pérez, Joaquín Corral Collado (alcalde del concejo) y Hermógenes del Cueto (que era concejal).
Desde La Habana Celestino remitió 2.114 pts. cuando ya se llevaban gastadas 2.411 (entre 1931 y 1932) para las reformas de la escuela de La Linariega.
Un total de 6.925 pts. se reunieron y se remitieron desde el Ayuntamiento al Director General de Enseñanza, pero al final la suscripción llegó a las 11.451 pts.
Sabemos que el coste final de estas escuelas fue de 16.000 pts. y así se haría público el día 5 de abril de 1934.
Y con motivo del tercer aniversario de la proclamación de la Segunda República se habló con José María González, de Nueva de Llanes, para alquilarle una pianola para el festejo del día y la noche de aquel 14 de abril, abonándole 60 pts. por ello.
El Ayuntamiento tenía para 1934 un presupuesto total por valor de 124.849 pts.
Y fue en este periodo de municipalidad mayoritaria socialista y republicana cuando los guardias municipales, serenos y empleados de arbitrios solicitaron la jornada de ocho horas.
Llegamos a 1934 y la torre del reloj del ayuntamiento fue revestida de cinc en sus tres paredes laterales y posterior, una obra de 175 pts.
Mientras, el teniente de alcalde David Llamedo de la Vega propuso que no se facilitasen a la Guardia Civil las medicinas de manera gratuita, dado que sus sueldos eran bastante buenos y vivían desahogadamente, mientras cientos de parragueses pasaban todo tipo de necesidades. Los ocho concejales presentes así lo acordaron por unanimidad.
En el mes de febrero se hizo un primer relleno de La Llera o Parque de La República y se vendieron diez ´plátanos´ de sombra y un nogal (todos pequeños) en 30 pts.
A veces nos encontramos con pagos inverosímiles, porque si el sueldo oficial de un trabajador era de 7.50 pts. diarias no hay explicación para que se le abonasen sólo 10 pts. a Encarnación González por lavar durante varios años la ropa del depósito municipal, toallas y paños. Tal vez fuesen 10 pts. mensuales, pero no se especifica así, lo mismo que la mala costumbre del secretario de estos años que nos ocupan cuando anota sólo el primer apellido de muchas personas.
El tranvía de Arriondas a Covadonga había dejado de funcionar seis meses antes y el tantas veces mencionado concejal David Llamedo solicitaba que los trabajadores cesantes del mismo fuesen tenidos en cuenta para ser contratados para las obras del ferrocarril Ferrol-Gijón.
El mismo concejal presentó un largo escrito a favor de la clase trabajadora del concejo, la mayor parte en paro forzoso, solicitando que el Ayuntamiento pidiese un préstamo de 100.000 pts. para que se pudiesen acometer obras en calles, caminos, fuentes, lavaderos y asfaltado de la plaza de la villa.
El socialista David Llamedo de la Vega tenía un comercio denominado “La Cooperativa” en las inmediaciones del barrio de La Peruyal, pero -tras perder el bando republicano en la Guerra Civil- este activo concejal tuvo que emigrar tras ser saqueado su domicilio e incendiado su comercio.