POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
18 de octubre de 1934:
-El Gobierno Civil y la Comandancia Militar intervienen el Ayuntamiento de Parres y destituyen a la Corporación Municipal por su conducta ante los sucesos revolucionarios que acababan de ocurrir en Asturias.
Quedaría señalado este año 1934 por las numerosas muertes que hubo por tuberculosis, pero la Revolución de Octubre tuvo consecuencias en Parres como vemos a continuación:
El día 18 del citado mes se presentaron en el Ayuntamiento el cabo Teodoro Sejas Álvarez y el vecino Amador Llano Corral para entregarle al alcalde una comunicación de la Comandancia Militar de la zona, en ella se notificaba que toda la Corporación quedaba destituida y el único gestor a partir de ese momento sería el citado Amador Llano Corral.
Fueron suspendidos de sus funciones el alcalde -elegido en abril de 1931 con la llegada de la II República- Joaquín Corral Collado, así como los concejales: David Llamedo de la Vega, Bernarbé Llano Ruisánchez, Andrés Llano Gutiérrez, Hermógenes Cueto Fernández, Santiago Abarca Menéndez, José García Martínez, Manuel Cayarga Vega, Félix Soto Molledo y Juan Martínez Llano.
No fueron suspendidos y siguieron en sus funciones los concejales: José García Pando, José Toraño Fernández y Manuel Suárez Fabián.
La comunicación del cese se hizo no estando presente el secretario -que se hallaba de viaje en Oviedo por asuntos familiares- ni el interventor, por lo que hizo las funciones de secretario accidental Cipriano Rodríguez Cibrián, el cual llevaba muchos años de funcionario y le aguardaban muchos más.
En sustitución de los cesados, el Gobernador Civil nombró -además de al alcalde- a José Aquilino Pando Blanco (último alcalde que había sido en la dictadura de Miguel Primo de Rivera y que volvería a serlo tras la Guerra Civil, entre 1939 y 1942), a Ramón Quesada Quesada, Francisco Collía de la Fuente, Manuel Somoano Caldevilla, Adolfo Laucerica Pandiella, Manuel López Fernández, José Cayarga y a Manuel García Guerrero.
Un día después se hizo arqueo contando el efectivo y saldo que arrojaban las cuentas municipales ante el depositario Obdulio del Llano Martínez.
¿Qué alegó el Gobernador Civil para intervenir el Ayuntamiento de Parres democráticamente elegido tres años y medio antes?
Pues que suspendía de sus cargos a los antes citados por considerarlo conveniente “vista la conducta observada durante el pasado movimiento revolucionario y para mantener el orden público”. De modo que le parecía que la “tibieza” de los suspendidos ante los citados hechos y su falta de cooperación no merecían la absoluta confianza de las autoridades civiles y militares.
Las citadas autoridades esperaban que la Corporación Municipal de Parres debería haber condenado rotundamente los hechos ocurridos desde el día 5 de octubre con motivo de la huelga general revolucionaria en la que más de 30.000 trabajadores (mineros en su mayor parte) formaron el que llamaron Ejército Rojo Asturiano, mientras en Gijón se proclamaba la República Socialista Asturiana y en Oviedo no pocos edificios quedaban arrasados e incendiados, como la Universidad o el teatro Campoamor, siendo dinamitada la Cámara Santa de la Catedral.
Aquella Revolución de Octubre dejó en Asturias unos 2.000 muertos y centenares de edificios destruidos, especialmente los relacionados con la Iglesia católica y sus instituciones.
La Revolución de octubre de 1934 acabó convirtiéndose con el tiempo en casi un mito para la izquierda obrera española; una revolución fracasada, la última del occidente europeo que algunos llegaron a comparar con la Comuna de París o el mismísimo Sóviet de Petrogrado de 1917.
Por otra parte la cimentación de las Escuelas Graduadas de Arriondas supuso en 1934 un gasto adicional de 19.726 pts. de las que el Estado abonó 13.808 pts. y el Ayuntamiento las 5.918 restantes. Al tratarse de un imprevisto, fue el propio alcalde republicano Joaquín Corral Collado -junto con Faustino García Miyar- quienes prestaron o anticiparon esa cantidad, sin intereses.
¡Quien les iba a decir a ambos que este Grupo Escolar debería esperar aún trece años para ver concluida su construcción -con una Guerra Civil de por medio- y que ambos acabarían reclamando a la Corporación franquista de 1947 que se les devolviesen esas cantidades que habían ingresado en la Caja General de Depósitos a favor de la Dirección General de Primera Enseñanza!
En su momento los encontraremos a ambos solicitando la devolución de un total de 4.438 pts. y no las 5.919 que se citan la primera vez como anticipo (pues anotarán en su instancia que el préstamo había sido de 1.479 pts. por parte del alcalde y 2.959 pts. por la de Faustino).
De hecho les devolvieron -de momento- la mitad del dinero que habían prestado.
Llamativo es saber también que éste primer alcalde -democrática y mayoritariamente elegido en Parres al proclamarse la II República- sobrevivió a la Guerra Civil y a sus posteriores detenciones, venganzas y ejecuciones.
En un principio las escuelas de Arriondas se iban a levantar en el lugar de La Llera denominado “El Pozón”, pero sólo en cimentación habría que invertir 50.000 pts. Una idea al final desechada.
Algunos vecinos apuntaban que para situarlo en el lugar donde al final se construyó debería elevarse casi tres metros sobre el nivel del suelo, y les parecía que la que hoy es Casa Municipal de Cultura parecería “una jaula colgante”, sobre pilares y -en caso de desbordamiento del Sella- habría poco menos que acceder a ella en embarcaciones.
No sabían aún los vecinos que esos casi tres metros quedarían cubiertos con relleno y en los taludes laterales se sembraría césped, al final se hicieron las gradas que todos conocimos.
En agosto se habían creado y aprobado escuelas mixtas para Fresnidiello, Pendás y Bode, una para niños en Granda y otra para niñas en Lago-Vallobil.
Para las escuelas de Collía hubo de levantarse un muro que costó 4.824 pts. y su constructor José F. Menéndez, de Oviedo, reclamaba el pago del mismo, pero el Ayuntamiento no se sentía comprometido a pagarlo alegando que en ningún momento había dado orden de construirlo; abonó alguna pequeña cantidad en señal de buena voluntad, señalando que pagaría el resto cuando dispusiese de medios.
El puente de la Mermeyina seguía sin construirse después de casi tres años de haber sido eliminado por la compañía del ferrocarril Económicos, mientras las protestas para que fuese de nuevo construido no cesaban entre los vecinos.
La contabilidad municipal no dejaba pasar ningún detalle y así vemos -por ejemplo- el abono de diez pesetas por llevar en un automóvil hasta Arriondas al herido Manuel García Longar que había sido atropellado en la Vega de los Caseros por otro automóvil, cuyo viaje lo había pagado el Ayuntamiento de Cangas de Onís, pero éste reclamaba esa cantidad por no estar la Vega de los Caseros en su concejo.
En el barrio de La Sala se construyeron unas paredillas a los lados de la carretera, sobre la riega o arroyo que bajaba hacia el río Piloña y que muchos conocimos, y la causa fue que un vecino de Vallobil había caído al citado arroyo y había fallecido como consecuencia de las heridas que se produjo.