MEMORIAS DEL CONCEJO DE PARRES 1835-1985 (CAPÍTULO LXXX)
Dic 18 2019

POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)

Llegados al año 1944 lo primero a destacar es que el día 6 de enero aún no era festivo en España, por lo que en nuestro Ayuntamiento de Parres se celebró la habitual sesión permanente.

El futuro campo de juego y recreo de las escuelas graduadas comenzó a tomar forma con el derribo del tendejón que en él se encontraba, abonándosele a los vecinos Antonio Cardín, José Cueto y Enrique Iglesias 750 pts. por ese derribo, más otras 189 pts. por la clasificación y traslado de los materiales generados, los cuales se sacaron a subasta posteriormente por 2.380 pts. y así se anunció en el BOE de la provincia.

A uno de los serenos se le multó y apercibió desde Secretaría por no haberse presentado cuando se le requirió para que informase de la desaparición de materiales que estaban depositados en terrenos municipales.

La situación económica del Ayuntamiento siempre fue deficiente y -tras la Guerra Civil- siguió con la misma precariedad, de modo que era habitual que no pudiese contribuir económicamente para ayuda de diversas causas para las que se le solicitaba apoyo desde dentro y fuera de la que era Provincia de Oviedo, además bastante tenían con pagar medicamentos y ayudas para los numerosos pobres del concejo, incluidos muchos ataúdes para tantos vecinos que -textualmente- “no tenían ni dónde caerse muertos”.

Los farmacéuticos titulares eran Faustino García Quesada y Ramón Hevia Miyares desde que se constituyó la nueva Corporación en 1937, y en diciembre de 1942 Faustino había reclamado ante el Presidente de la Mancomunidad Sanitaria Provincial que el Ayuntamiento de Parres le abonase los haberes y quinquenios a los que tenía derecho, pero los gestores municipales le hicieron constar que había tenido cerrada su farmacia desde que se había iniciado el Movimiento Nacional hasta 1939 y que -tras la Liberación de Asturias- no había manifestado su intención de continuar prestando servicios en su farmacia, motivo por el que los medicamentos de la beneficencia municipal eran adquiridos solamente en la farmacia Hevia Miyares; de modo que se abrieron nuevas negociaciones bilaterales para saber si dicha farmacia se reabriría o no.

En esta disputa que mantenía el farmacéutico Faustino Sánchez Quesada con el Ayuntamiento intervino la Junta de la Comunidad Sanitaria resolviendo que debían abonársele 2.750 pts. anuales desde el 10 de febrero de 1939, además de todos los derechos de quinquenios desde julio de 1935 a julio de 1936, y a partir de febrero de 1939.

El Ayuntamiento se negó y recurrió ante el Ministerio de la Gobernación alegando que el citado farmacéutico había tenido cerrada su oficina de farmacia en Arriondas y ni siquiera la había reabierto tras la liberación de Asturias, limitándose a cobrar los haberes correspondientes al que llamaban “período rojo”.

En 1944 ocupaba la alcaldía Ramón Junco Pando y uno de los guardias municipales llevaba varias semanas ingresado en el Hospital Provincial, careciendo de otros recursos para sostener a su familia, por lo que le abonaron los haberes correspondientes a dos meses más.

Tiempos de muchas necesidades, hasta tal punto que en el Ayuntamiento no tenían ni máquina de escribir propia, debiendo alquilar una a José González Blanco a razón de 100 pts. al mes.

Anecdótico es el dato de que el Jefe Provincial de Falange remitiese a la Corporación cuatro entradas para una corrida de toros en Oviedo y cuyo precio era de 220 pts.

Dos las adquirieron para otros tantos concejales y las otras dos las ofrecieron a quien las quisiese…debiendo abonar su importe desde el capítulo de “imprevistos”…

Ese año 1944 entregaron para las fiestas de Sta. Rita 800 pts. y se celebrarían los días 21, 22 y 23 de mayo, domingo, lunes y martes.

Varias denuncias de vecinos de los pueblos y de la villa llegaron a las Consistoriales porque algunos maestros nacionales no impartían clase en los horarios reglamentarios establecidos; dándose desde el Ayuntamiento orden a los alcaldes de barrio para que vigilasen las deficiencias y abandonos que hubiese por parte de los citados maestros.

Un viaje de taxi a Cangas de Onís (7 km.) costaba 45 pts., importe que se le abonó a Jesús González por llevar al alcalde hasta la plazuela del puente con la finalidad de que decidiese el lugar exacto que debía ocupar el fielato a la entrada de la ciudad vecina.

Y a este lugar fueron a parar algunos de los materiales del derribo del tendejón del que hablamos más arriba, pues la obra se le encargó por administración al vecino de Arriondas Ángel Muñiz Fernández. Este nuevo fielato del puente costó 1.600 pts.

Debo señalar que a este lugar se le denominaba algunas veces en diversos documentos como la Plazuela de Eguibar, por ser vecina del mismo Dolores Eguibar y Vigil Escalera, a la que se cita en alguna ocasión por diversas razones.

No estaban reguladas las vacaciones de los funcionarios, de modo que el 27 de junio de 1944 y recién estrenado el verano, fue el empleado de Estadística, Leopoldo Somoano Berdasco, quien solicitó mediante instancia que les concedieran vacaciones a los funcionarios del Ayuntamiento y -por unanimidad- acordaron concederles quince días a todos ellos, procurando que no quedasen desatendidas las oficinas, por lo que deberían acordarlo con el secretario Silvino Otero, al que le concedieron también un mes de vacaciones a elegir durante el verano.

Además, algunos de estos trabajadores como Cipriano Rodríguez, Ángel del Valle, Ramón Miyares y el mismo Leopoldo Somoano, solicitaron se implantase en el Ayuntamiento la jornada intensiva (como se hacía en otras oficinas y dependencias del Estado), de manera especial desde el 1.º de julio hasta el 30 de septiembre.

Por unanimidad fue aceptada la propuesta desde el ya próximo día 3 de julio, lunes, hasta el 15 de septiembre, viernes. El nuevo horario sería desde las 8,30 hasta las 14,30 horas para los empleados de oficina, mientras quedaba en manos del secretario el obligar al resto de empleados a hacer horas extraordinarias si así lo exigían las necesidades de funcionamiento municipal.

Si no cumplían el horario anunciado se anularía el acuerdo tomado.

Y -de esta forma- desde el verano de 1944 la jornada intensiva llegó para quedarse durante muchos veranos en las dependencias municipales parraguesas.

Y ya que mencionamos aquí y aparece en multitud de ocasiones a lo largo de los años Leopoldo Somoano Berdasco (también su hermano Vicente) habrá que añadir que eran miembros de una de las más conocidas familias parraguesas, de notoria influencia por diversos motivos.

Formaron la familia doce hijos, uno de los cuales (Luis León) falleció de difteria con dos años de edad.

Vicente -el padre de esta familia- fue Secretario del Juzgado, y así lo encontramos en numerosos documentos relacionados con el mismo, como los certificados de nacimiento, matrimonio, defunción y otros.

Leopoldo llevaba temas de Registro, Estadística, Servicio Militar de los vecinos del concejo y algunos asuntos más, como agente de seguros. Víctor fue abogado en RENFE, en Oviedo, León y Madrid, sucesivamente. Julio trabajó en el Instituto de Previsión. Luz perteneció a la Institución Teresiana y ejerció la docencia casi siempre en Santoña. Cristina fue maestra en Arriondas y Directora del Colegio Público de EGB de la villa. José María -el primogénito- nació en 1902 y fue ordenado sacerdote en Madrid en 1927 y -junto con José Mª Escrivá de Balaguer- estuvo en los orígenes del Opus Dei; falleció en 1932 en el madrileño Hospital del Rey, en el cual había sido capellán. Rafael fue también ordenado sacerdote y desempeñó durante años la labor de profesor en el Seminario Metropolitano de Oviedo, fue canónigo de la Catedral de Oviedo y Deán Presidente del cabildo de la misma.

Alguna mujer trabajaba ya para el Ayuntamiento, como era el caso de Amparo Vega Mustel, empleada temporera como escribiente en la sección de Abastos, a la que se cita muchas veces y le abonaban 150 pts. mensuales por su labor.

Dieciséis ´mozos´ fueron declarados prófugos en 1945 por no presentarse para ser alistados en el ejército como soldados. Bien es cierto que en algunos casos era porque no estaban en el país en ese momento, estaban enfermos y nadie pasaba la información, había ´desaparecido´ durante la guerra y casos similares.

Por ejemplo, uno de los convocados fue Arturo Eugenio Silverio Velasco -hijo de Enrique y de Gloria- como ya comentamos en un largo artículo sobre su madre (“Una mujer comprometida. Memoria de Gloria Velasco, alcaldesa de Parres en tiempos convulsos”) había marchado al exilio, primero a Francia y después a Chile. Eugenio era el mayor de los cuatro hijos de Gloria.

Todo tipo de representantes de órdenes religiosas solían pasar por el Ayuntamiento pidiendo limosna, tanto de dentro como de fuera de Asturias (monjas de Betanzos para niños lisiados, monjas del asilo de Pola de Siero o de la orden de San Juan de Dios de Gijón, frailes pidiendo ayuda para sus conventos, todos ellos iban recorriendo un ayuntamiento tras otro (además de acudir a parroquias y casas particulares). En Arriondas solían concederles como media unas 25 pts. a cada peticionario.

La mayor subvención que durante años se recibió en las Consistoriales iba destinada a la feria de ganados del 18 de julio, en este año 1945 fue de 2.000 pts. remitidas por la Junta Pecuaria de Oviedo.

Toda la gestación e historia relativa a este certamen ya las publiqué en “La Nueva España” el 11 de julio de 2013 y puede el lector encontrarla bajo el titular “LXX Concurso-exposición de ganados del oriente de Asturias en Arriondas. Su origen -hace ahora 75 años- está plagado de anécdotas”.

Por otra parte, el 27 de julio el Consistorio compró una copa -a modo de trofeo- que le costó 100 pts. como aportación al que llamaban “Descenso del Sella en Piraguas” que en este año 1944 se volvía a celebrar -en su VII edición- tras ocho años de paréntesis motivados por la Guerra Civil y sus primeros duros años de posguerra, todo ello tras rogarle sus amigos a Dionisio de la Huerta su regreso a la prueba, el cual se hizo cargo de la parte festiva desde Infiesto, mientras de la parte deportiva se encargó el Grupo Cultura Covadonga, el cual había sido fundado en Gijón en 1938, antes de finalizar la guerra.

Lo curioso del caso es que en las actas municipales se puntualiza que dicha copa se la entregaron a la Comisión de Festejos de la Villa de Gijón para que la adjudicase a quien la mereciese, a través de la alcaldía de la citada villa.

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