POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Es curioso que nunca aparezca ninguna referencia en los archivos municipales de Parres a la Segunda Guerra Mundial durante la misma (1939-1945). De hecho, en un solo caso se hace alusión cuando el Ayuntamiento envió un telegrama al Gobierno Central con motivo de la terminación del que llamaron “conflicto europeo”, al que respondió dando las gracias el “General Secretario Militar y Particular de Su Excelencia el Jefe del Estado”.
Los comerciantes abonaban una cantidad por el servicio -tanto diurno como nocturno- de vigilancia de sus negocios, además de la parte que se pagaba desde los fondos municipales.
Muy curioso fue el caso en el que el Director General del Banco Herrero -desde Oviedo- se interesase porque la sucursal bancaria de la citada entidad en Arriondas quedase exenta de pagar la correspondiente tasa, poniendo varias objeciones para que se le eximiese del pago.
La Corporación no cedió a las presiones al considerar que era un impuesto municipal del que la banca no estaba excluida, promoviendo en consecuencia el citado director un recurso contencioso-administrativo contra el Ayuntamiento sobre el pago de impuestos destinados a dicha vigilancia.
El 2 de agosto de 1945 se acordó que el alguacil del juzgado cerrase la llave de paso de la conducción de aguas de la villa todas las noches a las 23 horas hasta las 8 horas del día siguiente, llave general que se encontraba en Castañera.
A veces había algunos desencuentros entre la Corporación y otros estamentos y funcionarios, como denuncias contra alguno de los médicos que reclamaba sus quinquenios y que no le reconocían, incluso contra el Secretario del Juzgado Municipal que -en este último caso- el Gobierno de la Audiencia Territorial decidió archivar.
Al que se conocía como Descenso de Piraguas por el río Sella le concedió una ayuda de 250 pts. a petición del alcalde de Ribadesella, realmente una cantidad muy pequeña.
Ese año el VIII Descenso se celebró el día 11 de agosto y estrenó un Comité Provincial, siendo en Juez Árbitro Dionisio de la Huerta, el fundador de la prueba.
El “tren fluvial” se puso en marcha en esta edición de 1945, por lo que su septuagésimo quinto aniversario se celebrará en este año 2020, cuando se redactan estas “memorias”.
También en este año se conmemorarán los 90 años del que se puede considerar como primer Descenso, en 1930, aunque realmente tendrá lugar el 8 de agosto el LXXXIV Descenso, dado que a causa de la Guerra Civil no se celebró entre los años 1936 y 1943 -ambos inclusive-, pero no nos saldrían las cuentas y faltaría un año…el correspondiente a 1950 cuando en vez de celebrarse el XIII Descenso «saltaron» del XII al XIV , como tantas veces se ha comentado, abonando la más absurda superstición sobre el número 13 que llegó hasta esta prueba deportiva, lo increíble es que muy culto Dionisio de la Huerta no se opusiese a semejante dislate.
El tren iba equipado con altavoces, banda de música, bar, gaiteros, etc.
De modo que se aprovechó que el ferrocarril Económicos de Asturias recorría toda la orilla del río entre Arriondas y Ribadesella para incorporarlo a la fiesta con multitud de selleros que abarrotaban sus vagones.
Se habían inscrito veinticinco piraguas, aunque sólo tomaron la salida en Arriondas dieciocho.
La Sociedad Colombófila Parraguesa -de Arriondas- con el fin de que la fiesta resultase más vistosa decidió soltar cien palomas en el instante en el que llegase la piragua de los campeones al puente de Ribadesella, que resultaron ser Armando Menéndez y Juan Palacios, del Grupo Covadonga, de Gijón. Armando había ganado también el año anterior y volvería a hacerlo en 1946.
La suelta de palomas pasaría así a formar parte de esta prueba, tanto en la salida en Arriondas, como en la meta riosellana, y ésa -y no otra- es la razón y memoria por la que se han incorporado al cañón que da la salida unas palomas de bronce sobre el tubo del siglo XVIII que conserva.
La suelta de palomas en Arriondas se ha sumado recientemente al mismo momento de la salida de las piraguas, después de muchos años de olvido y despreocupación.
Aquella noche del 11 de agosto el comandante de la Guardia Civil del puesto de Arriondas sorprendió a las 2,25 horas de la madrugada a alguien que estaba “intentando robar” en el establecimiento conocido como “La Económica”, propiedad de José de la Parte.
El comandante presentó la correspondiente denuncia contra esta persona -funcionario municipal- el cual fue destituido de sus funciones y sustituido por José García -vecino de Castañera-.
Tendría que pasar casi un año (el 4 de julio de 1946) para que dicho funcionario presentase su dimisión con la renuncia expresa a todos los derechos que pudieran corresponderle, aceptándosela la Corporación -con Julio Fdez. Glez. como alcalde- y dándole las gracias por los servicios prestados, mientras el dimisionario (que había sido destituido un año antes) se trasladó a vivir a otra localidad asturiana.
Aún en estos años se abrían minas en el concejo de Parres. David Aguirre Fernández, vecino de Oviedo, solicitó explotar una concesión minera (Nº 24.434) en los términos de “Pico Castiello” y “El Argayón”, en los hectómetros 7 y 8 del kilómetro 77.
Lo mismo solicitó Ángel Bravo -también de Oviedo- en el terreno “Riega oscura” para la extracción de arenas silíceas, por la que le solicitaron un canon de 1.000 pts. anuales, más otras mil por las ya extraídas.
Un tercer ovetense -Daniel Aguirre- también solicitaba autorización para los mismos lugares que el primero, seguramente hermano suyo.
Todavía el 29 de diciembre de 1945 la inspectora de Enseñanza Primaria apercibió a la Corporación de que, si en el plazo de un mes no se solucionaba el problema del campo y patio de juego escolar de las nuevas escuelas de Arriondas para que el arquitecto pudiese aprobar de una vez las obras, clausuraría las seis aulas incluidas, dado que aún no se habían adquirido ni la casa ni los terrenos contiguos al campo escolar ni se había iniciado el proceso de expropiación de los mismos…y así -como veremos- pasarán otros cuatro años más.
Rara era la semana en la que no fallecía algún pobre en el concejo al que había que pagarle el ataúd y al enterrador, en el primer caso 35 pts. a Lino Cofiño, José Somoano o Carbajal por hacer el ataúd y, en el segundo, 30 pts. a Enrique Martínez.
El fielato de Soto de Dueñas estaba situado en un edificio en alquiler a María Pérez, a la que se le abonaban 150 pts. anuales.
Pilanegro era como un ´pozo sin fondo´ donde decenas de parragueses y forasteros solicitaban extraer piedra de dicha cantera, abonando las tasas correspondientes.
Incluso para construir hornos para la fabricación de cal, como en el caso de Manuel Pendás Fernández, que solicitó hacer un horno de doce metros de frente y levantar una chabola de cuatro metros cuadrados para guardar herramientas.
A Ramón García Miyares se le atendieron sus dos peticiones para extraer piedras de esta cantera, así como para sacar arena de la orilla del río Sella en la zona de El Barco, debiendo pagar a razón de 30 céntimos por cada metro cúbico de piedra, conmutable por echar grava en las calles que lo precisasen, labor a realizar por su cuenta. Debería abonar 500 pts. por la arena extraída desde mayo a diciembre de 1946, concesión prorrogable por otro o más años.
Cuando aparecían bombas sin explotar de la reciente Guerra Civil se encargaba de explosionarlas el maestro artificiero Rafael Pacheco, y así fue a Triongo -por ejemplo- a explosionar una bomba de aviación, pagándole 8 pts. por el alquiler de la bicicleta para desplazarse.
Ya en el año de 1946 se destinaron 4.000 pts. para la feria de ganados del 18 de julio, otras 700 pts. para los demás festejos de la villa y 200 para celebrar el aniversario de la ´liberación´ de la villa tras la Guerra Civil.
Coincidiendo con la feria ganadera también se celebraba una Exposición Comarcal de Artesanía, con una dotación de 500 pts. en premios.
Las competiciones de “tiro al plato” tuvieron cierta fama en Arriondas y -por ello- se adquirió un trofeo en la prestigiosa joyería de Pedro Álvarez, en Oviedo, por 121 pts.
José Tarapiella -de la Electra de Coviella- presentó instancia y facturas correspondientes a la electricidad consumida desde finales de 1935 hasta julio de 1936 y otra desde julio de 1936 hasta septiembre de 1937. La Corporación decidió abonarle 3.105 pts. correspondientes a los trimestres anteriores al “periodo rojo”. Aunque el secretario les hizo saber que legalmente por otros acuerdos municipales previos se había acordado no pagar dichas facturas y que -después de diez años- había prescrito la deuda, eran improcedentes las facturas y la instancia de Tarapiella, pero la Corporación decidió persistir en su decisión de abonar las 3.105 pts.