POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
– El 19 de octubre de 1948 fue nombrado como nuevo alcalde José Manuel Ruiz Portilla, y en estas ´memorias´ lo citaremos a partir de este momento ante multitud de decisiones muy importantes para el concejo que la Corporación tomará con él al frente durante los siete años siguientes, hasta 1955.
Serán sus tenientes de alcalde: Ramón Junco Pando, Darío Quesada Arnedo y Pedro Rodríguez Noriega.
– Llamaba la atención de la Corporación Municipal un hecho que se repetía -trimestre tras trimestre- a la hora del acuerdo para abonar las facturas que presentaban los dos farmacéuticos de la villa.
Por un lado, la farmacia regida por el nuevo alcalde -José Manuel Ruiz Portilla- presentó la facturación correspondiente al último trimestre de 1948 según la cual los gastos ocasionados por todos los pobres del concejo sumaban 578 pts. y los medicamentos de la Guardia Civil del puesto de Arriondas suponían 236 pts., mientras la farmacia de Ramón Hevia presentó factura a favor de la beneficencia pública por 561 pts., mientras llegaba a 523 pts. la de las familias de los pocos guardias civiles.
La desproporción de gasto entre las numerosas familias pobres del concejo y la del cuartel de la Guardia Civil era tan evidente que el mismo alcalde (y farmacéutico) ordenó que se fiscalizase el suministro de medicamentos a la Guardia Civil a partir de ese momento, dado que lo consideraba “completamente excesivo”, no podía entenderse que las medicinas de decenas de “pobres de solemnidad” fuese de 1.139 pts. por tres meses y la de la Guardia Civil alcanzase las 759 pts.
Al finalizar el siguiente trimestre, primero de 1949, las facturas de medicamentos de la beneficencia pública sumarían 1.376 pts. y las de las tres o cuatro familias de guardias 524 pts.
No hay constancia alguna por escrito de los resultados de la “fiscalización” ordenada por el alcalde en este asunto, y la situación no sólo no se solucionó proporcionalmente, sino que se agravó en los años siguientes, llegando varias veces a superar la facturación de gastos de medicinas del cuerpo armado a la de toda la beneficencia del concejo que contaba con más de 8.000 vecinos.
Llegaremos a encontrarnos cuatro años después (en 1953) con una facturación trimestral de medicamentos a favor de la casa cuartel de Arriondas que duplicará a la de toda la beneficencia pública (2.400 pts. frente a 1.134 pts.).
De este tema ya hablamos en el sentido de que el Ayuntamiento también abonaba los gastos de agua, luz, renta, teléfono, arreglos y reparaciones de la casa cuartel, etc. de las hasta siete casas diferentes en las que -sucesivamente- estuvo el cuartel de la Guardia Civil en Arriondas hasta el advenimiento de la Segunda República, cuando la nueva Corporación surgida de las urnas dejó de abonarles los gastos de medicamentos, alegando que los guardias percibían sueldos por encima de los que tenían la mayoría de los vecinos y que podían costearlos de sus propios bolsillos.
– Cada mes se incrementaba la lista de familias que solicitaban ayuda, cuyos nombres y datos se conservan; por ejemplo, en los inicios de 1949 una familia completa de Castañera pedía medicinas gratis; una madre de Llames (que ya recibía ayuda) la solicitaba para sus dos hijos de 27 y 34 años, sin trabajo ni propiedades; los vecinos de tres pobres -recién fallecidos en diferentes pueblos- avisaron de que se les pagasen los correspondientes ataúdes, 100 pts. cada uno; y las comidas a no pocos ambulantes también eran abonadas por el municipio.
En su momento haremos la mención correspondiente a la labor de Cáritas Parroquial, puesto que en los libros de registro del cura párroco Manuel Riera Prida (en Arriondas entre 1954-1980) figuran centenares de anotaciones de su puño y letra verdaderamente dignas de encomio y alabanza, ayudas en metálico, en alimentos, en bienes materiales, en traslado a hospitales y otras.
– Aún en enero se abonó una subvención por 400 pts. a la Sociedad del “Concurso de las Piraguas” que tenían pendiente desde el agosto del año anterior.
-Juan Fernández González -como presidente- y José González Díaz -como tesorero- del Club de Fútbol “Arenas del Sella” solicitaron autorización para utilizar la “finca” conocida como La Llera para destinarla a terreno de juego para el deporte del fútbol, para lo cual realizarían determinadas obras que ya tenían proyectadas en dicha finca.
Para estudiar esta cuestión se nombró una comisión presidida por el nuevo alcalde y cinco gestores municipales.
– La casa ya adquirida a Antonio Prieto del Valle por 50.000 para ser derribada y poder concluir el patio escolar aún estaba pendiente de saber quién era su legítimo dueño, puesto que Antonia Rosete Cuétara insistía en tener documentos en el juzgado atestiguando ser la propietaria de la misma. Mientras, el alcalde y un teniente de alcalde acudían a Oviedo a consultar a dos letrados sobre este tema que se alargaba ya durante demasiados meses.
La solución definitiva llegó cuando la mencionada Antonia Rosete notificó al Ayuntamiento que dejase sin efecto todos los requerimientos e instancias que había presentado contra la venta del edificio propiedad de Antonio Prieto del Valle, al haber llegado a una “transacción” con este último.
Fue el notario de Ribadesella Ignacio Sanz de Santa María y Tinturé quien otorgó la escritura pública de compra-venta de esta casa y se le abonó como minuta la cantidad de 554,50 pts.
– Y con el grupo escolar de la villa recién inaugurado, sorprende mucho saber que la Corporación notificó al director de estas Escuelas Graduadas que procurase evitar que los niños hiciesen sus necesidades fisiológicas en las inmediaciones de dichas escuelas y en el campo escolar de las mismas, como venía ocurriendo hasta la fecha, al igual -añaden- que en las fachadas de dicho edificio…
Al mismo tiempo se comenzó a buscar una limpiadora para estas escuelas por 60 pts. mensuales, dado que Luisa Pérez -que era la encargada de este trabajo- pasó a realizar el mismo sólo en el Ayuntamiento, a razón de 100 pts. al mes.
Pocos días después se contrataría a Teresa Prieto Valle, atendiendo a su previa solicitud.
– El antiguo alcalde, Julio Fernández González, se incorporó a su puesto de trabajo como maestro nacional y -junto con otros maestros- reclamó un aumento de consignación para pago de la casa-habitación que ocupaban.
Esto le suponía a la Corporación el tener que abonar 22.000 anuales como renta de las viviendas de dichos maestros, y se consideró que provocaría un quebranto en la caja de depósitos municipal, a la cual no llegaban más ingresos que los procedentes de los arbitrios que las ordenanzas permitían imponer a los vecinos.
La reclamación del magisterio local fue posteriormente desestimada por la Delegación de Hacienda de Oviedo.
– También el anterior alcalde se quejó de que una brigada de obreros estaba destruyendo parte de las obras del muro de consolidación del parque de La Llera, en Arriondas, muro construido contra los desbordamientos de los ríos Sella y Piloña a su paso por la capital del concejo.
Hacía hincapié Julio Fernández en que ese terreno se había adquirido a la madre política de Manuel Argüelles, dedicado sólo a parque y para una calle a lo largo del muro, terrenos que una sociedad deportiva pretendía utilizar como campo deportivo, suplicando no se cediesen dichos terrenos municipales bajo ningún compromiso.
Como ya escribí en otra ocasión, no fue cosa fácil adquirir esa extensa finca a la Condesa de Revillagigedo -que se resistía a deshacerse de ella- de modo que hubo que negociar con su yerno Manuel Argüelles (que había sido ministro de Hacienda y Fomento durante el reinado de Alfonso XIII y -nuevamente ministro de Hacienda- en la dictadura de Primo de Rivera). Argumentando que la finca se dedicaría a parque público y -con los buenos oficios de su yerno- la condesa se avino a la venta y ésta fue concertada en 4.000 pesetas, imponiendo la condición de que se consignase en la escritura que nunca se le podría dar otro destino que el indicado, tal como consta en los libros de actas del Ayuntamiento Parragués correspondientes a 1925 y 1926.
Gracias a esta limitación se impidió que -en 1955- se construyesen en La Llera las 48 viviendas del barrio que seguimos llamando “Tocoti” -tal como alguien pretendió hacer- e impidió el alcalde Ruiz Portilla, comprando fincas en El Llerón de El Barco para edificar las viviendas sociales mencionadas.
– Recordemos que el actual Parque de La Llera recibió en 1929 el nombre de Parque del General Zuvillaga (Gobernador Civil y Militar de Asturias en la Dictadura de Miguel Primo de Rivera) y -desde el 21 de abril de 1931 hasta la Guerra Civil- se denominó Parque de la República.