POR FRANCISCO ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Era el día de Navidad de 1922 cuando Fructuoso Sierra -vecino pobre de Cividiello- sufrió una caída grave, falleciendo horas después, encargándose varios vecinos de llevarle al depósito municipal en Arriondas. El Ayuntamiento abonó 48 pts. a Lino Cofiño por el ataúd y 4 pts. a cada uno de los cuatro mozos que lo llevaron al cementerio, a saber: Avelino Canteli, Francisco Fernández, Rafael Cofiño y José Cofiño. Al sepulturero Bernardo Longo le pagaron 5 pts.
El año concluyó con la donación de terrenos que hicieron Bárbara Toraño, Santiago González, Ramón del Valle y Ramón Cueto para que pudiese abrirse una calle en los prados de Las Llamargas, calle que fuese desde el río Sella hasta el “terraplén del ferrocarril” (la actual calle Ramón del Valle que va desde el Centro de Salud hasta la vía del tren), con la intención de que sirviese de estímulo para que otros propietarios se animasen a hacer lo mismo.
Eran municipales Manuel García y José González, cuyos sueldos eran tan míseros que la Corporación les dio una gratificación navideña de 100 pts. a cada uno. Además, a Manuel le pagaron el traje que le confeccionó Ramón Hevia por 169 pts.
También le abonaron 40 pts. al vecino de Ponga Manuel Cueto Diego, por haber dado muerte a “tres lobos mayores”, y 20 pts. al pobre de solemnidad Generoso Rodríguez -vecino de Prunales- para ayuda de la caja mortuoria de un hijo.
La misma Corporación se extrañaba de que los panaderos vendiesen cinco céntimos más caro el pan en la villa de Arriondas que en la línea de sus carruajes hasta Cangas e Infiesto, y a los tablajeros les pidieron que bajasen el precio de la carne, a lo que aquellos se negaron alegando que mientras no bajase el precio del ganado que adquirían no lo harían.
Fue en febrero de 1923 cuando se presentó el proyecto de camino vecinal desde La Vega de los Caseros hasta el puente de Romillo, con un presupuesto de 71.450 pts. Obras Públicas concedió al año siguiente para este camino la cantidad de 11.432 pts.
¿Por qué desaparecían tantos vecinos y -al cabo de diez años- se daban por muertos?
Por ejemplo:
Nazario Vega Dago, de Collado de Andrín; José González Llenín, del Coto de Llames, los hermanos Malaquías y Alfredo Escandón Fernández, de Bodes; David y Ceferino Collía, de Bode; Francisco Gutiérrez Granda, de Prunales o Francisco Prieto García, de Arenas.
No siempre los que se daban por desaparecidos eran jóvenes, pues en algunos casos eran padres de familia, a la que dejaban abandonada.
Como era habitual, ochenta y dos mozos del concejo no se presentaron a la clasificación de soldados del reemplazo de 1923, siendo declarados prófugos.
Era numerosa también la cantidad de parragueses en edad militar que estaban en Cuba y acudían a tallarse en los consulados de La Habana, Matanzas, Santiago o Camagüey, siendo declarados no aptos bastantes de ellos, especialmente por no tener un perímetro torácico con los centímetros mínimos exigidos, o carecer de la altura correspondiente.
Sorprende a cualquiera el saber que Enrique Pérez Granda -vecino de Fíos- presentó el 28 de abril un escrito en el Ayuntamiento en el que manifestaba su deseo de construir un aparato de su invención para volar sin motor, es decir, impulsado por la propia fuerza del hombre, para lo que necesitaba recursos, esperando que la Corporación Municipal le concediese la cantidad en metálico que creyese conveniente y que -estando completamente seguro del resultado de su invento- se comprometía a devolver el cuatrocientos por ciento de la cantidad recibida cuando vendiese la patente.
La Corporación le respondió que -sintiéndolo mucho- no disponía de cantidades suficientes para ayudarle, además de que las disposiciones vigentes no les permitían destinar cantidad alguna a fines distintos a los que eran objeto de su presupuesto habitual y, así, desestimaron la petición de Enrique.
¡Vaya el lector a saber si Parres perdió un inventor de altura (nunca mejor dicho) o si por algún desván de Fíos se conserva el proyecto de su vecino, como si de un nuevo Leonardo da Vinci se tratase!
José Aquilino Pando (que sería alcalde dos años después y, de nuevo, en 1939) solicitó autorización para explotar la cantera de Pilanegro y extraer piedra de mampostería y grava.
Fueron muy numerosos los vecinos (y forasteros) que extrajeron piedra de esta cantera a lo largo de muchísimos años, los cuales pedían pagar 10 pts. trimestrales por la explotación, pero el Ayuntamiento pedía 10 céntimos por metro cúbico, dado que 10 pts. trimestrales dependerían del número de trabajadores de cada jefe de extracciones.
Y la aportación municipal para las fiestas de Sta. Rita de 1923 fue de 1.000 pts.
Las cuentas del puente de Caño sobre el Sella arrojaron las siguientes cantidades:
Coste total: 45.000 pts., de las que el Estado abonó 22.000. La Sociedad Electro-Canguesa solicitó que las restantes 23.000 pts. las abonasen los Ayuntamientos de Parres y Cangas de Onís (11.500 pts. entre los dos) junto con la misma Sociedad Eléctrica, que abonaría las otras 11.500 pts. restantes.
Era un imprevisto y Parres no disponía de esa cantidad en su presupuesto, por lo que la Electra-Canguesa le anticipó el dinero y Parres le devolvió las 5.750 pts. en tres ejercicios, pero “sin el 5% de intereses”, y Parres entregó esa cantidad al Ayuntamiento de Cangas para que ejecutase las obras. Pero varios vecinos de la parraguesa parroquia de Huera de Dego protestaron porque el puente no les beneficiaba en casi nada, dado que el sitio de “Las Cañeras” estaba a 1 km. y por camino intransitable para ellos y -añadían- que mejor se gastaban ese dinero en arreglar los caminos de dicha parroquia, además de que el puente debería construirse en un lugar que favoreciese por igual a Caño y a Huera de Dego, o se invirtiese en mejorar el camino entre el Puente Viejo (que nosotros conocemos como ´puente romano´) y Avalle (que aparece escrito tantas veces con «v» como con «b», incluso por el mismo secretario.
Y -de paso- un concejal pedía cuatro luces para Prestín, que estaba casi a oscuras.
El matadero municipal siempre estuvo en el mismo lugar, donde el río Chico (Chicu), y el nuevo veterinario titular protestaba porque no funcionaba la bomba de agua y porque el pozo que debía recoger las aguas sucias y despojos despedía un hedor insoportable, además de que la alcantarilla por la que se vertían al citado río la sangre y los desperdicios de las reses muertas no tenía rejilla, de modo que ratas de grandes dimensiones entraban por ella -incluso de día- y se cebaban en las reses que estaban enfriando.
Mientras, La Peruyal vió por fin su primera fuente pública colocada en “el chaflán de la casa de Luis Ruiz, entre la carretera a Colunga y la calleja de La Peruyal” por ser el punto más céntrico.
La Corporación contribuyó con 100 pts. para ayuda a las familias de los trece mineros muertos en el pozo “Baltasara”, en Mieres.