POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Uno de los primeros coches que se pudieron ver en Arriondas hace ahora un siglo -en 1919- fue el de Jacinto Quesada, el cual pidió autorización al Ayuntamiento para hacer dos ranuras o cortes en la acera y poder acceder con facilidad a la casa de su propiedad (que antes lo había sido de la familia Vela).
El día 12 de abril la Comandancia de la Guardia Civil de Oviedo solicitó que el capitán de la Tercera Compañía residiese en Arriondas, pero precisaba una oficina y un lugar apropiado para su caballo, además de casa-cuartel gratis y utensilios para dos o tres guardias más. La respuesta fue negativa, puesto que el Ayuntamiento ya tenía que abonar la renta de la casa utilizada por teléfonos, la de telégrafos, la mitad de la renta del cuartel que ya existía y el presupuesto no daba más de sí.
Y como era habitual, de los ciento uno jóvenes llamados para su clasificación y declaración como soldados actos para el servicio militar en 1919, setenta y seis fueron declarados prófugos al no hacer acto de presencia para ser tallados.
El sereno Fernando Ania sólo cobraba 100 pesetas al mes y solicitaba otras 25 pts. más. El sueldo se lo pagaban los particulares del comercio en un 75% y el 25% restante era cosa del Ayuntamiento. La “capa de aguas” que le compraron al sereno -porque la había solicitado- fue confeccionada en el taller de los Hermanos Llano, en Arriondas, con un valor de 30 pts.
El 10 de mayo -ahora hace exactamente cien años- ningún concejal ni joven de la villa se quería hacer cargo de la organización de las inminentes fiestas de Sta. Rita, ni tampoco la mayoría de los comerciantes querían contribuir a los gastos de las mismas. Nada más se dice en el pleno siguiente del día 17 de mayo sobre si ese año habría o no feria de ganados y fiesta de Santa Rita, tan sólo cinco días después.
Ese año la Fiesta del Árbol se celebró en San Juan de Parres y la Junta Local de Enseñanza Primaria le entregó al presidente de este festejo la cantidad de 40 pts. para los gastos.
Tenía Castañera dos pasos a nivel que fueron sustituidos por pasos inferiores bajo la vía del tren, aunque Económicos tenía la intención de que fuese un solo paso.
A veces hay que precisar términos, como es el caso de que en nuestras actas municipales se mencionase Cangas de Tineo (y no del Narcea), o que siempre se citase la “carretera de la Reina”, y nunca “Camín de la Reina”.
Los municipales portaban armas con fuego real, pues quedó constancia de la compra de “cápsulas del 38” (adquiridas en Oviedo en 4,50 pts.) para el revólver de los municipales. Dichos guardias estrenaban zapatos comprados por la Corporación y dos pares de botas adquiridas a Alejo Lavilla -de Pola de Siero- por valor de 74 pts. el mismo día que los vecinos de Castañera solicitaban cinco bombillas para la iluminación pública, aprovechando que se estaba instalando un cable de electricidad desde La Sala para las casas particulares.
Las gestiones del diputado Manuel de Argüelles para que Arriondas tuviese la primera traída de aguas merecieron que el Ayuntamiento le concediese un “voto de gracias” el 20 de noviembre del año que nos ocupa de 1919.
El barrendero municipal Domingo Fresnedo ganada 2,25 pts. diarias y solicitó un aumento hasta 3,50 pts., aunque le subieron 1 pts. diaria más que cargaron al capítulo de “imprevistos”.
Repitió como alcalde -con diez votos favorables y tres en blanco- Ramón Cueto Poó, que tenía 39 años, y todos acordaron reunirse los jueves a las 14 horas o -en segunda convocatoria- los sábados a la misma hora.
Los vecinos de Cofiño nombraron en marzo de 1920 la Junta Administrativa del Puerto del Sueve, con cinco miembros reelegidos y otros cuatro suplentes y secretario, siendo su presidente Pascual Fernández.
Mientras, el Ayuntamiento -de acuerdo a la ley municipal- nombró a dos concejales para inspeccionar la administración de dicha Junta.
A lo largo de las próximas décadas nos encontraremos con múltiples y sonoros desacuerdos entre la Junta del Sueve y el Ayuntamiento de Parres. Disputas que terminaron en interminables pleitos que -más de una vez- llegaron hasta el Tribunal Supremo, en Madrid, con fuertes sumas de dinero público municipal invertido en consultores, abogados y procuradores.
Puedo anticipar que la Justicia dio la razón a la Junta del Puerto del Sueve en casi todos los pleitos que el Ayuntamiento emprendió contra ellos hasta -al menos- la década de los años 80.
Curioso será saber -por otra parte- que fue el 17 de abril de 1920 cuando a las entradas de la villa de Arriondas se colocaron unas “tablillas” ordenado a los automovilistas que fuesen ´al paso´, con precaución.
Y -con la mentalidad actual y los tiempos que vivimos- cuesta trabajo asimilar las dos siguientes anotaciones:
El concejal Amador Llano Corral (que será alcalde de Parres catorce años después, en 1934-1936, durante la Segunda República) le hizo saber al alcalde que buscase a los individuos que introducían ganado enfermo en la villa para su venta y que -bajo sus firmas- dijesen si era cierto que los empleados de consumo municipales recibían dinero por dejarlos pasar.
Transcurridas dos semanas nadie se había presentado y el alcalde respondía que eran gentes de otro concejo, asegurando Amador del Llano que si no se presentaban el siguiente sábado lo denunciaría ante el juez de instrucción.
La otra iniciativa de Amador fue solicitar un “voto de gracias” para el comandante de la Guardia Civil de Arriondas -Luis Bachiller Pascali- por las gestiones realizadas “para hacer desaparecer del concejo de Parres las partidas de gitanos que con tanta frecuencia molestaban al vecindario”.
Y es que -añado yo- el verso de Jorge Manrique de que ´cualquier tiempo pasado fue mejor´ que oímos algunas veces en otros contextos, sería más acertado cambiarlo aquí por el de que la mayor parte del tiempo pasado fue peor, mucho peor.