POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
En mayo de 1908 el alcalde de Toraño, Fernando García, solicitó ayuda municipal para un nuevo cable destinado a la barca que -desde tiempo inmemorial, añade- les servía para cruzar el Sella hasta Margolles, pues hacía cuatro años que no recibían atención alguna. Así les concedieron 50 pts.
Otras 50 pts. aportó la Corporación para los eventos del III Centenario de la Universidad de Oviedo, pues en septiembre estaban invitados en la capital de Asturias representantes de todas las universidades de Europa y América. Ésta había sido una solicitud del rector ovetense, Fermín Canella Secades. De hecho, la Corporación acudió a la flamante estación de Arriondas el 24 de agosto para recibir y agasajar a los congresistas participantes en este III Centenario de la Universidad de Oviedo.
Y el cementerio de Nevares recibió el visto bueno de la Junta local de Sanidad el 16 de mayo de 1908, mientras, ese mismo mes salió a subasta el puente de Soto de las Dueñas (que siempre se llamó así) al que se presentaron tres propuestas ajustadísimas, a saber:
Faustino Suárez, por 21.290 pts.
Ramón Carrio, por 21.600 pts.
Ricardo Friera Infiesta, por 21.200 pts.
(Averigüe usted por qué el secretario de hace ciento diez años a veces no ponía el segundo apellido, o anotaba que el primero era de Laviana, sin citar de dónde eran los otros dos).
Se le adjudicó la obra a Ricardo, pero -para sorpresa de todos- en ese mismo momento, el adjudicatario Ricardo Friera pidió a la Corporación ceder y traspasar los derechos y obligaciones de la subasta a Enrique Menéndez, de Langreo. La Corporación lo aceptó con las mismas obligaciones, devolvió la fianza a los otros dos y admitió la de Friera por el 15% de la obra.
El Macelo de Arriondas concedió en subasta pública a Generoso Rivero los “derechos de degüello” en 1.755 pts. (Por cierto, la palabra macelo es mucho más amable que la de matadero).
El 22 de agosto de 1908 los pueblos de Villar de la Cuesta y Pandiello fueron considerados por el Ayuntamiento como “entre los pueblos más cultos de Parres” por la construcción de la fuente y lavadero techado que les habían costado unas 1.000 pts. y la Corporación les entregó las 200 pts. consignadas para ello. Que el lavadero estuviese techado era toda una novedad en el concejo.
Circulaban monedas falsas de 5 pts. a las que llamaban “sevillanas” que casi no se distinguían de las auténticas y se dio un plazo para canjearlas en la depositaría de la Casa Consistorial. De ahí la expresión “más falso que un duro sevillano”. El 16 de julio de 1908 se había publicado una Real Orden en la que a las personas de «notoria buena fe» se les cambiaban los duros falsos por un recibo con su valor en plata de mercado, es decir, dos pesetas y media. Sólo el primer día se recaudaron en Madrid más de 47.000 duros falsos.
La primera alcantarilla a lo largo de la calle principal la hicieron los vecinos y les costó 650 pts. de las que la Corporación pagó 400 pts.
Y el día 3 de octubre los vecinos de San Martín de Bada presentaron una instancia, señalando que “hallándose el referido barrio completamente separado del de Bada, pedimos se nos reconozca dicha separación para el arreglo de los caminos, nombrándonos celador y comisionado de caminos”.
Este tipo de intentos “independentistas” se daban algunas veces entre pueblos vecinos, pero -al final- una comisión de “hombres buenos” de los pueblos litigantes, solían llegar siempre a un acuerdo amigable entre ellos, como fue en este caso concreto.
Entretanto, Marcelino Lagranda Martínez, cura ecónomo de Arriondas, solicitó al concejal Ramón Miyares para comisionarle con el fin de que en su nombre solicitase a la Corporación permiso para cerrar los dos costados de la capilla de Santo Toribio, y habiéndole manifestado éste que el Ayuntamiento no accedería a esa petición por necesitarse un ensanche del camino -por no tener el necesario y ser de mucho tránsito para conducir al mercado de ganados-, incluso se habló de expropiar los dos frontales de dicha capilla.
El cura solicitó entonces se le abonase por dicha expropiación lo que se considerase prudente y así, con ese dinero poder reedificar la capilla. Se nombró una comisión para tratar con el cura sobre la expropiación de los dos frontales que habían servido como muro de cierre y sostén del pórtico que la capilla había tenido en otro tiempo. Al final le abonaron al cura 50 pts. por el terreno que ocupaba el pórtico para que los destinase a reparar la capilla y este espacio pasó a ser de dominio público.
Aquella capilla de Santo Toribio en los accesos a “El Barco” no es otra que la hoy conocida como capilla de San Antonio de Padua, último titular adjudicado a la misma sin criterio ni razonamiento alguno.