POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
En el verano de 1914 volvió la Corporación Municipal a darle un toque de atención al jefe de explotación del tranvía a Covadonga, debido al exceso de humos que despedían las máquinas a su paso por Arriondas, lo que obligaba a cerrar ventanas y balcones. Así prometió hacérselo saber dicho jefe de explotación -Alfonso Reigada- a los maquinistas, pero no parece que se pusiese remedio, de forma que más adelante veremos qué medida tomó para intentar corregir el problema.
Solía mencionarse a Castañera como un pueblo, y así se cita cuando Francisco de la Granda Llera pidió permiso para cerrar un pequeño trozo de terreno en el lugar de Sta. Rita (que ya se llamaba así).
Al día siguiente de Navidad de 1914 presentaron instancias para el puesto de barrenderos tres vecinos:
Belisario Cofiño Rodríguez, Domingo Fresnedo y Manuel Toraño Junco. No hubo ninguna prueba específica para decidir a quién de ellos se elegiría, aunque sí quedó registrado que se ofrecían 80 pts. de sueldo y que uno de ellos (no se dice quién) ofreció hacer el trabajo por 50 pts. mientras un concejal pidió que fueran excluidos los que no supiesen leer ni escribir. Sometido a votación el puesto de barrendero de Arriondas, el resultado fue:
Domingo Fresnedo, 5 votos; Belisario Cofiño, 4 votos y quedaron en blanco dos votos más. Y, así, “viviremos” desde ese momento con el vasco Domingo Fresnedo los avatares de la capital del concejo durante más de tres décadas.
La primera decisión tomada el día siguiente al de Año Nuevo de 1915 fue entregarle una ayuda de 20 pts. a José de la Vega Beceña -vecino de Lago- pues acababa de quedarse viudo con nueve hijos a su cargo, el más pequeño aún no tenía ni un mes.
El ingeniero Alfonso Reigada aparece decenas de veces en las actas municipales, siempre en empresas de calado y, en este caso, presentando la dimisión tras un sonoro enfrentamiento con el Ayuntamiento por el alcantarillado de la villa del que él mismo era el proyectista y director de la obra, pues ya había pasado por dos contratistas sucesivos.
El presupuesto inicial era de 28.638 pts. y el último contratista había hecho una rebaja en la subasta hasta 24.240 pts. y no podía ejecutar la obra. La Corporación le aceptó la dimisión y nombró en su lugar a Luis Fernández.
Los guardias municipales estaban obligados a prestar servicio hasta que llegase el sereno, pero hicieron dejación de funciones, se marchaban antes de tiempo y hubo que llamarlos al orden, pues debieron de ir a buscarlos a sus casas en alguna ocasión cuando había que llevar a algún detenido al depósito municipal.
Llamábase Travesía del Ayuntamiento a la que va desde la plaza Venancio Pando hasta la avenida de Europa, y en ella se encontraba la casa de Amparo de Póo Rivero, también conocida como Casa de Monasterio o “La Venta”; calle que después fue conocida durante cuarenta años como travesía de Oviedo y -desde 1988- pasó a ser denominada calle Nicanor Piñole.
El 20 de febrero de 1915 los vecinos de Bada enviaron una instancia al Ayuntamiento, alarmados por la intención de sus vecinos próximos de San Martín de Bada, señalando que intentaban independizarse. De hecho ya lo habían conseguido a algunos efectos, como en el reparto vecinal de tareas. Bada tenía treinta vecinos, mientras eran nueve en San Martín.
Los de Bada alegaban que San Martín era un barrio desde inmemoriales tiempos y amenazaban con acudir a jerarquías superiores para poner las cosas en orden y defender sus intereses.
El alcalde de Parres alegó que -desde el censo de población de 1910- ambos núcleos urbanos aparecían separados, formando dos entidades de población distintas y así se podía demostrar en el nomenclátor hecho por el Instituto Geográfico y Estadístico, dejando claro que no era culpa de la Corporación esa decisión, de forma que esa reclamación la tendrían que haber realizado los de Bada ante el Jefe Provincial de Estadística, cinco años antes.
Con el tiempo se nombró una comisión de “hombres buenos” que devolvió la cordura a esta situación y las dos localidades reiniciaron la colaboración entre ellas y se distribuyeron las zonas que debían cuidar en sus tareas de limpieza, sextaferias, etc.
Dos años habían pasado de las inundaciones de 1913 y no pocos pueblos aún seguían medio incomunicados. La parroquia de Llerandi seguía sin los tres puentes que le daban servicio y el vecino A. P. aún se lamentaba que bajaba seis cerditos de cría a vender al mercado en Arriondas y que a uno se lo había llevado la corriente del Priaes.
Miraban por el dinero público, y así le afearon al comisionado de obras Faustino Pendás que por visitar Llerandi, Bada y Granda pasase una factura de 26 pesetas, a todas luces excesiva.
Para abastecer de agua a Arriondas se procedió por primera vez a expropiar los manantiales de Piedratoba, que eran propiedad de Luis Noriega Sierra, al no llegar a un acuerdo con él.
El proyecto era de Luis F. Quirós y -mientras 225 vecinos pedían que fuese para el puente de Carúa- otros 150 lo solicitaban para el río de Priaes, en el lugar conocido como el molino de Fernando y señalando que ellos llevarían los materiales hasta el lugar.
Llama la atención que -el día 27 de marzo de 1915- el secretario Enrique de la Grana Valdés tuviese que llevar a Oviedo ante la comisión mixta de reclutamiento al mozo José Aquilino Pando Blanco, el cual no se había presentado en tiempo y forma cuando le correspondía ser tallado y alistado.
Diez años después, José Aquilino Pando sería nombrado alcalde (1925-1930) en la Dictadura del General Miguel Primo de Rivera, volviendo a ser elegido alcalde directamente por el Gobernador Civil entre 1939 y 1942, ya en los inicios de la Dictadura del General Francisco Franco.