MEMORIAS DEL CONCEJO DE PARRES 1835-1985 (CAPÍTULO XXXVIII)
Abr 03 2019

POR FRANCISCO ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)

-Propuesta de un túnel bajo Sobrepiedra.

-Primer intento para cambiar el nombre del concejo.

-Protesta de los vecinos de San Juan de Parres para impedirlo.

-Parte de la iglesia de San Martín de Llames fue cedida para casa-escuela.

Como fue habitual en Parres durante décadas hubo que abrir expediente a los mozos que no se presentaron al acto de declaración y clasificación de soldados en 1915.

Fueron declarados prófugos y condenados al pago de los gastos de captura y conducción al cuartel militar un total de 85 jóvenes, de un total de 104. Increíble…pero cierto.

Estamos en el mes de abril de ese año y los vecinos -tanto de Arriondas como de Castañera- que utilizaban el camino de La Llera de forma habitual se encontraron que al construirse la escollera de defensa en la confluencia de los ríos Sella y Piloña, el vecino propietario de los terrenos próximos había vallado y alambrado el terreno del Llerón entre la escollera y su finca, cerrando el paso sin autorización. El Ayuntamiento tuvo que obligar a M. J. para que restituyese al espacio público a su anterior estado.

Igual que resulta penoso saber que la enseñanza era un tema por el que no había el más mínimo interés. Un ejemplo lo tenemos en que la maestra que atendía la escuela de Llerandi abandonó el pueblo porque -según ella- las condiciones de la casa-escuela eran pésimas y así se lo había indicado al inspector, dado que la dueña de la casa no quiso arreglarla por su alto coste. Y así llevaban los pobres niños nada menos que cinco meses sin escuela.

Mientras, los vecinos de Sto. Tomás estrenaban el nuevo cementerio en el que el Ayuntamiento había puesto tanto empeño, porque el viejo era una auténtica “llamarga”.

Una Real Orden del Ministerio de la Gobernación repuso en su puesto de concejal a Antonio Pando, el cual había estado apartado de su cargo por diversos conflictos que acabaron en los tribunales.

Algún día veremos un túnel por debajo de la Sierra del Sueve que nos ponga a la orilla del Cantábrico en pocos minutos, pero lo que nunca imaginamos es la propuesta que -hace más de un siglo- hizo el ingeniero Alfonso Reigada, el cual pretendía construir un túnel por debajo de Sobrepiedra. Pero a los vecinos del pueblo les preocupaba que si este proyecto se llevaba a cabo podría quedar inutilizada la única fuente de la que se abastecían al quedar afectados sus acuíferos.

Hasta en cuatro ocasiones a lo largo de su historia el concejo estuvo a punto de cambiar de nombre, incluso en dos de ellas se llamó durante años concejo de Parres-Arriondas.

El primer intento fue el 8 de mayo de 1915 cuando el concejal Sergio del Llano -en una extensa intervención- propuso que el concejo dejase de llamarse de Parres y fuese exclusivamente concejo de Arriondas, según él “su floreciente y definitiva capital”, dado que eso sería lo lógico y natural.

Aludió a diversas provincias españolas cuyo nombre era el mismo que el de su capital (como era caso de la provincia de Oviedo, capital Oviedo; o el de Santander, León, Lugo, La Coruña, Orense y tantísimos otros). Este concejal alegaba que el cambio facilitaría el conocimiento por propios y extraños de la geografía política y administrativa de la nación y sería mejor y más fácil para los profesores el impartir sus lecciones en las escuelas públicas. Llama la atención que Sergio del Llano llamese profesores a los que todos conocían desde siempre por maestros y maestras, y así siguió siendo durante muchas décadas después.

Su petición es que fuese sólo concejo de Arriondas, pues el dualismo Parres-Arriondas podría llevar a la confusión en los documentos públicos, correspondencia, etc.

Justamente dos semanas después, el sábado 22 de mayo -fiesta de Santa Rita- los vecinos de San Juan de Parres presentaron una protesta contra el concejal arriba citado por su propuesta de cambiar el nombre del concejo. Estos vecinos alegaron razones históricas y respetables para los “parragueses de corazón”, y que -además- Arriondas, igual que no lo había sido en otro tiempo, pudiera ocurrir que en el futuro la capital fuese otra localidad y habría que cambiar de nuevo el nombre del concejo…

Por el número de votos emitidos para aprobar la propuesta o rechazarla sabemos que sólo estaban en el pleno seis miembros de la corporación, porque cinco votos (incluido el del alcalde) fueron para que permaneciese el topónimo de Parres y sólo un voto (suponemos que el del concejal que lo propuso) fue para que se cambiase.

¿Dónde estarían aquella tarde los otros seis concejales ausentes para votar en un tema tan importante? Puede que en la Feria de Santa Rita, porque ferias se llamaron durante muchos años, hasta que comenzó a utilizarse “ferias y fiestas”…y acabar sólo en Fiestas de Sta. Rita, indicativo de la evolución de la forma de vida del concejo.

Aún el concejal que hizo la propuesta añadió que creía hacer un gran bien al concejo y a los mismos vecinos de San Juan de Parres, asegurando que “hoy protestan de lo que tal vez mañana han de reclamar sus hijos y descendientes”.

No iba a ser éste el único intento de cambiar el nombre del concejo. Pasadas pocas décadas veremos el cambio sin consulta previa a los vecinos, y alguno de los alcaldes y concejales que se sentaron en el Ayuntamiento sin ser elegidos democráticamente impondrán durante años el nombre compuesto de concejo de Parres-Arriondas.

Mientras Italia declaraba la guerra al Imperio Austro-Húngaro, nosotros inaugurábamos el cementerio civil (convertido ahora en escombrera desde hace tres décadas, con las tumbas bajo un metro de basura). Este cementerio tan ansiado por los parragueses les costó 379,80 pts. de las que descontaron 5 pts. por las tejas que les sobraron, y le pusieron una puerta con marco y cerradura sacados a subasta, siendo Tomás González quien la hizo por 40 pts.

El pleno municipal trató sobre el asunto de la iglesia de San Martín de Ex Coto -en Llames de Parres- porque se encontraba en total ruina, con huesos dispersos por el recinto, tanto de humanos como de animales y se pretendía que el obispado la cediese gratuitamente para edificar en el lugar una casa-escuela para los niños de Llames y de Soto de Dueñas; con el cura de Viabaño a favor de la propuesta.

Dos meses después, el obispado cedía la nave de la capilla de San Martín de Ex Coto (así aparece escrito) para que se utilizase como casa-escuela, a cambio de que la corporación municipal hiciese las obras necesarias para poner en condiciones el presbiterio y se pudiese celebrar culto en el mismo “con servicio y puerta independiente”.

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