POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Gustavo Bueno, en “Cuestiones quodlibetales…” habla de un perro de aspecto terrible que se cruzó en su camino, con quien mantuvo una experiencia simétrica y personal; cuenta que, seguramente se trataba de un lobo, venció su temor, pasó al lado fingiendo ignorarlo y después de cruzarse se dio la vuelta para observarlo en el momento en que se volvía aquél, y asegura que sus miradas quedaron profundamente religadas. En busca de esa simetría fui a Belmonte a encontrarme con lobos en la orilla derecha del Pigüeña, al otro lado de la magnífica Escuela Pública Infantil María Jesús Fernández Corrales; me las vi con tres ejemplares sin escolarizar, es decir, en cautividad; creo que Belmon, Tino y Mirandín, nombres impropios para un lobo feroz; uno caminó a mi vera varios minutos, nos miramos y me sentí menguado. ¿Que el hombre es un lobo para el hombre? Mucho me parece; creo que nos sobreestimamos.
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