POR ANTONIO HORCAJO, CRONISTA OFICIAL DE RIAZA (SEGOVIA)
No es difícil tropezar hoy día con noticias en las que la violencia, pura y dura, es protagonista. Entre nosotros lo hemos sufrido en un lugar paradisíaco, definición exacta del responsable de sus crónicas, y ahora con mal cuerpo por culpa de un loco homicida. La Granja llora por una agresión brutal ocurrida en sus calles y a la luz del día. No sé si será porque el calor atiza las mentes y obliga, a determinados seres humanos, a comportarse como hienas.
En pocas horas y en lugares bien distintos se han repetido en España agresiones a personas muy vinculadas a los propios agresores. No importa el punto del mapa de España que se elija para comprobar esta triste realidad. Tanto da en el interior, donde respiramos aire de sierra o en las afueras donde se respira mar y sal. El comportamiento humano no distingue de sitios porque es evidente que en todas partes cuecen habas y pastan lobos.
Al crimen despiadado de La Granja siguió, apenas con unas horas de distancia, la masacre de Cabanes, en la tradicionalmente tranquila provincia de Castellón. Aquí un hombre, llegado de Madrid apenas unas horas antes, sin duda una mente revuelta, que justo en el inicio de unas vacaciones, seguramente merecidas, apuñaló a sus dos hijos, un adolescente de 12 años y una cría de 10. Él, como remate, se suicidó arrojándose desde la terraza de la casa.
No nos preguntemos si esos actos pudieron ser evitados, sino qué cables se cruzaron en la mente de ese hombre para cometer tal tragedia. ¿Qué ha sido lo que ha llevado a un hombre, sin antecedentes de violencia, a tener la mente tan alterada, tan revuelta, para llegar al extremo de una violencia nunca justificable? ¿La educación recibida?, no parece, pues todos los que lo han juzgado, amigos o vecinos, manifiestan claramente que se trataba de un hombre tranquilo, conversador y afable. ¿La tensión que se vive en estos meses y que desquicia cuerpos y almas?. No lo sabremos jamás, pero si tenemos la certidumbre que las estadísticas oficiales nos ofrecen: la violencia está rebrotando como consecuencia de la desilusión de cientos, miles, de inmigrantes ilegales que buscaban el Edén y no han salido de la misma miseria que trajeron. Ayer, sin ir más lejos, nos ofreció la televisión la agresión a una anciana en el portal de su vivienda, donde un hombre joven la zarandeó con brutal violencia, consecuencia de una mente revuelta que es incapaz de amoldarse a las circunstancias que la dureza de la vida, acaso peores que las que en su cuna tenía y aquí le oprimen.
El Observatorio Contra la Violencia Doméstica y de Género ha publicado, en junio de este año 2020, un informe que analiza circunstancias de los crímenes ocurridos. La estadística anual es tremenda. No importa, a estos efectos, la nacionalidad de los protagonistas, circunstancia que muchas veces se añade como justificativa. La vida de todo ser humano es igualmente valiosa y respetable donde se inicie y, de la misma manera, execrable donde termine por la violencia de los autores, sin distinguir tampoco el género de quien practica esa misma violencia.
Cientos de casos y en alguna otra información, que nos sacude como un rayo, miles de víctimas construyen una de las más aterradoras noticias que podemos escuchar o leer. Advierto al lector que no me estoy refiriendo solo a la violencia individual o de grupo, sino incluso a las mentes revueltas de los gobernantes, esquiroles, terroristas que, en algún lugar del Orbe, siempre mantienen abiertos los fusiles, los cañones, las amenazas y las mentiras, a conveniencia, sin descanso.
¿Quién es responsable de tanto comportamiento insolidario y agresivo?.¿La desesperanza, la frustración, incrementada por unas sociedades enfermas ?. La verdad es una y triste: se han combatido, con demasiada ligereza, atrevimiento y demagogia, todos aquellos argumentos que significan virtudes humanas. Se ha ridiculizado demasiado, desde una línea de descreimiento radical, a quienes tienen esperanza derivada de una fe.
Se permite, y hasta se jalea, la mofa hacia quien habla de creencias religiosas, siendo éste motivo para persecuciones de holocausto. Sea mantiene la mofa hacia quienes quitan las babas y ayudan a vivir a los ancianos, que son tenidos como los causantes de una seguridad social en riesgo, olvidando que ellas y ellos fueron los artífices de una España en progreso, que nada tenía que ver con la casposa progresiva que ahora se nos quiere imponer según el ejemplo que nos llega del otro lado del mar. Necesitamos poner en valor a esa generación madura, ya en la culminación de su vida, que dio un futuro a sus hijos, cariño, cuidados y atención a sus nietos, pero ahora, dicen las mentes revueltas, que están aquí de sobra.
Es necesario volver de nuevo a leer, y seguir, a los maestros clásicos, donde se dictan normas de convivencia, capaces de levantar el mundo con el respeto y la eficacia del ser humano, para seguir siendo el que lo rige. Un mundo que jamás estuvo, en su totalidad, más en cuarentena que ahora. No sería malo que las escuelas, las universidades y los gobiernos se afanaran en superar la violencia como semilla y aclarar el contenido de las mentes revueltas, que no deja de ser la senda de las desgracias, abierta por la demagogia y el sectarismo que se siente y se respira.
Fuente: https://www.eladelantado.com/