POR ALBERTO GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
La plazuela de la Soledad, hoy de actualidad por las jorobas que se le han extirpado, es un enclave de gran solera en Badajoz. Entre sus nombres antiguos figura el de Fonseca, por el noble que allí tenía la morada en que se alojó Felipe II en 1580, y cuya estancia le costó la ruina, porque cuando el rey trató de resarcirle los gastos se negó diciendo que su obligación era atender al rey, y que «ser noble cuesta dinero».
El nombre de Soledad lo tomó en el siglo XVII de la primitiva ermita de la Patrona de Badajoz, situada frente a la actual, derribada en 1928 para sustituirla por la que ahora hay.
La Posada de los Caballeros, famosa en el siglo XVIII, fábrica de chocolates ‘La Criolla’, Ultramarinos la Providencia, farmacia Olgado, Las Tres Campanas, La Giralda, El Barato, Almacenes David, Tienda del Burro, El Candado, Muebles Salas, Deportes García Hierro, Hotel París (luego Madrid), Delegación de Hacienda, Banco de España, ONCE, quiosco de prensa, parada del tranvía de caballos, y hasta unos urinarios públicos, eran motivo de gran afluencia de gente. Y aunque nunca contó con tabernas ni barberías, que eran focos de gran atracción, siempre fue lugar muy concurrido y pleno de sucesos. Como el atroz crimen de una joven allí cometido durante el asalto inglés a Badajoz en 1812, cuyo detalle se narra en mi libro ‘Mujeres en la historia de Badajoz’.
O ya en nuestro tiempo, el acaecido en 1947, cuando al realizar unas obras se creyó haber encontrado un filón de mercurio. Los rumores hablaban de un depósito fabuloso. Al ser entonces ese producto muy valioso el hallazgo resultaba una fortuna para la ciudad. Las crónicas hablaban de «criaderos de granos mercuriales engendrados por la grosedad de la tierra». Mas el globo se desinfló cuando peritos llegados de Almadén dijeron que de mercurio, nada. Para asegurarse vinieron otros técnicos de Madrid, que confirmaron lo mismo. La decepción es de imaginar. El periódico HOY de la época informó cumplidamente del suceso. Desde lo alto de la Giralda, el mercurio-giraldillo que la corona seguro que sonreiría socarrón.
Lo que si aparecieron más tarde, como ‘grosedades’ auténticas de gran tamaño, engendradas asimismo ‘por la grosedad de la tierra’ y algunas otras ‘grosedades’, fueron las deformes jorobas que, para alivio del lugar y sus transeúntes, y tras larga lista de espera, se le han eliminado hace poco mediante una sencilla cirugía de sentido común.
Fuente: https://www.hoy.es/