MI EXTRAÑO ROSCÓN DE REYES
Ene 03 2017

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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Pues me parece que me voy a meter en un lío extraño.

Pensaba escribir sobre la historieta, tantas veces comentada por mi en esta página, relativa al Roscón de Reyes. Esos fabulosos Melchor, Gaspar y Baltasar, que ni eran tres, ni eran reyes ni se llamaban así.

Y si no me creen, lean el Evangelio.

Todo el berenjenal surge de las viejas costumbres romanas de celebrar con cena abundosa cualquier acontecimiento aunque fuera mínimo. Como el solsticio de invierno marca el inicio del «crecer los días» (En Colunga decimos: «hasta Navidad, en su ser está; de Navidad p´arriba, al pasu la gallina»), pues ¡a celebrar fiesta en honor de Saturno!

Fiesta en la que no faltaban roscas dulces, de forma redonda, complementadas con un relleno de dátiles, higos y un baño de miel.

El cristianismo, heredero de esa celebración, la trasladó a la Epifanía; es decir, al 6 de enero o Adoración de los Magos. La costumbre fue extendiéndose cobrando especial auge en la corte francesa de los Borbones, especialmente Louis XIV y Louis XV, y de aquí se extendió por España durante el reinado del primer Borbón, Felipe V.

Ya se sabe la cosa: rosca dulce con una sorpresa interior en forma de «haba de mayo» (fabona) y una joyita valiosa.

El que encuentre el haba se obliga a pagar un roscón para el año venidero.

Este roscón de reyes la corte francesa lo denominaba Gateau des Rois, Couronne des Rois y por la zona de Normandía Galette de Rois.

¿Y en España, en tiempos anteriores a don Felipe V?

Pues a tenor de lo que cuenta Julio Caro Baroja, en la Navarra de 1361 ya se festejaba la Epifanía con Roscón.

Una fiesta para ayudar, invitándolos, a niños humildes con ganas de dulce.

Pero aún hay más.

Leyendo algunos poemas (zéjeles) del poeta andalusí Muhammad ibn Abd al-Malik ibn Quzman (1078-1160), recopilados en su «Cancionero», vemos cómo en algunos de ellos hace mención al HALLAH, un pan ázimo, dulce, redondo, de origen hebreo, elaborado para días de fiesta como el de la Pascua.

¡Qué curioso!

Este «hallah» es el origen de los «hallullos», «jallullos» o «hallullas», típicos de las reposterías granadina y malagueña.

Los granadinos apuntan más hacia nuestro clásico roscón, los malagueños derivan hacia los tradicionales buñuelos.

Les cuento.

Yo, que tenía noticia y apuntes de estas cosas, quedé sorprendido cuando, en visita a Málaga (ciudad), veo un establecimiento rotulado como «El Colmenero de Alhaurin.

Panadería, Confitería, Pastelería, HALLULLERÍA».

Allí , muy amablemente, me informaron del paralelismo «hallullas-buñuelos».

Por cierto, ¡qué hallullas (buñuelos) más ricas! Si visitan Málaga, pruébenlas.

¡Ah! Antes que se me olvide. El bueno de Ibn Quzman, conocido como Ben Quzman y Abén Guzmán, era un sibarita de los de no te menees, enamoradizo de doncellas y efebos (es decir, jugaba a dos barajas), amante del vino y de la buena mesa.

No es de extrañar que le gustaran los hallullos bien rellenos de crema.

Pues ahora viene mi remate.

Mi Roscón de este año 2017.

Compré un roscón de panadería, simple y sencillo, y lo partí, en horizontal, en dos mitades, que bañé con un almíbar aromatizado con canela y un vino de Málaga.

Sobre la base inferior extendí una fina capa de nata y otra, más gruesa, de crema pastelera. Cubrí con la mitad superior y adorné con muñequitos.

¡Una delicia!

¡Una exquisitez!

Un placer de los descritos por Ibn Quzman, pero en asturiano.

Ahí está la foto para demostrarlo.

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