POR CÉSAR JOSÉ SALVO GARCÍA , CRONISTA OFICIAL DE VILLAR DEL ARZOBISPO (VALENCIA)
La casa se sitúa a la entrada del pueblo y se construyó en 1930, como reza el claveteado con el nombre de la dueña. A escasos 100 metros vivían mis abuelos con sus hijos, mi padre y mi tía Carmen. Mi padre era diez años mayor que el poeta y por la amistad de Carmen y mi abuela Dolores, el niño César acabó criándose junto a los fangos de la tejería de mi abuelo Pepe. Y ahora viene la anécdota. Mi padre prometió que cuando tuviera un hijo le pondría ese nombre imperial (en ruso, tsar>zar; en alemán, kaiser; en iraní, sha). Sucedió que en mi bautizo el sacerdote se negó a bautizarme con nombre tan pagano y resultase obligatorio añadir un nombre cristiano que acompañase a aquél, y me pusieron José como mi abuelo.