MI RELACIÓN CON LA ETA
May 07 2018

POR JUAN FRANCISO RIVERO, PERIODISTA Y CRONISTA OFICIAL DE BROZAS (CÁCERES)

Paco Rivero ejercia de periodista en Bilbao en 1975

La banda terrorista ETA y no la banda separatista ETA, como informaba en un titular el Financial Times de esta misma semana de primeros de mayo, ha decidido abandonar el terrorismo, pero sin pedir perdón a las 853 víctimas mortales que ha casuado a lo largo deu desgraciada existencia. Bien es verdad que no va a abandonar sus postulados marxistas – leninistas de su ideología liberticida y antidemocrática, por mucha palabra hueca y huera que utilice en sus comunicados.

 Recuerdo mi estancia durante tres meses en Bilbao, en el verano de 1975, que entré a la capital bilbaina con el asesinato de un taxista por estos «valientes» soldados vascos y salí, por el aeropuerto de Sondica, el 27 de septiembre con los fusilamientos de Franco.

Fuí a trabajar como periodista en prácticas en la agencia Efe en Bilbao, bajo la dirección del excelente periodista Paco Ochoa, cuya oficina estaba en el primer piso de la calle Colón de Larreátegui, número 15.

Fue una experiencia muy interesante, pues me sirvió para conocer el trabajo de un periodista de agencia y sobre todo pasar las noticias por el teletipo a traves de un rollo de papel amarillo donde se tecleaba y con unos símbolos salía las letras y los otros signos del alfabeto y se escribia a máquina, no a ordenador, como ahora (En la foto, en mis tiempos de periodista en EFE).

Al principio no me dejaban transmitir los datos de la Bolsa de Bilbao; al final lo hacía como uno más. De lo que sí me encargué fue de hacer una entrevista a monseñor Añoveros, aquel obispo antfranquista, que se publicó en varios periódicos españoles, como lo fue una señora que era capaz de doblar una cuchara, como aquella que hizo Uri Geller, ahora tan de moda, después de haber fallecido nuestro buen amigo José María Íñigo, natural de Bilbao, Fue tanto el éxito de esta entrevista que la reprodujo el periódico sindicalista «Pueblo», dirigido por entonces por el prestigioso Emilio Romero.

Uno de mis cometidos era cerrar la agencia  a las 22,00 horas. Para ello mi tía me hacía una sencilla cena que transportaba en una bolsa y volvía a as 22,05, en autobús, al barrio obrero de Ocharcoaga donde vivían mis tíos.

Para ahorrar tiempo tenía que pasar por delante de la Audiencia Provincial y allí, pasadas las diez de la noche, los policías nacionales me seguían con sus metralletas hasta que desaparecía de su vista. Sin duda, yo pasaba miedo, pero ellos aun más por lo que podìa llevar en la bolsa, por si podía ocurrir un percance. Gracias a Dios, yo no tenía nada que temer.

El que sí pasó miedo, hasta verle temblar las manos de pavor, fue el director de una academia de enseñanza al que le habían entrado a robar la multicopista. Por entonces, yo estaba encargado de ir a la Jefatura Superior de Policía para recoger los sucesos del día. Todo aquello que oliera a terrorismo, la policía lo tachaba con un lápiz rojo. No podíamos hacernos eco de ello. No tomé nota, pero me lo aprendí de memoria, nombre del denunciante y lugar donde sucedió el robo. En cuanto salí de la policía, fui a su encuentro. Me recibió todo tembloroso. Tendría entre los 55 y 60 años. Me sentó enfrente de él en su despacho y me dijo que ya había recibido la visita de la policía. Los ladrones se habían llevado su multicopista para imprimir panfletos contra el régimen y a favor de los terroristas de ETA.

 Se publicó una noticia de la agencia Cifra, que era el nombre de la agencia Efe, para las noticias de España (Efe para las internacionales y Alfil para las deportivas), que ya no me acuerdo cómo la escribí al día siguiente se publicó impresa en la Gaceta, quitándole el compañero que me había acompañado el día anterior, la palabra Cifra sin añadirle ni quitarle una sola palabra al texto de la agencia de prensa. La regañina que recibió delante de mí al día siguiente de parte del jefe superior de policía fue enorme. No podía decir que era mi texto porque le había quitado la pañaba Cifra, el nombre antiguo de la agencia Efe.

Con el tiempo supe que un compañero de un primo mío que trabajaba en un taller descubrieron que era de ETA y lo detuvo la policía.

En 1979, a mis 26 años, volé a Venezuela Argentina y Brasil, mis primeros viajes al extranjero. En la Argentina del dictador Videla fuimos recibidos oficialmente en el Ayuntamiento de la capital. Un cuadro del fundador de la capital bonaerense, Juan de Garay para algunos burgalés; para otros, vizcaíno, se muestra en el salón municipal de sesiones. Allí fue el cóctel y me encontré con un señor mayor que trabajaba en la embajada de España. Me dijo que había sido un alto cargo en el Ayuntamiento de San Sebastián y estaba allí por haber sido amenazado de muerte por ETA.

 Por cierto, sé que a los etarras no le gustaba que le dijeran LA ETA, con artículo determinado porque no pegaba eso de «la» Euska Ta Askatasuna. Pues bien, esbirros de la ETA amenazaron varias veces por carta a un buen amigo mío, de más de ocho apellidos vascos, por no pagar su mal llamado impuesto revolucionario; aún conserva esas malditas cartas.

Y tras matar a 853 personas, aun quieren que los familiares de los asesinados les den su perdón. Estoy con mi compañero periodista Luis del Olmo, a quien intentaron matar ocho veces, y quien el otro día dijo bien claro en TVE1: «Yo no les voy a perdonar». En este país de libertades, llamado España, todos podemos expresar nuestras ideas, menos matar al contrario por no compartirlas.

De mi tierra extremeña mataron a 55 personas, de cuyos asesinatos aún hay 24 impunes. Esto, jamás.

Fuente: http://pacorivero.blogspot.com.es/

 

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