POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El pasaje de San Mateo 26, 14-50, pensado para el Miércoles Santo, recuerda la tarde en que Judas Iscariote negocia con las autoridades competentes la venta de Jesús por treinta monedas de plata; el Maestro estaba en ello; lo supo antes que el traidor, en cierto modo no era una traición, y Judas, en su papel, prisionero del destino, lo entrega dándole un beso, el primero y el último, un beso que fue peor que un mordisco, un beso que tuvo más resonancia que qué, un beso que restalló y contagió el espacio sideral, un beso que fue de todo menos engañoso, un beso cantado; Judas se acercó a Jesús, lo besó y le dijo: “¡Salve, Rabbí!” y Jesús le soltó: “Amigo, ¡ya te vale!” y el tesepeorero de los sacerdotes entregó al besucón 30 tetradracmas de Tiro, o tolemaicos, o estateros de Antioquía…. Veremos qué personajes acudirán hoy a las procesiones de Oviedo para besuquear a Cristo, y, conseguidos los favores, traicionar a la multitud.
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