POR PATRICIO MARÍN ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE COX (ALICANTE)
En el siglo XVI el antiguo reino de Valencia se hallaba densamente poblado de moriscos, de manera que un tercio de sus habitantes era de prosapia musulmana. La vida de este colectivo se desarrollaba en numerosos lugares de dominio señorial. Los dueños eran nobles absentistas que recibían cuantiosos tributos de sus vasallos moriscos. Por dicha razón, a los referidos nobles no les convenía en modo alguno que fuesen privados de sus moriscos. Ante la alternativa planteada por la Monarquía y la Iglesia para expulsar a este colectivo, los señores valencianos protestaron ante el Rey Felipe III.
La expulsión en sí planteaba una grave crisis económica en un vasto y dilatado territorio peninsular. Para que no quedasen paralizados ciertos trabajos y enseñar a los nuevos pobladores el sistema de riegos existente, se permitió que por cada cien casas de moriscos, pudiesen permanecer seis.
Contravinieron esta orden algunos señores territoriales y según testimonio del obispo de Orihuela, Andrés Balaguer, a este respecto, notificó al rey lo siguiente:
(Archivo general de Simancas-Signatura E-214)
-Cita textual-
“Según el arancel de las casas que va con esta aparte, consta que aunque en algunos lugares de este Obispado por agora quedan menos casas que las seys por ciento, pero que en los lugares de Elda, Monnovar, Albatera, y de la Granja queda muchas mas casas que seys casas por ciento contra la real Pragmática, y en Albatera queda mucha gente en cada una de las casas por haver ajuntado diversas casas y personas en una”
En el caso de La Granja, feudo de Don Francisco Maza de Rocamora, con 55 casas de moriscos, le correspondían quedarse 3 o 4 casas. No obstante, este señor permitió la estancia de 16 casas, so pretexto de poblar Novelda, también lugar de su dominio directo. La huella musulmana quedó diluida en el suelo de España, y según el profesor Antonio Ubieto [1] y otros investigadores, expusieron lo siguiente:
“Durante la Edad Media una mayoría de la población peninsular practicó la religión musulmana. Por ello, es absurdo que consideremos a
Centrándonos en la investigación de los pueblos más cercanos nos situamos en la pequeña localidad de Granja de Rocamora. De este pueblo tenemos que lamentar la destrucción de su archivo parroquial en la vorágine de 1936. Este hecho nos ha privado de reconstruir gran parte de su historia.
El Archivo General de Simancas, legajo de Estado nº 254, conserva un documento del año 1612, referido a La Granja. De este, el que suscribe insertó un artículo en la Revista de Fiestas de la Santa Cruz en 1988. El referido legajo contiene noticias de varias familias de mudéjares que vinieron a poblar en Granja. Procedían del reino de Murcia de la tierra del Valle de Ricote.
Dichos mudéjares, constituían un núcleo de poblacional que desde la conquista del reino de Murcia en el siglo XIII se había asimilado al contexto cristiano. Por tanto al tiempo de los bandos de expulsión de 1609, llevaban al menos 350 años conviviendo pacíficamente con el mundo católico que les rodeaba. Para eludir la expulsión hacían públicas demostraciones de ser cristianos, bebiendo vino y comiendo carne de cerdo [2]. A pesar de estas manifestaciones, el Conde de Salazar les expulsó igual que a los demás. El 20 de Febrero de 1614 se daba por finalizada la expatriación de España de todos los moriscos. Sin embargo muchos de ellos consiguieron quedarse, y otros después de tocar tierras africanas regresaban. El citado Conde, expuso al rey Felipe III, que no se llevasen a cabo más diligencias sobre los que quedaron, y que se tuviese atención con los que regresaron.
Abundando sobre el tema, Govert Westerverld, cronista oficial de Blanca, nos ofrece noticias más concretas sobre aquellos pobladores que vinieron a Granja. Aunque nacido en Holanda, es un consumado erudito que ha dedicado gran parte de su vida en esclarecer la historia del valle de Ricote. Sus exploraciones en los archivos de Simancas, Murcia y el Parroquial de la villa de Blanca, han dado sus frutos. Gracias a sus trabajos se ha comprobado, que hubo una fluida conexión entre los moriscos de Blanca y los de Granja.
Según este cronista:
-Cita textual
“Muchos moriscos del Valle de Ricote, especialmente Blanca, tuvieron contactos, antes de la expulsión con moriscos del pueblo de Granja de Rocamora en el reino de Valencia. En Granja de Rocamora quedaron aún algunos moriscos después de la expulsión y como dicho pueblo tuvo que repoblarse otra vez, no es de extrañar que finalmente algunos matrimonios blanqueños se decidieran a vivir allí. Será muy difícil probar estos hechos sin los libros eclesiásticos en estos años, pero algunos datos en esta dirección tenemos. Así vemos el matrimonio formado por Alonso Alcaide y Juana Pinar que tuvo una hija, María Alcaide, la cual se casó con Juan Candel en 1612. Seguramente dicha María se fue al pueblo de Granja de Rocamora, en el reino de Valencia, después de 1617, puesto que Josefa Candel Alcaide fue bautizada aún en Blanca en el mismo año. En el testamento de 1651 de Juana Pinar, viene como heredera su nieta, Josefa Candel, hija María Alcaide Pinar y Juan Candel. Y como indicamos anteriormente dicha Josefa Candel Alcaide fue bautizada en Blanca en 1617. Ana Pinar Marín nació en el año 1597, en Blanca, y se casó con Alonso Ramón, cuyo lugar de nacimiento desconocemos, pero el apellido es de origen abaranero, y ella tuvo entre los años 1622 y 1636 seis hijos. En 1679 era vecina de Granja e hizo su testamento. Juan Rojo de Molina se casó en 1611 con Catalina de Balboa de Aroca y tuvieron una hija, María, la cual se casó con Juan Candel, de Granja. Lo sabemos gracias a unos datos en un protocolo de 1648. Curioso es el hecho de que hasta hoy encontramos el apellido Candel en la guía telefónica de Granja de Rocamora.
En el año 1664 vemos que Miguel de Balboa, vecino de Granja (reino de Valencia), tiene que pagar a Pedro Candel, fiel executor de Blanca, el importe de 1.150 reales. Otra vez vemos la relación entre Blanca y Granja, pero no hemos podido localizar el padre del tal Miguel de Balboa, aunque es de suponer que su origen era también de Blanca. No es posible investigar más en este asunto, ya que poniéndome en contacto con el cura de Petrel, Don Antonio Rocamora Sánchez, el cual escribió la historia de la Granja de Rocamora, me informó que durante la guerra civil se quemaron los archivos parroquiales de este pueblo. Por tanto, Granja de Rocamora se quedó sin su archivo parroquial.”
Siguiendo con su relato, este autor nos informa del apellido Balboa que pobló en Granja.
-Cita textual-
“En el tiempo de la expulsión muchos de este linaje se pudieron salvar de la expulsión, entre ellos María de Balboa Roca, hija del regidor fallecido, Francisco de Balboa, que se casó en el último momento en 1614 con Ginés Cárceles Castillo, natural de Hellín, el cual años más tarde sería el hombre más poderoso y dinerario de Blanca. La madre de María de Balboa era Catalina Aroca, la cual se estableció años más tarde en Granja de Rocamora. Al parecer sus hijos Francisco y Hernando tampoco fueron expulsados, pero no vivía ya en Blanca en el año 1635; sospechan más bien en la Granja de Rocamora, en el reino de Valencia. Como sea en el año 1654 ya no vemos una representación varonil de los Balboa en Blanca y el apellido se perdió para Blanca. Hoy en día no encontramos ya los Balboa en Granja de Rocamora. Sin embargo aún existe una familia Balboa en el pueblo vecino de Cox que está prácticamente al lado de la Granja de Rocamora.
Efectivamente el apellido Balboa estuvo asentado en Granja y en el siglo XVII algunos miembros de este apellido pasaron a Cox. En la actualidad ya no queda nadie con este apellido en Granja y los de Cox están en vías de extinción. En cuanto al apellido Candel, se halla firmemente arraigado y son numerosos los vecinos de Granja que lo ostentan.
Repasando los censos de población de Blanca del siglo XVI, nos ofrecen apellidos que se establecieron en Granja de Rocamora, y que luego pasaron a Cox. La filiación de estos nuevos pobladores venidos del valle de Ricote, (Blanca y otros lugares cercanos) aparecen con nombres y apellidos cristianos. En efecto, una de las numerosas pragmáticas y decretos contra los moriscos, contenía la prohibición expresa de que estos usaran nombres arábigos. Por dicha razón, a cualquier profano en el tema morisco puede sorprenderle que en la relación de vecinos, censados en dichos lugares vengan expresados con nombres y apellidos cristianos.
Con la expulsión de los moriscos (en 1609) se daba por zanjado el asunto y en teoría ya no quedaba ninguno en España. La realidad era muy otra, toda vez que los censos de población de Granja y de Cox referidos al año 1646, reseñaban a personas cuyos apellidos figuraban en los censos de Blanca del siglo XVI, tales como:
“Farises, Puebla, Pinar, Arronis, Marín, Balboa, Gavarrón, Pastor, Alcayde, Lorquí, Vega”
Sesenta años después de la expulsión, es decir en 1669, la huella musulmana se hallaba presente en los lugares del obispado de Orihuela. Esto es así, ya que el entonces obispo de Orihuela, José Verge, se afanaba por extinguir residuos mahometanos [3] que todavía proliferaban en su diócesis. A este efecto el mitrado oriolano procuró la celebración de misiones cada tres años en todos los pueblos donde estaban asentados.
NOTAS:
[1] Introducción a la historia de España, pág. 57-Antonio Ubieto y Juan Regláde la Universidad de Valencia, José María Jover de la Universidad de Madrid y Carlos Seco de la Universidad de Barcelona.
[2] Geographie de L’Espagne morisque, Editions Jean Touzot, pág. 273-Henri Lapeyre
[3] Un obispado español el de Orihuela-Alicante, tomo I, pág., 226.José Verge obispo de Orihuela de 1666 a 1678, decretó lo siguiente:
“Decretó la celebración de misiones cada tres años por lo menos, en todas las parroquias, a fin de depurar la vida cristiana, social y familiar de los residuos moriscos que de tiempos árabes perduraban en los pueblos” (Archivo catedral de Orihuela, leg.22, año 1669)