POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
En el 75 aniversario de su muerte son varios los homenajes que se están dedicando al poeta oriolano. Un ciclo de conferencias y un concierto de flamenco dedicados a su recuerdo de su muerte ocurrida el 28 de marzo en la cárcel de Alicante, ciudad en donde descansan sus restos, pero son pocos los recuerdos y homenajes que en durante la época franquista y de la transición democrática se brindaron a este poeta en Torrevieja.
Guardo, desde mi adolescencia, un pequeño libro con una selección de poesías de Miguel Hernández, en su tercera edición publicada por Plaza y Janés en el año 1969. Bien es verdad que sólo en una de sus poesías, poco conocida, relaciona a Torrevieja, a sus salinas y a su campo árido y seco. Ni que decir, en el único instituto de enseñanza media que tenía la población, en la asignatura de literatura era poco estudiado, aunque en varias ocasiones le rendió homenaje. Y conservo un curioso ejemplar del número 1 de la revista, ‘Caminemos’, de fecha de enero de 1975, estampado con una ‘vietnamita’ o ‘ciclostil’, artefacto para utilizado también en aquella época para imprimir panfletos sin que las autoridades de la dictadura se enteraran, aunque en este caso, fue publicado por la Jefatura Local de la O.J.E. (Organización Juvenil Española), dependiente de Falange Española de las JONS. En una de sus páginas María Peñarrubia escribe el artículo ‘Hoy comentamos a… Miguel Hernández’, en el que la autora escribe: “…vivió una época de jirones de la Patria, murió joven, diciéndonos con su lenguaje de amor y de esperanza, que es posible caminar aunque el sendero sea estrecho y la luz opaca, pues caminar es vivir”. Entre varios fragmentos de sus poesías, destacar la copia de un fragmento de la elegía que dedicó a Federico García Lorca: “¡Que sencilla es la muerte: que sencilla, pero que injustamente arrebatada! No sabe andar despacio y acuchilla cuando menos se espera su turbia cuchillada”.
Entre el 17 y el 27 de mayo de 1976, a los pocos meses de morir el dictador Francisco Franco, Orihuela se convirtió en un hervidero cultural o más bien en un centro neurálgico de reivindicación política. El eje de esta actividad intelectual fue la figura de Miguel Hernández, que recibió el llamado homenaje de los Pueblos de España. Una oleada de gente venida de distintas ciudades españolas, formada por una mayoría de artistas, se puso a pintar y escribir en las fachadas bajo la estela de los versos del Viento del pueblo de Miguel Hernández en un acto de reivindicación de la libertad, organizado por el PCE, partido que no fue legalizado hasta el 9 de abril del siguiente año 1977.
En mi recuerdo me queda a la Guardia Civil, llevando metralletas en la entrada a Orihuela por la carretera de Murcia, frente al cementerio y junto al convento de Santa Ana. Regresaba, junto a otros compañeros, de recibir clase en la entonces Escuela Universitaria de Enfermería de Murcia. Se nos negó el paso, a través de la población a lo que explicamos que era la única ruta para llega a Torrevieja, ciudad que pocos días después también se volcó en el ‘Homenaje de los pueblos de España a Miguel Hernández’ con una serie de recitales y representaciones teatrales que celebrados en las Eras de la Sal y en el local de la Unión Musical Torrevejense.
En aquella primavera un grupo de jóvenes decidieron sacar del pozo del olvido la voz del poeta silenciada, vetada y prohibida durante varias décadas por el régimen franquista, y desamordazarla para siempre con unos días de actos culturales que denominaron: “Homenaje de los Pueblos de España a Miguel Hernández”, con motivo del 34 aniversario de su muerte.
En la noche del viernes 21 de mayo, actuó en las Eras de la Sal el espectáculo flamenco granadino ‘La Tabla’ y al día siguiente estaba programado, también en la Eras, un recital del cantautor alicantino Adolfo Celdrán, que gustó mucho al público, unas quinientas personas que aplaudió e hizo que repitiera algunas canciones, sobre todo las basadas en letras de Miguel Hernández, Rafael Alberti y otros. Un gran poster del homenajeado campó al fondo del escenario.
El día 24, a las ocho y media de la tarde, tuvo lugar, en el local de la Unión Musical Torrevejense, una conferencia de Vicente Martínez Carrillo con el título de ‘Por una alternativa democrática en la gestión cultural’, joven de poblada barba y aspecto jipi que y que, recién acabados la carrera de periodismo, se presentó en el diario ‘Información’ con un proyecto de homenaje al poeta oriolano. El martes, en las Eras de la Sal, el ‘Pequeño Teatro de Valencia’ representó su creación de La Danza de la lanza de papel, de Lunatcharski, abandonando el título original, Don Quijote liberado, con un sistema lingüístico amplio y muy bien trabajado y con textos satíricos, muy populares, recreando una atmósfera de teatro popular, de fiesta crítica, de aparato vivo y expresivo, apto ese tipo espacio escénico abierto. Las entradas a todos los actos, como el que se celebró en el salón de actos de la Unión Musical, fueron enteramente gratuitas.
¡Vuelva este año otra vez su recuerdo!