POR ALFONSO ROVIRA MARÍN, CRONISTA OFICIAL DE ALZIRA (VALENCIA).
El 22 de junio de 2002, en la ciudad murciana de Lorca, se había programado un concierto para la audición del Requiem de Gabriel Fauré. Probablemente fue por ascendencias familiares del “mestre”, Francisco Hernández Guirado, ya que su madre era oriunda de Lorca; el apellido Guirado, lo atestigua.
Ricardo Bellver, presidente que fue de la Junta Directiva de la Sociedad Musical de Alzira, en tiempos que era director de la Banda don Paco, y el que firma esta crónica, no quisimos perdernos este acontecimiento, aunque la ida desde Alzira a Lorca y regreso, los kilómetros ascendían a 526. Pero nuestra ilusión era arropar a nuestro querido amigo director del tan importante evento.
A primeras horas de la tarde, ya estábamos en Lorca, donde recorrimos la ciudad, esperando la hora del concierto. ¡Que agradable sorpresa se llevó nuestro amigo don Paco!
La impresionante obra de Fauré, el “Requiem”, puesta en escena en el altar mayor de la iglesia de San Francisco de Lorca, era estreno absoluto, de la transcripción para banda por el “mestre”, que como le comentaba a Octavio Hernández, director de “Nuestras Bandas de Música”, la había transcrito en las largas noches que dedicó a cuIdar a su esposa, María Francisca Marzal, enferma en el hospital, casi con la más absoluta oscuridad, auxiliado con la luz de una linterna.
El Requiem, de Gabriel Fauré, Pamiers (Francia) 1845/1924, lo compuso en 1886, motivado por el fallecimiento de su padre, se propone iniciar una composición de una misa de requiem, que fue la más famosa de sus obras. Una misa para soprano, barítono, orquesta y órgano.
Don Paco la interpretó con la soprano María Dulce Conejero Fernández; el barítono, Antonio Ramírez de la Fe; y la organista Rocío Hernández Carrillo; dos agrupaciones corales que el “mestre” se trajo de Valencia y la Banda de la Escuela Musical Municipal de Lorca.
Aparte de la audición –impecable- del Requiem, la banda interpretó otras composiciones, entre ellas, el pasodoble “Ariadna Hernández” de Salvador Chuliá, que el autor lo había dedicado a la hija mayor de Octavio Hernández, que con la niña y familia estaban presentes en el concierto.
El Requiem de Gabriel Fauré, Francisco Hernández, lo volvió a repetir no mucho tiempos después en el Palau de la Música de Valencia, con la Banda de Villar del Arzobispo.