POR PEPE MONTSERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Con mis hidrófugos de los miércoles, salí de Oviedo en pleno diluvio; desayuné en La Casera (Soto la Barca) y tiré hasta Moal con el limpiaparabrisas a tope. Caminamos con paraguas un ratín a la vera del Muniellos y lo plegamos pronto; reguero la Coyá arriba, entre cañas y barro, ganamos la collada y en fuerte ascenso el Moncó (Montem Calvum), con vistas entre la niebla al valle del Narcea y los pueblos y minas de Rengos; un piscolabis junto a la garita oxidada de la cumbre y descenso a la Rasa, al collado La Siecha, entre rebollos al mirador de Montecín y sorteando hayas que amarillean y busgosus, por mullidos senderos, a La Rebolla, al Estelleiro, los castaños de la Veiga de Moal y al coche. Luego nos emboscamos en Ventanueva, en Casa José Antonio (y Josefina) para perdernos definitivamente en el laterío, el chosco y los destilados. Llovía fuera pero no entró agua, he dicho que somos hidrófugos, sólo orujo.
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