POR: MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Las vacaciones también posibilitan acercarte a la historia y la cultura por cuanto estas materias ofrecen. Al llegar a La Rábida me encontré con fray Eloy Majadas, estuvo algunos años en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Su amabilidad y cercanía me hizo conocer la historia de este lugar: “Pórtico de América”. Acudo a su historia.
Muy cerca de Palos de la Frontera en cuyo puerto partió Cristóbal Colón y su pequeña flota camino a la aventura hacia nuevas tierras de conquista para el Imperio español, se encuentra La Rábida, con su monasterio mudéjar, declarado Monumento Nacional. Aquí fue a dar el almirante genovés cuando nadie le hacía caso sobre su ruta a Cipango (la actual Japón) El prior del monasterio, fray Juan Pérez, le escuchó e intercedió por él con la ayuda del cosmógrafo fray Antonio Marchena ante la Reina Isabel la Católica, de la que era confesor.
El Monasterio de La Rábida fue el lugar donde Colón preparó su viaje. En su visita merecen especial atención el claustro, de estilo mudéjar, y los jardines que rodean el edificio. Se trata de un lugar colombino por excelencia, algo rehecho tras el terremoto de Lisboa. Se dice que en este lugar hubo un santuario fenicio, donde aquellos míticos navegantes de la Antigüedad se encomendaban a sus deidades marinas antes de aventurarse por el océano. Después se cristianizaría como ermita dedicada a la Virgen. Los templarios tuvieron allí su casa antes que los franciscanos.
En la modesta iglesia mudéjar, de una sola nave cubierta con un artesonado neomudéjar (siglo XVI), el viajero podrá admirar la preciosa imagen de alabastro de Santa María de La Rábida o de los Milagros (gótico francés, siglo XVI), patrona del pueblo y del monasterio, fue coronada por el Papa Juan Pablo II en su viaje a España. Pasamos, por unos arcos almohades, al claustro del siglo XVI, en el que se conservan algunos frescos originales y otros posteriores al seísmo. A este claustro se le añadió en el siglo XVII otro piso fortificado en previsión de ataques piratas.
Otras dependencias monásticas visitables son la sala de Conferencias, donde Colón explicó su proyecto; el refectorio, con su púlpito encalado, y un crucificado románico tardío (siglo XIII); la sala capitular, conocida como ‘Celda del padre Marchena’, con su notable artesonado (siglo XVIII) y cuadros alusivos al Descubrimiento.
En la biblioteca hay una copia del mapamundi de Juan de la Cosa en el que aparece por primera vez la costa americana. Un patio florido conduce a las salas decoradas con frescos del pintor onubense Daniel Vázquez Díaz (1930) que narran la hazaña colombina. En los jardines del monasterio encontramos un monumento dedicado a Cristóbal Colón y la Columna de los Descubridores, tallada con figuras y escenas relacionadas con el descubrimiento y la colonización de América.
Martín Alonso Pinzón, rico armador de la zona y gracias al cual Colón consiguió ayuda económica y reclutar a los hombres necesarios para su empresa, está enterrado en La Rábida. Hernán Cortés y Francisco Pizarro fueron otros huéspedes del monasterio que recalaron en él tras regresar de sus respectivas conquistas.