SEGÚN APUNTA EL CRONISTA OFICIAL, PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ, HABRÍA EN ESTE ENTORNO UNA MANSIÓN O POSADA A ORILLAS DE ESTA VÍA ROMANA QUE CON EL PASO DEL TIEMPO PODRÍA HABER IDO DANDO PASO A LA LLEGADA DE MÁS PERSONAS QUE SE HABRÍAN ASENTADO EN ESTE LUGAR, ATRAÍDAS POR LAS EXPLOTACIONES AGRARIAS DEL ENTORNO
En las últimas décadas el núcleo urbano de Montequinto, perteneciente a Dos Hermanas, ha experimentado un crecimiento imparable, aumentando su población hasta los más de 35.000 habitantes con la implantación de nuevas urbanizaciones. Su fisionomía, de grandes avenidas, edificios nuevos y zonas verdes y de ocio, dejan ver la juventud de un barrio cuyos orígenes, sin embargo, hay que buscarlos siglos atrás.
Su nombre, «Quinto», está relacionado con la época romana al denominarse así la villa que existía en este lugar a cinco millas o piedras miliarias de la ciudad de Sevilla. Era, por tanto, la localización romana «Quintus ab urbe lapide» con la que se medía la distancia, al igual que ocurría con otros puntos cercanos a la ciudad como la zona del Cortijo del Cuarto.
Según apunta el cronista oficial de Dos Hermanas, Pedro Sánchez Núñez, en su artículo «Quinto en la antigüedad», habría en este entorno una mansión o posada a orillas de esta vía romana que con el paso del tiempo podría haber ido dando paso a la llegada de más personas que se habrían asentado en este lugar, atraídas por las explotaciones agrarias del entorno.
El tesoro histórico del barrio
Y es que, precisamente, con la llegada de los árabes a la Península se mantuvo el aprovechamiento de las tierras fértiles del valle del Guadalquivir, apareciendo las denominadas alquerías, que luego darían paso a las haciendas. Su más fiel reflejo y, a la vez, el tesoro mejor guardado del barrio se encuentra en la Hacienda de Quinto, considerada como el conjunto histórico más antiguo de todo el término municipal de Dos Hermanas.
En esta edificación se han encontrado restos romanos, visigodos, árabes y posteriores, lo que viene a dar cuenta de la especial importancia que tiene para conocer el origen de este entorno. La hacienda estaba dividida en tres partes; San Clemente, Cortijo Grande y Cortijo Nuevo, siendo la primera de ellas la parte más antigua que tenía adosada una torre de carácter militar del siglo XIII, que formaba parte de un recinto fortificado de época almohade. Se cree que la torre vigía pudo servir en la época de la Reconquista para avistar a los enemigos cuando accedían a la ciudad, debido a su posición estratégica, a cinco millas.
Parte de sus restos, hoy nos lo recuerdan. Sin embargo, lo que se mantuvo a lo largo de los siglos fue más bien el cultivo de las tierras, que fueron pasando por las manos de diversos propietarios. Según consta en la Guía Turística de Dos Hermanas, la familia Ribera poseyó estas tierras, vinculadas al Ducado de Alcalá y Medinaceli, durante varios siglos, hasta que en 1840 las adquirió la familia Ibarra.
Primeras viviendas
Pero para acercarnos al aspecto del Montequinto que hoy conocemos hay que situarse a finales de la década de los 60 del pasado siglo, cuando la finca rústica cambió de calificación con un Plan Parcial de Ordenación que proyectaba miles de viviendas. En la actualidad, el barrio es el resultado de la unión de las urbanizaciones «Hacienda Grande de Quinto», «Las Palmeras de Condequinto» y «Los Cerros de Quinto».
Hoy en día, además, el pasado romano de esta zona aún se recuerda en el nomenclátor de sus calles, con vías como Tiberio, Calígula, Rómulo, Vía Flaminia o Nerón.
Fuente: http://sevilla.abc.es/