POR FERNANDO LEIVA BRIONES, CRONISTA OFICIAL DE FUENTE-TÓJAR (CÓRDOBA)
En el término municipal de Fuente-Tójar se constatan, por los materiales recopilados al respecto, dos monumentos funerarios los que, en su día, fueron erigidos en honor de otros tantos personajes regios (régulos) o personas de relevancia del viejo poblado (oppidum) de ILITVRGICOLA. Junto a ellos nos referiremos a un santuario relacionado con alguna deidad de por entonces.
Los escombros del primero de estos “heroa” (ver lámina 1A) aparecieron en 1986 a mitad del camino descubierto durante las excavaciones de 1980 en la necrópolis de Los Villarones o Torviscales, vía que enlazaba la “ciudad de los vivos” con la de “los muertos”. Las nueve piezas que ilustran este trabajo son las únicas que se pudieron recuperar de la destrucción de una era empedrada propiedad de Antonio Barea Pareja de la que, según el dueño, “se habían extraído unos 22 camiones de piedras destinadas como relleno en la carretera de La Cubertilla”: ocho son elementos arquitectónicos y una es un trozo de esfinge (1 B) o personaje togado (1C), más probablemente se trate de una esfinge. Uno y otros formaron parte de un monumento (de entre el s. VI a.C. y el IV) destruido en un tiempo incierto por mandato de otro régulo pretendiendo borrar el recuerdo (damnatio memoriae) de su antecesor.
Del segundo caso sólo nos ha llegado un carnero tallado en un bloque cúbico de caliza local con una oquedad en el dorso (¿depósito de cenizas?, ¿mortaja?). La pieza la encontró Francisco Gutiérrez Sánchez en 1992 en ladera Sur de Las Cabezas en dirección a la necrópolis de La Cabezuela. Ese animal (c. del s. III a. C.) estuvo asociado al Mundo Funerario simbolizando el tránsito de la muerte a la vida y relacionado al Mundo Religioso y con la fecundidad. En este caso, su función, dentro del monumento del que formó parte, fue la de proteger los despojos del personaje allí custodiado, según se deduce de la actitud defensiva o de ataque y la disposición de los cuernos del óvido (los materiales anteriores fueron publicados en su día -1990 y 1994, respectivamente- por el autor de estas líneas).
La tercera de las piezas apareció en 1999 y fue publicada por su descubridor –Narciso Jurado Ávalos- en 2001: “Placa relivaria con équido del entorno de la aldea de El Cañuelo, Fuente-Tójar (Córdoba)”. En Anales de Arqueología Cordobesa, 12, pp. 53-66. Decir además que el hallazgo supuso dilucidar un enigma que se tenía de antiguo: “Al lado contrario al río en un montículo a unos doscientos metros de las ruinas se hallaron hace años, cuarenta losas cuadradas de idéntico tamaño y todas con relieves que representaban animales, ciervos, caballos, yeguas con sus potros, aves &&. Seguramente eran metopas de templo, palacio ó villa de orden dórico. No queda ninguna: las gastaron como materiales de construcción” (RAMÍREZ DE ARELLANO: 1904, f. 251). Además, el término de Fuente-Tójar ha proporcionado otro tipo de figuras, ya antropomorfos (representaciones humanas: terracotas), ya anatómicos (parte del cuerpo, en este caso un pie y pierna en bronce), exvotos que los iberos depositaron en algún lugar sagrado (loca sacra libera), fuente, río, promontorios o cuevas santuario o templo más o menos próximo a Iliturgicola como rogativa por algo o para dar gracias de una promesa.