POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

En 1885 ya consta viviendo aquí en Navalmoral, el abogado moralo Julián del Mazo Satrústegui como encargado de don Claudio López Bru, marqués de Comillas (ya ha muerto, constando su viuda). Al igual que su hermano, eran naturales de Nava del Marqués (Ávila); hijos de Julián Mazo Santos, nacido en Zaragoza; y Buenaventura Satrústegui, natural de Londres.

Fue alcalde de Navalmoral en el bienio 1895-1897, representando al Partido Liberal.

Como vimos en su día, el citado Marqués de Comillas delegó en él para viajar a Méjico en 1901, para liquidar las propiedades que ese noble poseía allí: debido a las revoluciones de los conocidos por el cine “Pancho Villa”, Emiliano Zapata, etc. Le acompañó el moralo Zenón Sarró Sánchez, según vimos hace poco.

Contrajo matrimonio Julián con Elvira Mendo Calleja, hija de Agustín Mendo Sáez, maestro de Navalmoral y natural de Cáceres; y María Calleja Calleja, natural de Navalmoral y perteneciente a la importante familia en el siglo XIX (prima segunda de su cuñada Carmen López-Oliva Marcos, esposa de su hermano Francisco).
Al principio vivió en la entonces calle Trujillo (hoy Urbano González Serrano), Casa de Comillas. Pero más tarde se traslada al Paseo de la Estación (al menos, el despacho de abogado).

En 1922 aún continuaba ejerciendo como abogado. En esa fecha coloca un anuncio luminoso en el Paseo de la Estación, donde residía y tenía su despacho.

Elvira y Julián tuvieron cuatro hijos (que se tengan registrados): Julián Mazo Mendo, abogado, administrador de fincas, socio número1 y primer Presidente del Centro Moralo Luis Mazo Mendo, abogado como su padre, fiscal y político que actuó en el ámbito de Cataluña y, más concretamente, en la provincia de Gerona, de la que fue gobernador civil desde 1945 a 1956; Manuel Mazo Mendo, general médico y Elvira Mazo Mendo, la menor.

Julián Mazo Mendo contrajo matrimonio con Ángela Heredia Toboso, con la que tuvo cinco hijos: Uno de ellos, Agustín Mazo Heredia (industrial de la hostelería y la alimentación además de ganadero), mantiene descendencia en Navalmoral (Mercedes Mazo Izquierdo); otra, Mercedes (afincada en Miami, USA, recibió el 12 de octubre de 1973, por el Jefe del Estado, el «Lazo de Dama de Isabel la Católica, Isabel I de Castilla e Isabel de América» por la difusión del folclore español en aquella remota región. Se acordó dedicarle una calle, pero todo se olvidó…

Julián M.S. tenía un hermano, llamado Francisco Mazo Satrústegui, que también era abogado y administrador, pero en ese caso de la familia Arnús en Calzada de Oropesa (El Cristo, El Alcornocal, etc.). Francisco estaba casado con la morala Carmen López-Oliva Marcos, cuyo segundo apellido descendía de una de las familias más importantes de Navalmoral en el siglo XIX, los Marcos-Calleja.
Cuando fallece, las hermanas Arnús (Georgina y Josefina) dejaron a su viuda una gran casa que poseían en la plazuela de la Ermita, pero sólo mientras viviera (en usufructo vitalicio).

Como no tenían hijos, en 1927 deciden ceder la casa en cuestión a las religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos, para que se instalaran en ella lo que sería el futuro al colegio de la Inmaculada. A cambio, las monjas cuidarían de Carmen hasta su muerte. Cuando se produjo el óbito, el colegio pasó a propiedad de la Congregación religiosa de estas monjas.

El día 20 de mes de enero de 1928 llegan las primeras monjas: María de Jesús Sagasti, Concepción Castrillo y Ana María García (que procedían de Béjar (Salamanca); Magdalena Calleja y Joaquina Campos (que venían de Plasencia (Cáceres). Son recibidas por Carmen Oliva, y dos días después se les unen las superioras de los dos colegios que tenían Plasencia: la madre Victoria (del de la Concepción) y la madre Germana (del de San José), acompañadas cada una de ellas por cuatro monjas.

El día 23 de ese mismo mes de enero se lleva a cabo la inauguración oficial, en presencia de las autoridades locales y del arcipreste de la diócesis (no pudo asistir el obispo). Y, el 1 de febrero, se inician las clases en tan digno centro educativo, comenzando con 42 alumnas; cuyos méritos sería imposible resumir en estas páginas, pero que la gran mayoría de nuestros lectores conocen sobradamente.

Había otro hermano, Joaquín Mazo Satrústegui, que casó con otra morala. De él, tengo menos datos, porque fue militar y residió fuera de aquí: intervino en las Guerras Coloniales de Cuba y Filipinas con gran éxito, siendo condecorado.