POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Suelo pasear y leer al mismo tiempo, sobre todo en las Instalaciones Deportivas del Cristo, donde no me atropellará un ciclista, como podría en el Paseo de Valdeflora y en la Senda Verde, entre Oviedo y Fuso, ni voy a pisar caca de can. En el Cristo lo más que puede ocurrirme es que un balonazo me rompa gafas y ojos. Leo y camino, ya digo, y tomo notas al margen, dejo guijarros en el sendero literario para no perderme e incluso regresar a determinada maravilla. Y cada equis metros levanto la vista por saber si hay curva o gente y no descarrilar ni chocar. A veces, atraído por el papel blanco, cae un insecto en la página y, al apartarlo, sus tripas amarillas subrayan el renglón. Esta mañana, que chispeaba y hacía viento, probé a pasear con un libro electrónico y, ¡oh sorpresa!, una mosca llegó a la esquina inferior y me pasó la página. Hasta importante me sentí.
Fuente: http://www.lne.es/