POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
Todos conocemos que el gran emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, que pudo elegir cualquier lugar de su vasto imperio para retirarse de la vida política y pasar sus últimos días de vida, escogió el Monasterio de Yuste, declarado en la actualidad Patrimonio Europeo, en la comarca cacereña de La Vera. Las causas de esta elección fueron el buen tiempo de la comarca de La Vera, ideal para curar la gota y varios achaques que padecía, la existencia de un monasterio regido por la Orden de los Jerónimos y el estar alejado de la corte y de las grandes ciudades. Carlos buscó la tranquilidad y el apoyo de la comunidad Jerónima integrada por 38 monjes, que le guiaron espiritualmente en sus últimos días. Carlos I se dio cuenta, después de una larga reflexión sobre su situación, que se encontraba enfermo, que su tiempo político había pasado y que Europa se dirigía a ser gobernada por otros príncipes más preparados y adaptados a las necesidades del momento. En los veinte meses que vivió en Yuste recibió a muchos personajes políticos de la corte, además se escribía muy a menudo con su hijo Felipe II dándole orientaciones para el buen gobierno y conoció a Jeromín, futuro Don Juan de Austria, hijo natural del Emperador y gran héroe de la historia de España. El 21 de Septiembre de 1558 falleció de paludismo, sumado a la gota que padecía desde hace tiempo, después de un doloroso mes de fiebres muy altas e intensa agonía. Felipe II, su hijo, ordenó el traslado de sus restos al Monasterio de El Escorial, donde descansa su ataúd en la Cripta Real, que se la conoce como el Panteón de los Reyes. Cáceres conoció oficialmente el fallecimiento de Carlos I a través de una Carta enviada por la Princesa Doña Juana, fechada en Valladolid el día 3 de Octubre de 1558, doce días después de producirse el óbito. En dicha carta se dice: «Concejo, Iusticia, Regidores, caualleros, escuderos, officiales y hombres buenos de la Villa de Caceres, sabed que el dia de San Matheo passado entre las dos y las tres de la mañana plugo a Dios lleuar al emperador mi señor para si de que tenemos la pena que es zason de la gran perdida…» Y continúa diciendo: «Os hauemos querido hazer saber como a tan fieles y leales vassallos….que dello terneis y para encargaros hagais en essa Villa las honras e demostraciones de luto que en semejante casso se acostumbra y deue hazer que nos hareis mucho plazer y seruicio. De Valladolid, a tres de otubre de mil quinientos cincuenta y ocho años». Firmado «Yo la Princesa». En Marzo de 2007 el Real Monasterio de Yuste, junto al Archivo de la Corona de Aragón, el Cabo de Finisterre y la Residencia de Estudiantes de Madrid, recibió el título de Patrimonio Europeo, con la idea de que a través de lugares emblemáticos se reforzara la idea de unión de Europa y los sentimientos de pertenencia de los ciudadanos al proyecto común europeo. El Monasterio de Yuste fue nombrado por su «alto contenido simbólico» al haberlo elegido el emperador Carlos I para pasar sus últimos meses de vida, considerando que el proyecto imperial fue «uno de los primeros impulsores de la Europa unida», ya que responde al sueño de Europa que tuvo y por el que trabajó toda su vida. En la actualidad el Real Monasterio de San Jerónimo de Yuste es uno de los edificios más singulares y más visitados de España y con la ubicación en él de la Fundación Academia Europa de Yuste ha supuesto un relanzamiento de la Europa cultural a través de sus múltiples actividades y publicaciones y con la proyección social que tiene el Premio Europeo Carlos V, que se otorga a personalidades que han trabajado por la unidad de Europa, entre éstas José Manuel Durao, Javier Solana, Helmut Kohl, Mijail Gorbachov, Felipe González o Jacques Delors. La Fundación Academia Europa de Yuste se fundó el 9 de Abril de 1992 con el objetivo de revitalizar los aspectos comunes de la cultura europea y revalorizar la estrecha vinculación del Monasterio de Yuste con la vida y muerte de Carlos V que representa el espíritu de construcción de una Europa unida, que deseo perviva por muchos siglos. El Emperador Carlos I, el Monasterio de Yuste y Europa están íntimamente ligados y constituyen un hito en la historia de la humanidad.