MUJERES EN LA CIENCIA: MILEVA MARIĆ, LA MUJER A LA SOMBRA DEL GENIO
Dic 10 2024

POR MARÍA DEL CARMEN CALDERÓN BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CABEZA LA VACA (BADAJOZ)

Mileva Maric nace un 19 de diciembre de 1875 en Titel, una ciudad enclavada en Vojvodina, entonces parte del vasto y complejo Imperio Austrohúngaro, hoy Serbia. Nace en una familia acomodada que le permite una educación con la que soñaban pocas mujeres de su época.

A los diez años, Mileva empieza sus estudios en una escuela para niñas. Unos años más tarde, en Sremska Mitrovica, toma contacto con un magnífico laboratorio de Física y Química. Por entonces no se imagina que esas salas llenas de tubos de ensayo y balanzas de precisión serán la antesala de una carrera científica excepcional y llena de zancadillas.

En 1890, después de graduarse con honores en Física y Química, logra entrar al Colegio Real de Zagreb, un espacio reservado solo para hombres. Allí, gracias a una dispensa especial, se encuentra estudiando en el mismo sitio que Nikola Tesla, otro de esos brillantes y torturados hijos de los Balcanes.

Mileva sigue su propio rumbo y, en 1896, con el verano en ciernes, parte a Suiza para estudiar medicina. La ciencia de los cuerpos no la conquista y apenas seis meses después cambia de rumbo hacia lo que siempre le había apasionado: la Física y las Matemáticas que aborda en el prestigioso Instituto Politécnico de Zúrich.

Ser admitida en este centro no era poca cosa. Mileva es la quinta mujer en la historia que lograba ese privilegio. Y, por si eso fuese suficiente, en su clase hay otro estudiante que también tiene avidez de saber, es Albert Einstein.

Ella, con su cojera producto de una artritis congénita y su carácter reservado, pasa inadvertida en un mundo donde aún pocos ven en las mujeres a científicas en potencia. Pero para Albert, sin embargo, ella era otra cosa. Desde el principio se entienden en el idioma de las fórmulas y las ideas y nace una complicidad natural y la cercanía se convierte en romance.

Es 1900 y Albert, cuatro años menor que ella, le escribe: “Estoy solo en el mundo, salvo contigo”.

Para él, ella es “un libro”, una igual, una confidente. Pero la relación tiene su lado oscuro.

Pronto Mileva queda embarazada fuera del matrimonio, una situación escandalosa que provoca su salida de la universidad. Se refugia en Novi Sad y da a luz a una niña, Lieserl, que, por las presiones de su época, será dada en adopción al poco tiempo. Albert nunca conocerá a su primera hija, ni hará demasiado por integrarla en su vida.

En 1903, Albert y Mileva se casan y se trasladan a Berna, donde él ha conseguido un puesto de técnico en la Oficina de Patentes. Ella sacrifica toda oportunidad de regresar a su carrera científica.

Con una gran preparación académica y una mente brillante, Mileva acaba relegada a cuidar a sus hijos y alentar los descubrimientos de su marido. Su rol se diluye, mientras Albert recibe el reconocimiento público y el apogeo científico de Einstein coincide con los años en los que Mileva, en silencio, contribuye a su obra.

En 1905, el llamado annus mirabilis, Albert publica sus famosos artículos, entre ellos el que esboza la Teoría de la Relatividad. Esa teoría que tanto le debe a los cálculos de Mileva, esos que hicieron posible traducir el genio en fórmulas precisas. De hecho, en una carta a una amiga, ella misma insinúa su participación: “Acabamos de terminar un trabajo importante que hará famoso a mi marido”.

Pero el matrimonio se vuelve amargo. En 1910, nace su segundo hijo, Eduard, que padece esquizofrenia, lo que requiere una dedicación constante. Einstein empieza a distanciarse y encuentra en su prima Elsa un refugio dócil y sin complicaciones.

En 1914, tras el traslado de la familia a Berlín, para Einstein Mileva se convierte en una sombra y apenas tolera su presencia. Albert redacta una lista de normas domésticas que roza lo absurdo como que no debe hablarle si no es necesario, debe encargarse de sus comidas y ropa, pero sin esperar afecto alguno a cambio.

Agotada, humillada, Mileva regresa a Zúrich con sus hijos al estallar la Primera Guerra Mundial. Trabaja como profesora y, finalmente, en 1919, se divorcia de Einstein.

En el acuerdo, Albert se compromete a entregarle el premio Nobel, si lo gana. Dos años después, Einstein obtiene el Nobel y Mileva puede comprar una pequeña propiedad que le permite vivir con algo de dignidad y, sobre todo, velar por su hijo Eduard, que alterna periodos de calma con crisis violentas. En este gesto, dada la aversión que Mileva producía al genio Einstein, podría verse un reconocimiento a la labor de su esposa, realmente él pensaba que el Novel le correspondía a ella, tanto es así que pacta entregárselo llegado el caso de su otorgamiento. A veces las cosas no son como parecen y el genio parece que en vez de Alber, en realidad, se llamaba Mileva.

Mileva muere en 1948, sola en un hospital, después de haber sufrido varias embolias. En su lápida en Zúrich, el apellido de Einstein se mantiene, tal vez como una última y silenciosa protesta de una mujer cuyo legado en la historia de la ciencia se ahoga tras el genio de su marido.

Bertrand Russell, entre otros, señalaría la fría misoginia de Einstein. En su mente, las mujeres tenían un papel claro y limitado en su vida. Mileva lo aprendió en carne propia. Para él, ella era un instrumento más, alguien que podía servir a la causa de la física sin reclamar mérito.

Sirva este relato para honrar el sacrificio de Mileva Maric, la mujer que entendió la relatividad mucho antes de que el mundo escuchara hablar de ella.

FUENTE: https://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/5101243/mujeres-ciencia-mileva-mari-mujer-sombra-genio

Calendario

diciembre 2024
L M X J V S D
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031  

Archivos

UN PORTAL QUE CONTINÚA ABIERTO A TODO EL MUNDO