Nunca pisaron la universidad, apenas la escuela unitaria de su pueblo. A duras penas aprendieron a leer y escribir. No llevaron a cabo gestas notables ni batallas que las hicieran merecedoras de figurar en los libros de historia, aunque sus vidas fueron una constante batalla por la supervivencia y la superación. No ostentaron poder alguno ni pudieron acceder a puestos que pudieran influir en la mejora de su penosa situación familiar y social. Ni siquiera pudieron participar en la política municipal. No se contaba con ellas para nada, sólo para trabajar como mulas y para traer hijos al mundo. No eran más que MUJERES, MUJERES JORNALERAS.
Nos dejaron sin saber que años después la MUJER tendría un día en el calendario festivo y reivindicativo. Un día en el que ellas serían las únicas protagonistas y podrían enarbolar la bandera de la libertad y de la igualdad, ante tantos años sumisas y calladas por un régimen represor y una sociedad machista que cada día les arrebataba lo más grande que todos llevamos dentro: LA DIGNIDAD.
Hoy quiero rendir mi particular homenaje de admiración, respeto y gratitud a esas mujeres jornaleras que en aquellos años de penuria, atraso y miseria lucharon como verdaderas heroínas para sacar a su familia adelante.
A esas MUJERES que se jugaban la vida en cada parto, pariendo a dolor, sin epidural y sin garantías, con la única ayuda de matronas vecinas curtidas en el oficio desde la experiencia que da la necesidad y la supervivencia.
A esas MUJERES que no disfrutaron nunca de bajas maternales, de periodos de lactancia, ni siquiera de la “cuarentena” porque había que volver al tajo para ayudar al marido para sacar adelante esas familias numerosas de hijos que llegaban porque para ellas no había anticonceptivos que les permitiera ejercer siquiera el derecho a elegir los hijos que traería al mundo. Ni siquiera tenían ese derecho y esa oportunidad.
A esas MUJERES VIUDAS que sin prestaciones sociales sacaban más “solitas que la una” adelante a su familia ante la pérdida del “hombre de la casa”.
A esas MUJERES, madres solteras, que aparte de ser repudiadas por el régimen, la iglesia y la propia sociedad nunca renunciaron a traer al mundo el fruto de su amor o de su circunstancia. Unas madres valientes que ante la adversidad se crecían y engrandecía su condición de madres.
A esas MUJERES que ante la marcha de sus maridos a tierras de emigración asumieron también el papel de padres buscando siempre un mayor bienestar para los suyos.
MUJERES que aparte de su condición de jornaleras tenían que sacar adelante las tareas propias de la casa y el cuidado de sus hijos.
MUJERES con mayúsculas.
ELLAS fueron MUJERES que sin saberlo y sin pretenderlo hicieron historia, sin recibir nunca un reconocimiento, ni siquiera un poco de lo mucho que merecían.
MUJERES que supisteis plantar cara a la adversidad sin poder gritar con la garganta lo que sentía vuestro corazón.
MUJERES corajes que nunca pudisteis disfrutar de ninguna de las conquistas que hoy la mujer disfruta.
MUJERES en vuestro día, en cualquier lugar del universo que os encontréis, en cualquier estrella fugaz que seguís iluminando con vuestra fuerza, con vuestra entrega y con vuestro coraje, GRACIAS.