POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Una escapada a Sevilla, las comunicaciones así lo permiten, pues acortan las distancias, ha posibilitado hacer una visita al Museo de Bellas Artes donde está la exposición que pone el cierre al llamado “Año de Murillo”, que conmemora el IV centenario del nacimiento de tan universal pintor. Bartolomé Esteban Murillo constituye un hito en la historia de la pintura española con proyección en toda Europa. Es el pintor más destacado de la escuela sevillana del barroco y el máximo referente de las colecciones del Museo de Bellas Artes de Sevilla. La exposición, a través de 55 obras, se desarrolla con un criterio temático, reflejo de la personal visión del pintor sobre el contexto religioso y civil que le rodea. La profunda e intuitiva observación del ser humano le permite mostrarlo de una manera esperanzadora, ya fueran mendigos o nobles. Su capacidad creativa y su sincera espiritualidad se manifiestan asimismo en la producción de una pintura devocional que incorpora detalles de la vida cotidiana, con una conmovedora concepción de lo trascendente, que transmite mediante imágenes de gran originalidad y belleza. A lo largo de nueve ámbitos se muestra el mundo a través de los ojos de Murillo; desde la pintura religiosa, que fija prototipos indelebles en la historia del arte –particularmente afortunado en el caso de la Inmaculada–, hasta la realidad social de la Sevilla del siglo XVII, la de los menesterosos y los santos, la de los pícaros y los adinerados nobles o comerciantes que podían permitirse ser retratados por el más afamado maestro de la ciudad.
Las obras que acoge la exposición forman parte tanto de colecciones privadas como a instituciones -españolas y extranjeras- que conservan en su poder obras relevantes de Murillo. Entre ellas, se encuentran: Alte Pinakothek, Munich; Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde; Gemäldegalerie Akademie der bildenden Künste, Viena; Colección BBVA, Madrid; Museo de la Real Academia San Fernando, Madrid; Museo del Prado, Madrid; Musée Thomas – Henry, Cherburgo; Musee du Louvre, Paris; National Gallery, Londres; Dulwich Picture Gallery, Londres; Walker Art Gallery, Liverpool; The Barber Institute of Fine Arts, Birmingham; National Gallery of Ireland, Dublin; Galleria Nazionale d’Arte Antica di Palazzo Corsini, Roma; Museo de Arte Antiga, Lisboa; The Metropolitan Museum of Art, New York; Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas; Museum of Fine Arts, Houston; Galleria Nazionale, Parma; Meadows Museum, Dallas; Museum of Fine Arts & Hungarian National Gallery, Budapest; The Frick Collection, Nueva York; Colección Abelló, Madrid; Colección Colomer, Madrid; National Trust, Dyrham Park, Swindom.
Esta exposición constituye una oportunidad única para el reencuentro con muchas de sus obras y para el descubrimiento de otras. La muestra permite contemplar cómo en ellas se unen la genialidad de los recursos técnicos y compositivos con la mirada profundamente humana que les confiere.
Puede verse hasta el 17 de marzo de 2019.