POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS)
En estos días de la feraz primavera isleña, o al menos así lo fue hasta no hace muchas décadas, de acercamiento a un rico patrimonio urbano, arquitectónico y monumental junto al que vivimos cotidianamente y que no puede pasarnos desapercibido, pues debe ser un verdadero ‘patrimonio vivo’ en la consciencia y el sentir general de la población, cuando la Catedral de Canarias se dispone a conmemorar el cincuenta aniversario de su más que justificada declaración como Monumento Histórico-Artístico de Carácter Nacional, que señalaba textualmente aquel 24 de mayo de 1974, en el Boletín Oficial del Estado, como a «los méritos arquitectónicos, históricos y artísticos que reúne la Catedral de Las Palmas, se une una razón del más alto valor ideológico que presta a este monumento singular importancia, cual es la de constituir la avanzada atlántica del arte gótico, que por su situación en la ruta de las Indias tanta influencia había de tener sobre el arte americano y así puede verse que los tipos de arquitectura isleña se reviven en el Nuevo Mundo tanto en edificios religiosos como civiles que recuerdan los de Canarias», aparece también, como brillante y multicolor flor primaveral del rico patrimonio histórico artístico insular, una nueva recopilación y grabación de obras de música antigua de los maestros de la Capilla de Música de la Catedral de Canarias, a cargo de la Capilla del Real de Las Palmas y promovida por Asociación Taller Lírico de Canarias, que lleva ya unos años muy fructíferos en esta tarea de rescate del patrimonio musical catedralicio, con el apoyo del Gobierno de Canarias, del Cabildo de Gran Canaria, del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Instituto Canario de Desarrollo Cultural. Una verdadera joya musical para celebrar el cincuentenario de la declaración que buscaba «preservar estos valores de reformas o innovaciones que pudieran perjudicarlos», y entre ellos ese fondo de música que tan minuciosamente estudió y ordenó la inolvidable doña Lola de la Torre.
Y es que Gran Canaria, a lo largo de cinco siglos de historia, desarrolló una actividad musical tan señalada y señera, que pronto fue tenida como referente de la música culta en las rutas atlánticas. En ello es elocuente que ya a finales del siglo XVI el primer gran poeta canario, Bartolomé Cairasco de Figueroa, convirtiera uno de sus célebres poemas en una verdadera reflexión sobre la música, unos versos en los que señalaba como «La música es concordia/ de voces diferentes/ con arte reducida a un sujeto,/ que no admite discordia/ como suelen las gentes/ y el alma es su lugar y propio objeto…», y esto lo cantaba en el marco de la Catedral de Canarias, cuya Capilla de Música a partir del siglo XVII no sólo contaría con un significativo plantel de grandes maestros, como Francisco Redondo (1645-1650), Juan González Montañez (1648-1710), Miguel de Yoldi (1661-1668 y 1674), Juan de Figueredo Borges (1668-1674) o Joaquín García (1735-1779) que compuso más de medio millar de obras entre las que destacan cantas para voz sola con instrumentos que han sido consideradas como «verdaderas joyas de la música española del siglo XVIII», sin olvidar al gran maestro y prolífico autor Diego Durón (1674-1731), sin olvidar la llegada del músico italiano Benito Lentini y Mesina (Palermo 1788- Las Palmas 1846) que se incorpora a la Capilla de Música catedralicia y se convierte en un verdadero revulsivo en el orbe musical insular que, en buena medida, reorganiza e impulsa, sino que se convirtió en verdadera semilla y difusora de una cultura musical que pronto se hizo popular y arraigó en el seno de una sociedad insular con enorme disposición y mucha sensibilidad hacia este arte.
La Asociación Taller Lírico de Canarias, consciente del papel tanto de «encrucijada de culturas», como de avanzada de la cultura europea en el Atlántico, donde se ha encontrado e integrado con las de otros continentes y civilizaciones, que Las Palmas de Gran Canaria ha jugado a través de los siglos, muestra su intención en hacer, del volumen de dos CD y libreto ‘Musica antigua. Early Music from the Catedral de Las Palmas de Gran Canaria’ (único detalle con el que no estoy de acuerdo, el nombre oficial es ‘Catedral de Canarias’, y no entiendo que empeño hay en ocultarlo u olvidarlo), un producto cultural que va más allá de algo local, y ofrecerlo como una muestra de patrimonio cultural europeo, de esa cultura de la que la capital grancanaria y la Catedral de Canarias han sido, y son, avanzadilla fecunda en el Atlántico, y encontramos como, acertadamente los textos, firmados por Juan Bethencourt e Isabel Álvarez, que hablan de la catedral, del archivo de música, de los villancicos que «siendo los maestros de la catedral Francisco Hernández, Diego Durón y Joaquín García quienes compusieron a lo largo de casi dos siglos las obras que integran esta grabación», de la música para tecla del siglo XVII, o de la propia ‘Capilla Real de Las Palmas’, establecida en 2009 de la mano de Carlos Oramas, Isabel Álvarez y Vicente Bru, especializados en el rescate, transcripción e interpretación de la música religiosa compuesta por los Maestros de Capilla de la Catedral de Canarias, se ofrecen en cuatro idiomas europeos, español, inglés, alemán y francés.
Una grabación en dos CD, realizada en Alemania por Neos-Music, en su colección Neos Classics y producida por la Asociación Taller Lírico de Canarias y Nicole Martín Medina, que pone al alcance del público isleño, pero europeo en general, una muestra razonablemente destacada de la importante producción musical catedralicia grancanaria de los siglo XVII y XVIII, en esta ocasión centrada en villancicos, este antiguo y característico género musical, cuya aparición se remonta al siglo XI y que, en esta isla, a través de la catedral, se asienta con trascendente calidad en esos siglos, pasando de allí a enraizarse en la propia cultura popular insular. Una muestra más de la enorme y trascendente incidencia que la Capilla de Música de la Catedral de Canarias tuvo en la conformación de esa cultura musical que tanto identifica a Gran Canaria.
El Patrimonio Cultural grancanario se hace más vivo con acciones como esta, que aparece en un momento importante cuando la capital grancanaria aspira justa y meritoriamente a ser Capital Europea de la Cultura, cuando los barrios de Vegueta y Triana han conmemorado el cincuentenario de sus declaraciones como Patrimonio Histórico Nacional y como BIC, algo que ahora este mes de mayo celebrará la propia Catedral. Por esto hay que agradecer, y disfrutar de ello, estos productos culturales de tanta calidad, como el que la Asociación Taller Lírico de Canarias y la propia Catedral de Canarias, con el concurso generalizado de las principales instituciones isleñas, ofrece en esta primavera del patrimonio cultural grancanario. Todo un ejemplo de lo que ha que seguirse haciendo en los próximos años, en los que Las Palmas de Gran Canaria deberá brillar como esa verdadera capital europea de la cultura que es y ha sido a través de los siglos.