POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (CANARIAS)
La Festividad de Santa Ana, cada 26 de julio, fue una de las primeras grandes fiestas mayores de la capital grancanaria. La Catedral de Canarias, que pronto se puso bajo su advocación y a ella se consagraría tiempo después, fue siempre eje principal de aquellas solemnidades, y aún hoy le dedica cultos relevantes, misa estacional presidida por el señor Obispo y procesión alrededor de la Plaza Mayor (que fue rotulada con su nombre y así se la ha conocido siempre: ‘Plaza de Santa Ana’). Una fiesta grande grancanaria para la que el 5 de diciembre de 1533, como resaltó el sacerdote e investigador Santiago Cazorla León, «manda Carlos V a los curas de Telde, Gáldar y Guía, que el día de Santa Ana asistan todos los años, con los feligreses que quieran, a los cultos de la Catedral con hábito clerical», los cuales, en 1772, aún acudían con «todas las cruces de las iglesias de esta isla», en lo que consideraban ya entonces una ‘antigua costumbre’. Abreu y Galindo, en su ‘Historia de la conquista de las siete islas de Canaria’, también da cuenta de aquella principal celebración y su trascendencia identitaria para la ciudad insular.
Si muy pronto la Catedral dispuso de un retablo de Santa Ana, que data de tiempo del obispo Diego de Deza, según consta en un inventario de 1557, a comienzos del siglo XVII ya contaba con un magnífico cuadro obra del gran pintor sevillano Juan de Roelas. A estas obras se unen el grupo escultórico de Santa Ana, San Joaquín y la Virgen niña, que remata el retablo de la capilla del Santísimo, obra de Lorenzo de Campos hacia 1672, el medio relieve en mármol, que preside la fachada posterior de la Catedral, en la Plaza del Pilar Nuevo, trazado por Luján Pérez y labrado por el cantero Manuel Angulo en torno a 1798, y la escultura que el escultor agaetero José de Armas Medina realizó en a mitad del siglo XX para presidir el altar mayor de este templo.
Y hoy ¿cómo podemos acceder a este sustancial patrimonio de arte y cultura, fundamental para la historia y la identidad isleña? Pues a parte de puntuales conciertos, de conferencias y otras actividades que suelen organizarse con la Capilla de Música de la Catedral de Canarias como punto de referencia, se cuenta desde este año con una magnífica grabación, realizada en la sala de cámara del Auditorio Alfredo Kraus en noviembre de 2021, en la que el tenor Manuel Gómez Ruiz, junto con Flamma Ensemble, ofrece una importante selección de obras del maestro Joaquín García. Un disco que, bajo el título genérico de ‘Arda mi afecto’, se convierte en el mejor exponente de la trascendencia musical y cultural del patrimonio catedralicio, al tiempo que en un verdadero santo y seña de Las Palmas de Gran Canaria en la festividad de su Patrona la señora Santa Ana. Una aportación que es por si misma verdadero patrimonio que debe estar presente y al alcance de toda la ciudadanía en los fondos de todas las instituciones culturales públicas y privadas, pero también en los hogares donde se valore y se transmita la cultura isleña de todos los tiempos.
Como destaca el propio Manuel Gómez Ruiz, ‘Arda mi afecto’ «reúne seis cantadas comprendidas en un arco temporal que va de 1749 a 1775. Cuatro de ellas son para la fiesta de Corpus al estar dedicadas al Santísimo Sacramento y dos lo están a Santa Ana, titular de la catedral grancanaria». Todas, salvo la primer, tienen una estructura configurada por un recitado y un aria. Destaca su rica melodía, sugerente y vibrante, salpicada a veces por pequeñas coloraturas o por determinados figuralismos e impulsada por un ritmo interno muy intenso que la hace muy atractiva.
El maestro Joaquín García ha tenido la suerte de contar, más de dos siglos después, con un relevante interprete grancanario para sus composiciones, pues el tenor Manuel Gómez Ruiz, formado en la Hochschule für Musik ‘Hanns Eisler’ y en la Universität der Künste de Berlín, pese a su juventud, después de su debut en 2007 en Berlin, y en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria en Fidelio de Beethoven, con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria bajo la batuta de Pedro Halffter y bajo la dirección de José Carlos Plaza, enseguida subió a los más destacados escenarios europeos. El ámbito discográfico su debut fue con el álbum titulado ‘Beethoven: un viaje, eine Reise, a journey (Sacratif)’, junto con el Trío Arbós.
Para este proyecto que rescata y, lo que es trascendental, pone a disposición del público actual, un autor y una música esencial del patrimonio musical canario en particular, como español y europeo en general, el tenor Manuel Ruiz formó un conjunto instrumental integrado por «destacados especialistas internacionales en la interpretación de música antigua, con instrumentos originales de época y criterios históricos: Flamma Ensemble. El nombre procede del latín, llama, y alude al fuego como símbolo de conocimiento, sabiduría y cultura», algo que hubiera sido muy del entendimiento y gusto del propio Joaquín García, e incluso de Bartolomé Cairasco. Un proyecto que ha sido posible gracias a la Beca Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales 2020 de la Fundación BBVA, así como al patrocinio del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, y la colaboración del Cabildo de la Catedral de Canarias, el Museo Diocesano de Arte Sacro, la Fundación Auditorio Teatro y la Fundación Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.
Celebrar el día de la Patrona de Las Palmas de Gran Canaria, de la antigua fiesta mayor de Santa Ana, con la música de la Catedral de Canarias de fondo, con este florilegio de seis cantadas inéditas para tenor, descubiertas en el Archivo Diocesano de Canarias y escritas por el maestro de capilla de la Catedral Joaquín García entre 1749 y 1775, que han sido grabadas por Manuel Gómez Ruiz, junto a ‘Flamma Ensemble’ con instrumentos originales de la época y criterios históricos, es un verdadero lujo que resalta la auténtica identidad de capital cultural que señala a la capital grancanaria en toda Europa..