POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO)
En mi infancia tuve la dicha de dormir en un jacal parecido al de la foto que les comparto. Estaba ubicado al centro de unas parcelas de cultivo, a unos 3 kilómetros al sur de Villanueva, Zacatecas, junto a la orilla del Río Juchipila. Le llamaban “el rancho”. No tenía un nombre específico.
Hoy en día se le conoce como “arquitectura vernácula de la vivienda”. Por lo general eran de “dos aguas” para evitar las goteras en tiempos de lluvia. Y el cobertizo era de zacate u hojas de palmas. Estaba montado sobre vigas de madera y circundado por pequeñas paredes de piedra o adobe.
Cuando hablamos de arquitectura vernácula hablamos de tipos de construcción tradicionales que nacen en ciertos pueblos de forma autóctona y que se caracterizan por contar con materiales locales y formas de construcción autónomas.
Es arquitectura vernácula por el simple hecho de que hay una congruencia entre el diseño, el constructor y el usuario, con unos referentes y un contexto cultural determinado.
Los materiales locales pueden ser diversos en función del lugar, del clima y de las necesidades de los habitantes.
Lamentablemente, casi todos esos vestigios de arquitectura vernácula o jacales han desaparecido. ¡Ay qué tiempos aquellos señor don Simón!
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