POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Los cristianos viejos que estudiamos el catecismo del P. Astete S.J. sabemos que es pecado «creer en agüeros y usar de hechicerías y cosas supersticiosas»; pero, claro, si en nuestro ADN hay reminiscencias culturales de viejas costumbres, pues… resulta imposible rechazar influencias de naturaleza como pueden ser, por ejemplo, la posición de los astros, el cambio de luna, la caída de la hoja…
La cosa es que, en 1910, si no me equivoco, vimos y contemplamos (los que entonces vivían) el famoso cometa Halley; visita que repite cada 75 años y, por tanto, volvió a contemplarse en 1985´-86.
Pues, qué curioso, esas dos fechas marcan la apertura y el cierre del Restaurante LA CASILLA, de Betanzos (La Coruña), cuyos propietarios, Angelita Rivera Baliño y su esposo Pedro Pérez Rivera hicieron famosa la tortilla de patata, muy jugosa, hoy emblema de las tortillas elaboradas en Betanzos y en Cacheiras, municipio de Teo, localidad cercana a Santiago de Compostela.
La tortilla de Betanzos y de Cacheiras es tan jugosa o líquida en su interior que, más que tortilla, es un «monumento al desparrame».
El ya fallecido don Armando Blanco, de La Casa de las Tortillas, en Cacheiras, medio me confesó que para 1,5 kg de patatas gallegas (variedad Kennebec, de piel amarilla cuando nuevas y carne blanca) se precisan 12 huevos y 4 yemas, y el cuajado exterior se hace en dos fases repetidas: 30 segundos por una cara, vuelta y 45 segundos por la otra; nueva vuelta y otros 30 segundos por cada una de ellas. En la primera fase el fuego ha de ser fuerte y en la segunda, moderado.
Buen paisano, don Armando; Ilustre Cavaleiro da Serenísima Orde dos Cavaleiro da Pedra Moura.
A mi no me satisface la «tortilla sin cuajar y tan líquida al interior». Tampoco me gusta si está excesivamente cuajada (lo que exige mucha patata y poco huevo), pues me resulta amazacotada y de difícil deglución. ¡Vaya!
Que gustan compactas al exterior y entre jugosas y «unidas» en el interior. Como las que prepara Picota Fernández Ampudia en su restaurante madrileño Carús y preparaba su madre, Pilar, en la colunguesa Cafetería-Hotel Las Vegas.
Otro día les contaré que Lastres tiene historia de buenas tortillas y que hasta Franco las degustaba «de incógnito» en esa villa marinera. Hoy «aparcaremos» el asunto.
Pues nada, nada. A opinar sobre el caso, que en cuestiones de gusto no hay nada escrito.