POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Por las carreteras de España circuló, como lo hizo en otros países, una motocicleta murciana. Y un coche de tres ruedas hecho en esta tierra. Y también una televisión fabricada en Murcia. Incluso una tabla de ‘windsurf’, muchos años antes de que ese deporte se generalizara. Estos inventos existieron no hace tanto, aunque ya nadie se acuerde. Como tampoco muchos recuerdan ni el nombre de sus creadores. Para eso estamos.
Adrián Viudes Guirao (Murcia, 1880-1973) era hijo del tercer marqués de Río Florido, quien mantenía una hacienda en Almoradí (Alicante), el germen de un proyecto empresarial que enriquecería aquella comarca. Allí se alzaba la Quinta Sadrián, más tarde cedida por la familia para la apertura de un Liceo Politécnico.
El desarrollo de los negocios fue espectacular, hasta el extremo de producir electricidad, que luego vendían, mediante el empleo del cáñamo. Entretanto, el empresario, quien además era doctor en Filosofía y Letras, se dedicó a la fabricación de hielo y al suministro de agua. Para ello inventó un elevador que, como no podía ser de otra forma, llamó ‘Sadrián’. Y aún tuvo tiempo de especializarse en la venta de pimentón o de fundar una caja de ahorros.
La casa familiar y la factoría en Murcia se ubicaban en el barrio del Carmen. Otro de los pilares de su fortuna se asentaba en la producción de abonos. Los llamaban, claro, ‘Sadrián’. La sede comercial, que coincidía con el hogar de los Viudes, estaba en El Rollo, próxima a la estación del Carmen, donde hoy un jardín recuerda al empresario. En el diario ‘El Tiempo’ se daba cuenta en 1922 de la prosperidad de la marca que ya contaba con una cartera de más de 2.800 clientes. Al negocio de los abonos se sumaba la venta de productos para la agricultura, los automóviles ‘Overlan’, ‘Whippet’ y ‘Willys’ y los camiones ‘Federal’ y Overland’, además de motores, persianas o motocultivadores.
Los anuncios de los primeros automóviles de Viudes evidencian que hay expresiones tan antiguas como orinar a pulso. Aunque las creamos fruto de esta época. Es el caso del reclamo insertado en el diario ‘La Verdad’ sobre un coche Ford, que era «bueno, bonito y barato», además de «silencioso, sólido y sencillo». Junto a los turismos, Viudes atesoraba otra invención de éxito denominada «instalación para la elevación de aguas», ingenio también patentado por la firma.
Una saga de cerebros
Los éxitos empresariales y la biografía del empresario es tan abundante como olvidado su recuerdo. Así somos. Adrián Viudes, entre otros cargos, presidió la Cámara de Comercio de Murcia y la Confederación Hidrográfica, como destacó Miguel López Guzmán en la espléndida obra ‘Ilustres de otro siglo’.
Al frente de la Cámara impulsó un aeropuerto en Alcantarilla, que debía llamarse Cierva Codorniú. Y lo hizo comprando incluso terrenos que cedió al Ejército. Su olfato emprendedor no decayó ni cuando durante la Guerra Civil lo condenaron a cadena perpetua por rebelión y quedó preso en un campo de trabajo. Allí impulsaría la confección de cinturones y cestas que luego vendía al ejército. Una máquina.
Si el patriarca de la familia destacó, no le fue a la zaga su hijo, Adrián Luis Viudes Romero, nacido en Murcia el 24 de abril de 1908. Aún algunos lo recuerdan como el impulsor de la única motocicleta que puede considerarse ‘murciana’. El nombre del vehículo, por seguir la tradición familiar, era ‘Sadrián’.
Aquella máquina, que Viudes creó mientras disfrutaba de la concesión de las motos ‘Iso’, incluía un motor ‘Willier’ de 125 o 200 centímetros cúbicos, un chasis «de acero estirado en frío» y estaba dotada de «una excelente amortiguación hidráulica progresiva». Por si tantos adelantos no llamaran la atención de los clientes, la compañía impulsó campañas publicitarias del siguiente tenor: «¡No vacile! 30 segundos para decidirse. 30 meses para pagarla».
En octubre de 1957 los diarios publicaron cómo los Viudes celebraban la fabricación de su motocicleta número mil, que fue bendecida por «el asesor religioso de la firma», el sacerdote Juan Hernández. El acto tuvo lugar en la sede de la empresa y la motocicleta sería después entregada «en Roma al Santo Padre, con destino a las misiones», como publicó el diario ‘Línea’.
El redactor concluía su crónica destacando que se trataba de «un vehículo que rueda ya por todas las carreteras españolas, llevando en sus ágiles y bellas líneas el nombre de Murcia y de una Empresa que, al crear riqueza constantemente, trabaja por la grandeza y prosperidad económica de España». La ‘Sadrián’ llegaría a exportarse a otros países.
De otro de los ingenios que inventara Adrián Viudes nos daría cuenta el diario ‘Línea’ en una edición de abril de 1954. Se trataba del llamado ‘trigiro’, un vehículo de tres ruedas que se expuso en la Feria de Muestras y cuyo inventor realizó «diversas demostraciones prácticas, realmente inverosímiles, por la forma en que el coche gira en un espacio reducidísimo, como si fuese una peonza».
Un coche de plástico
Entre otras patentes e ideas comerciales, Adrián Luis propondría una que resulta muy curiosa. Y no es su televisión Sadrián, ni aquel artilugio que permitía abrir las fosas nasales -ahora tan de moda- para mejorar la respiración. Tampoco el coche de plástico que propuso y le prohibieron fabricar. Era una tabla que servía para navegar.
Los investigadores sostienen que el ‘windsurf’, al menos de forma oficial, fue registrado por dos americanos, Jim Drake y Hoyle Schweitzer, en 1965. Otros atrasan el origen a comienzos del siglo XX. Pero lo cierto es que en España comenzó a practicarse ya entrada la década de los años setenta. Uno de los primeros intentos de fabricar una tabla española se debe al sueco Ted Willes, afincado en Mallorca, y quien propuso la idea en 1973.
Adrián Luis ya había dado un paso más allá, pero dos décadas antes, al proponer una tabla, también asida a una vela, donde se podía disfrutar… sentado. Esa era su particularidad. El nombre de la tabla era ‘Selfis’, otra profética denominación.
Cuenta López Guzmán que la tabla ilustraba las imágenes del Mar Menor de aquellos años y podía alquilarse en el balneario del hotel ‘Los Arcos’, propiedad de los Viudes. En otras latitudes ya le habrían levantado un monumento a la idea. En otras latitudes.
Fuente: http://www.laverdad.es/