POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Dejábamos nuestra crónica anterior en el mes de septiembre. Pues bien, el día 15 el joven Juan Carlos de Borbón ingresa como caballero cadete en la Academia General Militar, cumpliendo lo pactado entre su padre y Franco, iniciando su preparación para cuando fuera elegido rey de España.
El 18 de ese mes asisten 110 excombatientes de Navalmoral a Guadalupe, con el objetivo de hacer acto de entrega del «Manto de Estrellas» a la Patrona de Extremadura.
También ahora acuerdan instalan bocas de riego en las calles, así como adquirir mangueras y extintores.
Nos acercamos a octubre cuando insisten en hacer un colegio en El Rollo (dos aulas junto a las casas de las Minas), que se harán realidad en los próximos años (y que perdurarán hasta 1980, cuando se construyen los colegios Sierra de Gredos y Almanzor). En este mismo mes deciden construir otro colegio de 6 unidades junto al Primo de Rivera (nos informan que habían habilitado dos aulas en la Gota), pero ese proyecto no se llevará a cabo. Es evidente que el colegio de la “Vía” ya era insuficiente para la población escolar morala, como lo será más aún en los próximos años, hasta que se edifique el colegio antiguo del Pozón en el bienio 1961-1962, que comenzó con 12 unidades tras rellenar con escombros la palúdica y peligrosa charca allí existente).
La leche y el queso americano
Ahora que hablamos de enseñanza, precisamente en este año y con el inicio del curso llega a las aulas escolares la leche y el queso americano (que algunos de nosotros aún recordamos, ya que nos pilló en plena edad escolar), como resultado de los diferentes pactos y acuerdos entre España y USA tras llegar Eisenhower a la presidencia en 1953 (como el de Ayuda Económica y Defensa Mutua, firmado el 26 de septiembre de ese año), y tras ser aceptado nuestro país en la ONU (14 de febrero de 1955).
Personalmente, al principio no me agradaban porque estaba habituado a la leche natural de cabra o vaca, o al queso casero de cabra y oveja, que era lo que se consumía en mi casa y pueblo natal (Montehermoso). Pero nos fuimos acostumbrando gradualmente. Además, el hambre casi generalizada de aquellos críticos años favorecía su consumo.
Recuerdo perfectamente que aquella leche tenía un sabor un poco raro, distinto a la familiar. Venía pulverizada en unos sacos de papel, que unas mujeres disolvían en agua templada. Y nos la servían espumosa en el patio de la escuela (o en el aula si llovía) por las mañanas, durante el recreo. Yo llevaba una bolsita de tela en la que mi madre me ponía un vaso de aluminio con un asa, un terrón de azúcar y una cucharilla. Había días en que se podía repetir, pues siempre había compañeros que la rechazaban (no era obligatorio su consumo).
El queso nos lo repartía el maestro a las cuatro o cuatro y media de la tarde. Me acuerdo que venía en enormes latas cilíndricas de metal dorado. Era muy distinto al que comíamos en casa: amarillo y con una textura parecida a los actuales quesitos en porciones, pero con un sabor singular. Los más afortunados lo acompañábamos con un trozo de pan que llevábamos de casa también.
Son anécdotas de la niñez que ahora recordamos con nostalgia, pero sólo los que éramos niños entre 1955 y 1962, fecha en que acaecieron esos hechos.
Regresamos a Navalmoral, donde ese otoño ya han comenzado a edificar las 50 viviendas de la Peligrosa (el llamado “Grupo Girón”), con el propósito de llegar hasta 300 (que no se harían allí, sino sólo un centenar y al otro lado del arroyo Casas: “La Paz”, años más tarde, inauguradas en 1966).
Volviendo al asunto del Cuartel de la Guardia Civil, del que hemos hablado otras veces y que se proyectaba construir en el solar donado por los herederos de don Casto Lozano junto al Parque Municipal, la Corporación desea que, en lugar de entregar las 144. 000 pesetas en metálico (uno de los requisitos exigidos), podrían hacerlo en prestaciones personales y materiales. Pero no lo aceptan. Por eso se retrasa su edificación, que no comenzará hasta diciembre de 1956.
Siguen pensando en el Instituto Laboral, o en un Colegio de 2ª Enseñanza (que luego podría convertirse en Instituto de 2ª Enseñanza). Pero una cosa son los deseos y otra la consecución de los mismos, puesto que el primer Instituto de Navalmoral no abrirá hasta 1969, en las instalaciones que hoy ocupa el IES Zurbarán.
Entramos en noviembre con el mismo tema anterior, estando dispuesto el Ayuntamiento a ceder los terrenos, un tercio del importe de las obras y casas-habitaciones para el profesorado. Pero este tema también se demorará hasta finales de la década de los sesenta (como antes decíamos).
El 12 de ese mes aprueban instalar los primeros fluorescentes en las calles moralas, comenzando por las principales: Antonio Concha, José Antonio (Urbano González), Cruz de los Caídos, Paseo de la Estación y Avenida de las Angustias.
En diciembre de 1952 vimos cómo la Institución Concha quiere comprar el solar de 1.200 m2 que tenía el municipio junto al Matadero, ya que deseaba hacer allí un nuevo colegio de párvulos (que no se construirá y tendrá que devolver en los años 60, como veremos). Pues bien, a pesar de lo dicho, dicha Fundación insiste en este tema, ofreciendo 2.200 pesetas por el mismo. Todavía no le había llegado la grave crisis económica que le afectará más adelante, cuando se haga realidad la “crisis agraria” (el mantenimiento de la Fundación dependía del arrendamiento de sus dos dehesas, Casasola y Torviscoso).
Inauguraciones
También en ese mes (el día 7, víspera de la Inmaculada) se inaugura el Hogar del Frente de Juventudes, el Campo de Deportes y el citado alumbrado de los fluorescentes. Vino el gobernador a la inauguración, que aún era Rueda y Sánchez-Malo (hasta febrero no llegará el nuevo, Licinio de la Fuente). Al día siguiente se celebra el primer partido oficial en ese campo, enfrentándose el Moralo al Cacereño, cuyo resultado fue de empate a dos tantos.
En el próximo capítulo veremos más imágenes de dicho acto, pue la falta de espacio nos lo impide ahora.