POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)

Un grupo de navetos, con el alcalde a la cabeza, viajó en septiembre hasta Santiago de Compostela. Al día siguiente, las autoridades navetas, acompañadas de una representación de la Buena Cofradía de los Siceratores y un grupo de vecinos rindieron ofrenda floral ante la estatua que el rey asturiano Alfonso II, precursor del camino entre Oviedo y Santiago, tiene en una pequeña placita. Estuvo presente la edil de Cultura del concello anfitrión, la cual se erigió en guía de todo el grupo en un recorrido por distintos puntos de la ciudad. En un día despejado, de luz clara, y con apacible temperatura, disfrutar de un paseo tranquilo por las viejas rúas y prazas del hermosísimo casco viejo, y contemplar cómo el sol convierte en reflejo dorado los vetustos muros de tanto edificio histórico resulta una pura delicia. Aumentada, si cabe, cuando se hace a la sombra del estandarte de la Cofradía de los Siceratores.

Al mediodía la representación naveta acudió a la misa del peregrino en la Catedral. Con el templo abarrotado de fieles, viajeros y caminantes llegados de cerca de una veintena de países dio comienzo la misa, que amenizó, magistralmente, un coro galés de voces masculinas, y tuvo un brillante colofón con la puesta en funcionamiento del botafumeiro. Y, mediado el oficio, quedó constancia, en ese marco solemne, multitudinario, de la presencia ante el Apóstol de nuestra tierra de Nava, y fue humilde su testimonio, pero respetuoso, claro y sereno.

Como anécdota, cabe decir que, justo al lado de la delegación naveta, oyó misa Duarte Pío, duque de Braganza. Terminada la ceremonia, se montó un «stand» en la plaza del Obradoiro, en el que se promocionó tanto la sidra asturiana la de Nava. Obviamente, la degustación del caldo, primorosamente escanciado y, además, gratuito, tuvo un éxito apreciable entre gentes de diversos países, idiomas y colores. Un diez para la Cofradía de los Siceratores. Otro para los escanciadores y el grupo de apoyo logístico, con Martín al frente, e, igualmente, otro para Belén, que se desvivió para coordinarlo todo eficazmente. Y mención especial para M.ª Ángeles Antón Vilasánchez, responsable de Cultura y Patrimonio de Santiago, por su deferencia, amabilidad y simpatía. En definitiva, unos actos y una estancia, en la ciudad del Apóstol, que los navetos que fueron hasta allí tardarán en olvidar.

Fuente: http://www.lne.es/