POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Artículo que he publicado en el número XXII del Boletín de la Biblioteca de la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País de Badajoz, de la que soy socio numerario. Presentación ofrecida en la sede de la calle Hernán Cortés a la que no he podido asistir debido a la lesión que padezco, sí haciéndolo mediante vía telemática. Mi agradecimiento a la redacción del Boletín por haberme invitado a participar. Acudo a la totalidad del texto:
En el quinto centenario de la muerte de Elio Antonio de Nebrija (c-1441-1522), hago ejercicio sobre tan egregia figura. El legado humanista de Nebrija es válido en este siglo XXI porque la esencia de su pensamiento y el centro de su saber eran uno: comprender el ser humano. Hoy es de plena actualidad el principal valor que Nebrija defendió: la búsqueda de la verdad a través del conocimiento, del saber, con el objetivo de construirse intelectual y profesionalmente en la Universidad.
Nebrija residió casi veinte años en Extremadura. Durante ese período elaboró y desarrolló importantes trabajos. Alcántara, Brozas, Gata, Villanueva de la Serena y Zalamea de la Serena, fueron testigos de ello. Nebrija trajo de Italia el Humanismo, tras diez años de estancia en aquel país. Se propuso, a su regreso, el funditus erradicaui de los bárbaros gramáticos medievales. En Sevilla, llamado por el arzobispo Alfonso de Fonseca, fue preceptor del sobrino de éste, Juan Rodríguez de Fonseca, luego Obispo de Badajoz (1495-1499).
En su extenso quehacer pasa un largo tiempo (1486-1504) a protección y servicio de don Juan de Zúñiga y Pimentel (Plasencia, 1459-Guadalupe, 1504). Trigésimo séptimo maestre de la Orden de Alcántara, arzobispo de Sevilla y cardenal. Obtuvo el arzobispado en compensación de la incorporación de su maestrazgo a la corona propugnada por los Reyes Católicos. Creado cardenal por el Papa Julio II en 1503. En la Repititio leída en Salamanca en 1506, Nebrija afirma, “interrumpí por espacio de diecinueve años las tareas escolares y me consagré enteramente a su servicio”.
NEBRIJA EN ZALAMEA DE LA SERENA
Nebrija trajo de Italia el Humanismo, tras diez años de estancia en aquel país, como él mismo dijo, “para desarraigar la barbarie de los hombres de nuestra nación”, que confirma el profesor Holgado Redondo. El maestre alcantarino Zúñiga consiguió reunir en tierras extremeñas un conjunto de eminentes eruditos, creando una corte literaria al modo de los humanistas italianos, convertido en importante foco cultural de juristas, teólogos, médicos, astrólogos, músicos y cronistas.
En la Serena de paisajes infinitos está la tierra cautivadora de Zalamea de la Serena, donde los Zúñiga levantaron casa-palacio, instalándose en él una Academia o Estudio, impartiendo Nebrija lecciones en ella. Que así ilustra un códice de las Introductiones Latinae, con el maestro desde el estrado dirigiéndose a los alumnos, entre ellos el maestre alcantarino y su hijo. A don Juan de Zúñiga dedicó Nebrija varias de sus obras como el vocabulario español-latino, el Comentario a las Sátiras de Persio y la Repititio de ui ac potestae litterarum. Lástima que aquella Academia o Estudio no acabase en una Universidad para la Extremadura de la época.
En las tierras extremas, antiguas y hermosas, Nebrija debió escribir esas y otras muchas obras, tal vez incluso la famosa Gramática castellana, compuesta bajo el mecenazgo del maestre alcantarino, que proporcionaba al humanista, “muchas y muy honoríficas mercedes, dándome ocio y sosiego de mi vida”. Fijó Nebrija saber y atención, al ser un enamorado de la antigüedad clásica, a Mérida, en bellos dísticos latinos, más la Vía de la Plata, y dos consagrados a Badajoz en su Epitalamio con ocasión del enlace entre la princesa Isabel, hija de los Reyes Católicos, con don Alfonso de Portugal.
Preciso en este comentario acudir a Iulipa, luego llamada Zalamea de la Serena, cabeza de su Encomienda, que acogió capítulos de la Orden de Alcántara y uno de sus prioratos eclesiásticos, posteriormente unido al de Magacela. Don Juan María Bolaños Zambrano y Guzmán, prior de Magacela y Zalamea, lo fue en 1825-1834, rubricó el 12 de junio de 1832 “Ael. Antonii Nebrissensis, Introductiones in Latinam grammaticen”, impresa en 1540 en la ciudad de Granada.
BARRANTES LLEVA A NEBRIJA A GUADALUPE
Raudos surgen los desasosiegos ¿Por qué impresa en Granada? Fueron Sancho y Sebastián, hijos de Nebrija, quienes se instalaron en la ciudad de la Alhambra. En ella abrieron una imprenta, situada en el Albaicín y en pago de Aynadamar, cerca de los cármenes de Rolando. En su establecimiento los hermanos Nebrija publicaban sobre todo obras de carácter religioso: misales, breviarios, himnos, homilías, etc. Tiempos en los que Granada era una ciudad en obras, pues la voluntad de cristianización del último reducto nazarí evidenciaba las demoliciones y transformaciones. En Granada fijaron sus ojos los Reyes Católicos y su nieto Carlos V.
Precisamente el augusto emperador Carlos dio permiso a los Nebrija para imprimir y comercializar en exclusiva los libros escritos de su padre. Los dos hermanos se habían quejado que otras imprentas llevaban años abusando de publicar sus textos con erratas. Los hijos de Nebrija querían garantizar la pureza de las obras de su padre.
Y continúo con el otro interrogante ¿Barrantes y Guadalupe? Con la borrasca de la desamortización de Mendizábal se zarandean los cimientos de los bienes de la Orden de Alcántara. La biblioteca del prior Bolaños Zambrano fue despojada de algunas de sus obras, entre ellas la edición impresa de 1540 en Granada de in latinam Grammaticen, obra que llega a don Vicente Barrantes Moreno (Badajoz, 1829-Pozuelo de Alarcón, Madrid, 1898), insigne extremeño, escritor, historiador, cronista de Extremadura y bibliófilo. Y uno de los principales valedores de la Real Casa de la Morena de las Villuercas. Él emprendió la resurrección de Guadalupe, tras años de ruinas y olvido. Don Vicente Barrantes recibió, el 24/III/1929, un homenaje de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz, por colocar alto el nombre de Extremadura, y por lo mucho que hizo por la historiografía y la cultura regional. A Barrantes se debe, que en 1879, fuese declarado Monumento Nacional Histórico-Artístico, la casa donde se venera a la Patrona de Extremadura. Don Vicente perteneció a La Económica, siendo inscrito como socio el 14/X/1870.
El fondo Barrantes en el Real Monasterio de Guadalupe lo cifra mi compañero Antonio Ramiro Chico, cronista de la Villa y Puebla de Guadalupe, encargado del Archivo y Biblioteca del Monasterio en 2.598 libros impresos, 1.485 folletos, 656 manuscritos y 22 legajos, verdadero hogar y relicario para la Historia de Extremadura. En la Biblioteca guadalupense con la signatura B.179, legado de Vicente Barrantes está la obra de Nebrija, información que él me ha transmitido. Junto con otras ediciones de 1684, 1811, 1816 y 1817. Además del Antoniis Nebrissesis Dictionarium hispanum latinae, edición de 1790 y posteriores. La primera edición fue hecha en Salamanca, 1492, por Juan de Porras. Todas estas obras en Guadalupe, en su biblioteca, llevó a don Enrique Segura Otaño afirmar, que en el Monasterio de las Villuercas reposa el libro de la Historia de España.
Concluyo esta colaboración fijando que Elio Antonio de Nebrija alumbró el camino, para que el siglo dieciséis, trajera a Benito Arias Montano, Pedro de Valencia y Francisco Sánchez de las Brozas. Del último el próximo año se conmemora el V centenario de su nacimiento. Siglo en el que la cultura pasaba por tierras extremeñas.