POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (JAÉN)

Cuando yo era estudiante de bachillerato se conocían tres «partículas fundamentales» constituyentes del átomo: electrones en la corteza atómica y protones y neutrones en el núcleo atómico. Cuando terminé la carrera ya se hablaba de más de 200 partículas subatómicas divididas en dos grandes grupos: a) Hadrones, responsables de la estabilidad nuclear, subdivididos en nucleones (protones, neutrones…), mesones (piones, kaones…) e hiperones; y b) Leptones, que comprendían electrones, positrones, muones, tauones y neutrinos, sometidos a la interacción nuclear débil.

Pocos años después se descubren los quarks (solamente son 18) constituyentes elementales de los hadrones, y tres familias de leptones (electrones, muones y tauones) asociados a sus correspondientes neutrinos (electrónicos, muónicos y tauónicos).

¡Oiga! … ¡Y éramos felices, no lo duden!

De los neutrinos se sabía poco pues su carga eléctrica es nula y su masa, si es que existía, era pequeñísima; mucho menor que la del electrón. Pero ahí estaba la ciencia buscando y buscando saber la masa de estas particulitas.

¿Y qué pasó?

Pues que los investigadores Takaati Kajita (japonés) y Arthur B. McDonald (canadiense), premios Nobel de Física 2015, comprobaron que los neutrinos tienen masa y que esta varía según se asocien a un electrón, a un muón o a un tauón. Es decir: un neutrino electrónico puede convertirse en muónico o tauónico y viceversa.

Esto, en Física, se denomina OSCILACIONES DE LOS NEUTRINOS.

¿Se dan cuenta, amigos míos, de que la Física tiene respuesta para todo?

Nuestro planeta, y nosotros con él, recibimos permanentemente una lluvia incesante de neutrinos que atraviesan nuestro cuerpo. Y esto, creo yo, nos genera «oscilaciones» en nuestras ideas y conductas.

El ateo-republicano del ayer es hoy monárquico-cristiano; y el ayer afiliado a un cierto partido político hoy es activo miembro de otro.

Mañana están convocadas elecciones generales. ¿Seremos capaces de elegir políticos que no sean «neutrinos oscilantes»?

Para celebrarlo con dulzura prepararemos un casero flan de huevos de aldea.

Se baten bien tres o cuatro huevos de aldea con un abundante medio litro de leche entera y como la mitad de un bote de leche condensada (de los pequeños). Si se desea, se edulcora un poco más con adición de azúcar.

Se vierte la mezcla en un flanero (de los de forma troncocónica) previamente caramelizado y cuece al baño maría hasta que la mezcla cuaje perfectamente.

Enfría, se desmolda y se ofrecen trozos acompañados de bolitas de helado «oscilantes» (fresa, nata, limón, vainilla, turrón…)