NEVADA
Ene 24 2017

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CROISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Paseo de Vista Alegre en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte
Paseo de Vista Alegre en la nevada del 26 de diciembre de 1926. / Foto: A. Darblade – Colección Fco. Sala Aniorte

La conocida frase que dice: “el día de San Antón, salen las viejas del rincón”, refiriéndose a dar el frío invierno como acabado, comenzando los días soleados que, poco a poco, se van alargando, ha quedado desmentida por la nevada y bajas temperaturas que hicieron su aparición el pasado 18 de enero. Creo yo que las viejas más bien se quedaron, a la antigua usanza, sentadas alrededor de una mesa camilla, cubriéndose las piernas con su falda al calor del brasero, no sin antes asomarse a la calle para ver caer los blanco copos del cielo que fueron tiñendo de blanco plazas, calles, playas, campos y avenidas.

La nevada del pasado miércoles fue un espectáculo raro por lo poco frecuente fue el que se pudieron contemplar los torrevejenses y otros pueblos de la comarca al ver caer la nieve de lo alto y cubrir en breve el suelo, los tejados, la playa, los barcos y las plantas. Noventa años y 23 días después de la última caída en la población el domingo, 26 de diciembre de 1926.

La región del levante peninsular se caracteriza por su clima suave y poco frío en invierno. Pero si echamos la vista atrás, entre los siglos XIV y XIX tuvo lugar la denominada ‘Pequeña Edad de Hielo’, aunque la primera precipitación de nieve en Torrevieja de la que tenemos noticias es del 2 de enero de 1914. Al amanecer aparecieron los terrados con una delgada capa de nieve que indicaba haber caído a últimas horas de la madrugada en cantidad insignificante; pero desde las nueve y hasta las once de la mañana el fenómeno meteorológico se desarrolló en proporciones importantes, dejando contemplar toda la belleza y grandiosidad que este fenómeno lleva consigo. Un viento impetuoso de N.O. que se levantó poco después de las once, hizo que la nevada fuera poco a poco debilitándose, hasta extinguirse. Ese día, por la mañana se pudo contemplar durante varias horas la población cubierta por una capa del blanco elemento, llegando en algunos momentos a una intensidad verdaderamente extraordinaria, como demuestras las placas tomadas por el fotógrafo Alberto Darblade en las que se ve la playa, las calles y paseos de auténticas postales. La nevada más antigua de la que existe documentación gráfica.

Ya había terminado la Pequeña Edad de Hielo —o tal vez no— cuando, en plenas fiestas navideñas del año 1926, una inmensa y persistente masa de aire frío se posó sobre la Península Ibérica, acompañada de copiosas nubes preparadas para descargar una ingente cantidad de humedad acumulada. La nevada registrada en la Península que más tiempo ha durado es conocida, en la provincia de Alicante, como la ‘Nevà Grossa’, la gran nevada; literalmente, la nevada gorda, la más copiosa del siglo XX.

Los días 25, 26 y 27 de diciembre de 1926 nevó en muchos puntos del levante español y se puede considerar como uno de los fenómenos meteorológicos más recordados del siglo XX, y no faltan motivos para ello. Según las referencias periodísticas, la nieve cayó con una intensidad poco habitual en numerosas localidades del este y sur de España, incluso en ciudades y pueblos costeros como Cartagena, Almería, Málaga, Torrevieja, Alicante o Sanlúcar de Barrameda, nada acostumbrados a este fenómeno meteorológico.

Desde el día 23 de diciembre una expansión de aire polar continental situó un desfiladero de aire frío sobre el Mediterráneo Occidental y la península Ibérica, situándose sobre el sudoeste peninsular los días del 24 al 27 de diciembre. Precipitaciones de agua y nieve y bajas temperaturas nocturnas fueron generales, los días 26 y 27, en toda España, destacando en Torrevieja la nevada caída la madrugada del 26 de diciembre, segundo día de Navidad, amaneciendo la villa con una gran capa de nieve, como se puede ver en las fotografías tomadas por el Alberto Darblade, alcanzando un volumen inusitado, junto con un fuerte viento de levante y teniendo unas repercusiones importantes para la vida cotidiana, ya que a la presencia de un fuerte temporal de levante acompañado de lluvias de elevada intensidad horaria, rasgos propios del clima mediterráneo peninsular, se unió el hecho de que dichas precipitaciones se produjeran en forma de nieve.

Son significativos por lo inusual del fenómeno los espesores alcanzados por la nevada del 26 de diciembre de 1926 en Alicante (25 cm.), Orihuela (40 cm.) y Petrer (70 cm.). No se dan cifras precisas pero la prensa de la época cita la presencia de abundante nieve en calles de Elche y Torrevieja (25 cm.), ciudad esta última de la que hay también numerosos documentos fotográficos. Tal fue la cuantía de la nieve caída que en los cuplés se cantaba: “Cuantos trajes se han quedado / sin poderlos estrenar / por culpa de la nevada / la Pascua de Navidad”.

En aquella pobre y salinera Torrevieja hubo algunos fallecidos por hipotermia, casas y barracas destrozadas y techumbres hundidas, y enfermedades relacionadas con el frío, como catarros, gripes, tifus, pulmonías, etc., así como la interrupción de los servicios de telecomunicaciones de la época, el abastecimiento de alimentos. En fin, una catástrofe que repercutió negativamente en la economía local, especialmente en las salinas, aspectos negativos que se trataron de solventar por el Ayuntamiento con la instalación de ‘cocinas económicas’ para las clases paupérrimas, mientras que en el Santo Hospital de Caridad se asilaron a personas enfermas y ancianos que no podían sostenerse por sí solos.

El gobierno español, presidido por el dictador, Miguel Primo de Rivera, en el consejo de ministros extraordinario con motivo de la histórica nevada, por real decreto (firmado por el rey Alfonso XIII), destinó diversas cantidades de dinero a algunas instituciones, entre las que se encontraba el Gobierno Civil de Alicante, aportándole quince mil pesetas para que fueran utilizadas para ayudas.

Sólo nos queda desear que se cumpla el refrán de “año de nieves, año de bienes” o, por lo menos que no nos vuelvan a subir las empresas energéticas sus facturas, dejándonos helados.

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