POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Ayer domingo, 18 de junio, España entera -salvo algunas ciudades y villas que celebraron la fiesta el jueves pasado- honró con solemnes procesiones el Cuerpo de Cristo (Corpus Christi) manifestado en presencia real en la Sagrada Forma u Hostia Consagrada.
Como pueden suponer, escribo esto para los creyentes cristianos y manteniendo el máximo respeto para otras religiones y para los no creyentes.
Estas procesiones solemnes, en muchísimos pueblos, discurren sobre un alfombrado de flores que engalana las calles procesionales y que son auténticas, aunque efímeras, obras de arte.
El Santísimo se expone en una Custodia que a modo de tabernáculo atesora el Corpus Christi; Custodia que en muchos casos es obra de orfebrería extraordinaria.
Yo recuerdo, en mis años de director del Centro de Enseñanza Media de Sahagún (León), la Custodia realizada por el orfebre Enrique de Arfe que, portada en la procesión por cuatro sacerdotes, era y es la admiración de los fieles y visitantes.
Yo, ayer, viví en mi Colunga una procesión humilde, muy humilde…Me hizo recordar los versos del villancico de don Francisco:
«El Hijo del Padre Eterno
por enseñar la humildad,
siendo rey de cielo y tierra
no quiso palacio real.
El Hijo del Padre Eterno
nació en un Portal.
¡Viva Jesucristo! ¡Viva la Humildad,
que es de las virtudes la fundamental!»
Y ahora, a la mesa.
Fue tradicional que a la procesión del Corpus siguiera una comida un poco especial. Me consta que en muchos hogares se celebraba con un «segundo plato» de NIÑOS ENVUELTOS.
¿Qué son los «niños envueltos?
No, no piensen mal y supongan que trataremos de casos de antropofagia infantil (que haberlos, húbolos).
Los «niños envueltos» son preparaciones muy antiguas localizadas originariamente en comarcas surorientales europeas y que, pasado el tiempo y por el aquel de la emigración, se extendieron por Hispanoamérica.
Tanto es así que algunos los consideran como especialidad argentina o chilena, llegada de inmigrantes italianos, sirios y libaneses.
¿Saben una cosa?
Los niños envueltos no eran lo que nosotros conocemos como «un envuelto de carne con un relleno», sino lo que aquí llamamos REPOLLO RELLENO, que puede ser un relleno de carne envuelto en hojas de repollo o de parra.
Yo les ofrezco mi receta:
Corten filetitos muy finos (mejor de ternera) de forma rectangular (de unos 10 cm x 8 cm). Sobre cada uno dispongan una «lámina» de tortilla frita como frisuelo (fayuela), sobre ella una loncha fina de jamón serrano (o de York, si gustan así) y sobre esta unas finísimas tiras de pimiento asado.
Enrollen a modo de brazo de gitano, aten con bramante o sujeten con palillo, y doren en aceite de oliva caliente.
Lleven los «niños» a una cazuela y sumen un pisto elaborado con cebolla, pimiento y tomate.
Agreguen un poco de caldo y un chorro de brandy y dejen cocer hasta que la carne esté tierna.
Retiren el cordel o el palillo y sirvan, bien calientes, con una compañía de patatas fritas.