POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Me acaba de regalar mi cuñada Carmina, en Colunga, un «cestaín» de nisos, piripirulos, cagarriones… recolectados en su huerta.
En realidad, no se cómo denominar a estas ciruelas silvestres, fruto de la nisal, o ñisal, que así llamamos en el pueblo a este árbol al que los botánicos bautizan como Prunus doméstica L.
Tengo entendido que el ciruelo es árbol frutal originario del centro-sur europeo y del sudeste asiático y según el sacerdote salesiano y gran botánico, Padre Juan Zin, fue introducido en Italia en tiempos de Catón.
La nisal es «pariente» de otro ciruelo silvestre, de ramaje violáceo, con frutos similares a los nisos, que se utiliza mucho como árbol ornamental en jardines y parques.
Si no me equivoco corresponde a la especie Prunus cerasifera pissardii o, también, Prunus cerasifera atropurpurea.
Creo que es originario de Persia.
Estos nisos o piripirulos son frutos drupáceos, de piel lisa y color rojizo-violáceo, y muy dulces cuando están maduros. Su tamaño es más bien pequeño-mediano y pueden consumirse en fresco o destinarlos a la confección de mermeladas y dulces.
Son muchísimas las variedades de ciruelas que se ofrecen en los mercados y todas con antigüedad de siglos.
Nos lo confirma Dorstenio en su Botanicón (1542: » Prunorum varia sunt genera et innumerae diferentiae».
Y es el propio Dorstenio quien nos explica sus virtudes y aplicaciones culinarias: «Habent omnia virtutem molliendi alvum et mutandi naturam hominis. Virtutem habent purgandi et laxandi…».
Se lo traduzco: Tienen todas las virtudes para reblandecer el vientre y cambiar el carácter de las personas. Son purgantes y laxantes.
¡Ay, amigos!
¿Se dan cuenta ahora del porqué llamarlos CAGARRIONES?
¡Claro!
Un consumo excesivo de nisos produce «Cagalera».
También Dorstenio nos aconseja un arrope, mermelada o dulce (según gustos) cde estas ciruelas: «Ex carne eorum conficitur electuarium quod a multos affectus conducit ex calida causa provenientes».
Pues bien, hagamos una rica mermelada de piripirulos.
Sin piel ni pepitas, cuezan la carne de los nisos con un poco de agua, una rama de canela, azúcar (poco) y un vasito de vino blanco dulce.
Cuando esté blanda, pásenla por el pasapurés y añadan a la «pasta» una cantidad de azúcar al gusto.
Den unos hervores y dejen reposar.
¡Ah!
¿Que no quieren trabajar con calor porque estamos en verano?
Pues nada, nada.
Nisos al frigorífico y a degustarlos crudos bien fresquitos.
Pero, ¡ojo! , no se pasen. Recuerden que «virtutem habent purgandi et laxandi».