POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Las ratas infestan el Gafo, estancado de lepra secular y espuma negra; el Nora es un nido de víboras, un avispero y un vertedero que no degradan ni los azulones, que comen ortigas, caracoles, escarabajos, compresas, mariposas, libélulas, crustáceos, condones, gusanos y ranas, y de los zapatos dejan la suela. Son riucos que nacen cerca, en Siero, en Sariego, en La Manjoya, que no proceden del deshielo de los neveros de la alta montaña, que dependen de la lluvia para discurrir y de los aguaceros para limpiar su cauce, sobre todo porque los ciudadanos, los pueblerinos y los aldeanos consumimos de más, generamos mucha basura y no respetamos el entorno. Y a los ríos hay que quererlos, tratarlos con mimo, cuidarlos y besarles la flor del agua. Como escribió Sancho (en una carta a su Teresa) que le dijo Don Quijote: “No hay cosa que menos cueste ni valga más barata que los buenos comedimientos”.
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