POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Agradezco al padre Antonio Arévalo Sánchez, secretario de la provincia de la Inmaculada Concepción, de la Orden de Frailes Menores (OFM, Franciscanos), licenciado en Historia Moderna y director de la Revista Guadalupe -revista que se edita desde 1916- la publicación en su número 870 (julio-septiembre) de mi artículo “Noticias del Real Monasterio de Guadalupe en el Correo de la Mañana, Badajoz (1914-1926) II Parte”, al que se dedican siete páginas.
El fondo documental que presenta Correo de la Mañana asciende a 3.817 números, publicados desde el 26/II/1914 hasta el 30/VI/1926. Tras la lectura de todos los ejemplares he seleccionado las noticias relacionadas con el Monasterio de Guadalupe para la elaboración de este trabajo que he dividido en tres capítulos .Éste el que se ha publicado ahora es el último de ellos. Los anteriores fueron publicados en abril y junio de este año 2020.
En el artículo, estudio la crónica que Arturo Gazul Sánchez-Solana (1887-1970), hijo predilecto de Llerena, que firmaba en la ciudad de Berlín en enero de 1924, se lamentaba que el escritor francés Maurice Barrés (1862-1923) no llegara a Guadalupe al haber fallecido. Tenía Maurice Barrés el proyecto de venir a España en el último otoño. Deseaba escribir un libro sobre Zurbarán, porque buscar a Zurbarán es encontrarse con Guadalupe.
Guadalupe, metrópoli artística
Estudio la publicación de Francisco Vaca Morales (1891-1996), arquitecto de Badajoz, por su claridad y rotundidad en sus opiniones sobre Guadalupe, recogidas en ‘Arte en Extremadura. Fuente de inspiración’, para decir: “que en Extremadura podíamos hacer los extremeños muestra metrópoli artística; como una acrópolis del arte regional, un lugar de peregrinación de artistas donde se hallasen congregados muchos elementos y motivos de arte que fuese como el punto de partida de una senda y de un programa. Me refiero a Guadalupe, el monasterio extremeño por excelencia. Todo allí es sorprendente y parece que está indicado para ser nuestro santuario de arte como ya lo es religioso”.
También lo escrito por José Cascales Muñoz (1865-1933), natural de Villafranca de los Barros, escritor, periodista, historiador y Cronista de Extremadura, que consideraba la conveniencia de un Museo de Pintura y Escultura de artistas extremeños que aumentaría los atractivos de esa casa, Zurbarán no debe estar solo y nada tan fácil como hacerle acompañar por todos sus colegas paisanos antiguos y modernos.
¿Por qué no había de fundarse también en esos claustros un Museo de Historia Natural de la región, donde se exhibieran nuestras variedades gea, flora y fauna, encargándose de su formación al catedrático de geología, geognóstica y estratigráfica de la Universidad Central, don Eduardo Hernández Pacheco (1872-1965), amante como pocos del solar paterno?, se preguntaba Cascales Muñoz. Y continuaba ¿Nuestra historia no podría estar representada por una colección de retratos de los antepasados que más se han distinguido en la religión, en las armas, en las ciencias, en las letras y en las artes?
Nueve mil arrobas de vino. el libro de la bodega
Transcurrían los días finales de 1924, cuando en la sección ‘Notas de un lector’, el escritor Francisco Valdés Nicolau (1892-1936), desde la ciudad de Don Benito, enviaba a Correo de la Mañana, un artículo con el titular “El libro de la bodega”, con esta dedicatoria: “Para mi ilustre amigo fray Carlos G. Villacampa, con cariño y admiración”. En su introducción decía el escritor dombenitense: “Repasando estos días algunos números atrasados de la interesante Revista de Archivos, Biblioteca y Museos, hemos topado con un curioso trabajo erudito referente al monasterio de Guadalupe. Se trata de una nota sintética del Libro de la bodega del monasterio de Ntra. Señora de Guadalupe en 1520.
La clase de vinos que daban los veduños del monasterio era rica en variedades y calidades: alarije, jaén, albillos, hebén, masval, cigüentes, verdejos, turruntés, codeso, lairén, quebranta-tinajas, etc.. La bodega del monasterio tiene, transcribía Francisco Valdés, cuatrocientas ochenta y tres cubas y tinajas. Cuidaban de ella diez hombres. El monasterio tenía además bodegas en Madrigalejo, El Rincón, Valdefuentes, Mirabel, La Huerta, La Red, etc. Las clases eran: vino de la golleta, de tinajas de cántaro primero, de cántaro de en medio, de hospedería y de compañía.
A la sacristía se llevaba diariamente un barril de tres o cuatro azumbres con destinos a las misas (el azumbre era la octava parte de una cántara, es decir 2,016 litros. Por lo que se precisaban en el primer tercio del s. XVI en Guadalupe, alrededor de ocho litros de vino para consumir en las misas). Tenía que ser muy bueno, tinto claro. Se consumían grandes cantidades en el refectorio y en la hospedería. Cuando los religiosos se ausentaban del monasterio se le daba una bota con cinco cuartillos para cada día a cada uno.
GREGORIO LÓPEZ VISTO POR ANTONIO DEL SOLAR Y TABOADA.
En la festividad de Santiago Apóstol, patrón de España, que es cuando el refranero popular asegura que el apóstol pinta la uva, Correo de la Mañana publicaba, en 1923, un artículo bajo ese titular, que firmaba Antonio del Solar y Taboada (1891-1952). En él escribía sobre, Gregorio López, jurisprudente, abogado, juez, fiscal, consejero real y presidente del Consejo de Indias. Autor de “Las Siete Partidas del Sabio Rey don Alonso el Nono, nuevamente glosada por el licenciado Gregorio López”, auténtico compendio del saber jurídico de su tiempo, de las que del Solar y Taboada no referencia en su artículo del Correo. Limitándose a dar unas pinceladas de su biografía, diciendo sobre tan preclara figura guadalupense: “Viejo y achacoso se retiró a su pueblo natal, y en él, dando muestras de un desinterés poco común, dividía en tres partes las rentas que tenía, distribuyéndolas en esta forma: una para vivir, otra para casar huérfanas necesitadas y otra para limosnas a los pobres”.
DOTAR A GUADALUPE DEL INSTRUMENTO REY
La víspera de la festividad de San José de 1924, el sacerdote Hilario Herranz Establés (1878-1957), se asomó a las páginas de Correo de la Mañana para reflexionar sobre “El órgano de Guadalupe y su maestro constructor”. Venía a decir el presbítero madrileño “Pláceme reconocer cuán acertados anduvieron los gestores de tan honrosa empresa al dar sus primeros pasos. La suscripción va en auge. La campaña caldeando los ánimos, se lleva magistralmente ¿Qué faltaba? Otro acierto, y yo adelanto que tal acierto garantiza definitivamente el más ruidoso triunfo. Merecen, sí, la más efusiva enhorabuena.
A los que han puesto sus ojos, al tratar de ejecutar el magno proyecto, en el ya famosísimo técnico de renombre mundial, El insigne organero alemán e ingeniero industrial Alberto Merklin y Stein (1892-1925), afincado en España.
GUADALUPE SOLAR DE NUESTRA RAZA
Habiendo llegado al final de esta trilogía de artículos publicados por Correo de la Mañana (1914-1926), para la Revista Guadalupe, acudo a otro diario badajocense haciendo crónica de lo escrito sobre la casa de la Morena de las Villuercas. Me refiero a Correo Extremeño, cuyo nacimiento fue producto de la fusión entre Correo de la Mañana y Noticiero Extremeño. La nueva empresa con la dirección de José López Prudencio, comenzó sus publicaciones en noviembre de 1927, concluyendo en agosto de 1931.
Tres días después de su aparición en sociedad contaba en primera página: “Extremadura ha ganado en el concepto de España extraordinariamente desde que una tenaz y eficacísima propaganda arrastró hacia Guadalupe a innumerables peregrinos y turistas. Es Guadalupe el solar de nuestra raza. Allí están los monumentos de nuestras artes y las reliquias de nuestra ciencia. No es posible visitar Guadalupe sin advertir la grandeza épica de Extremadura y su contribución a la marcha de la civilización española. Guadalupe representa el cénit del esplendor de la raza, que es lo mismo que afirmar que Extremadura se colocó en la cumbre en aquella edad de oro”.
Esta loable descripción se relacionaba con el concurso para la construcción del ferrocarril Talavera la Real-Villanueva de la Serena, que según el diario acortaría las distancias entre Badajoz y Madrid, acercando así la posibilidad de admirar el tesoro artístico de Guadalupe. Pero en cuestión de ferrocarriles y trenes, como bien sabemos los extremeños, quedó en una promesa incumplida, como tantas otras.
Fuente: https://www.facebook.com/manuel.garciacienfuegos