POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Al menos tres buenas noticias para nuestra provincia aportaba LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. Dos se refieren a posible mantenimiento o creación de nuevos puestos de trabajo; la otra atañe a las comunicaciones para varios pueblos del oeste zamorano. En la ciudad de Toro, la empresa de productos lácteos «Quesos del Duero» anuncia una ampliación que puede suponer 25 nuevos puestos de trabajo. Es muy halagüeña la noticia de que veinticinco nuevas familias tendrán pan en su mesa. Hay que dar, pues, la enhorabuena a la Ciudad de Doña Elvira y a 25 familias que pueden verse favorecidas. Que cunda el ejemplo. La otra noticia, eminentemente económica, nos presenta la perduración de la Escuela de Pizarra en Aliste. Una empresa gallega asume la empresa que peligraba y continuará la actividad y con ella, además de los puestos de trabajo que peligraban, la prosecución de un aspecto típico de la construcción en la región: los tejados de pizarra que tanto mantienen la bella tradición arquitectónica de todo -o casi todo- el occidente zamorano y oriente del norte portugués. En esta noticia puede encontrarse una leve nubecilla. ¿Hacía falta que fuera una empresa gallega la que ponga remedio a la temida desaparición de esa Escuela de Pizarra? ¿Tienen que venir de fuera a salvar a Zamora en estos «baches»? ¿No son capaces los zamoranos de arriesgar para invertir y con eso mantener las empresas zamoranas en peligro? Esperemos que los gallegos no sean como los chinos y apliquen a los zamoranos de la zona el beneficio de los empleos salvados. Vemos en Madrid cómo los chinos -y algunos otros más- están salvando el pequeño comercio de la capital en determinados ramos; en otras actividades están sustituyendo a pequeños comercios tradicionales, que desaparecen para siempre. Pero en todos esos establecimientos regidos por extranjeros no se ve a un empleado español. Confío en que los gallegos de la cantera de pizarra, por españoles, piensen más en sus vecinos zamoranos para remediar la lacra del desempleo, cada día más deplorable.
La otra noticia se refiere al tramo de ferrocarril regional Valladolid-Puebla de Sanabria. Desapareció el tremendo peligro de supresión. Con ello, los pueblos que estaban amenazados de un aislamiento insuperable seguirán disfrutando de esa válvula de escape; y eso es una feliz noticia. Conseguido el propósito, ahora ocurre igual que en las elecciones. En estas, en las declaraciones posteriores, todos han ganado y encuentran argumentos para sostener su teoría. Solo admiten su derrota cuando perderlas ha sido de tanto bulto que es imposible encontrar algún punto de apoyo para defender un solo aspecto triunfal. Aquí ha ocurrido lo mismo entre aquellos que han tomado parte en la protesta solicitando vuelta atrás por parte del Gobierno. Se atribuyen el triunfo los vecinos afectados que pusieron sus gritos en el cielo ante distintas sedes de instituciones, por ejemplo la estación de ferrocarril de la capital; pero también manifiestan su triunfo -y lo ponen como definitivo- personas importantes del gobierno de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Dicen que el Gobierno central ha vuelto atrás de su acuerdo anterior por la protesta «en voz baja» de los directivos de la comunidad. Mi humilde opinión, que ni antes ni ahora quiere ser influyente en tal asunto, es que, después del grave y dañino error -cometido como hombres- los dirigentes del Ministerio de Fomento y miembros del Gobierno de la nación han tomado el papel de «sabios» y han rectificado. La razón que han manifestado tiene algo que ver con lo que yo apuntaba días pasados en un escrito acerca del asunto. El transporte por carretera que pudiera arbitrarse no solucionaba el problema de esos pueblos perjudicados porque, en ese trayecto, es inviable una carretera paralela a la vía del ferrocarril. Para eso se necesitaría el espíritu de los antiguos romanos y el de sus sucesores los italianos. En 1991, en un viaje por Italia, el guía español nos exponía cómo los italianos, en el camino que recorríamos por la Costa de las Flores, salvaban las enormes dificultades del terreno a base de túneles, que perforaban las montañas y de viaductos, que salvaban los precipicios. Los españoles de hoy -y menos en las actuales circunstancias- no serían capaces de hacerlo con La Culebra y demás obstáculos. De ahí la sabia «marcha atrás» del Gobierno en este caso.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/